CAMPUS SUR LEE: La lengua de las mariposas. Manuel Rivas

La lengua de las mariposas en la  Biblioteca UPM

Manuel Rivas en la Biblioteca UPM

“¿Qué hay, Pardal? Espero que por fin este año podamos ver la lengua de las mariposas.”

El maestro aguardaba desde hacía tiempo que les enviasen un microscopio a los de la Instrucción Pública. Tanto nos hablaba de cómo se agrandaban las cosas menudas e invisibles por aquel aparato que los niños llegábamos a verlas de verdad, como si sus palabras entusiastas tuviesen el efecto de poderosas lentes.

“La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un muelle de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar. Cuando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar, ¿a que sentís ya el dulce en la boca como si la yema fuese la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa.”

Y entonces todos teníamos envidia de las mariposas. Qué maravilla. Ir por el mundo volando, con esos trajes de fiesta, y parar en flores como tabernas con barriles llenos de almíbar.

Yo quería much9o a aquel maestro. Al principio, mis padres no podían creerlo. Quiero decir que no podían entender cómo yo quería a mi maestro. Cuando era un pequeñajo, la escuela era una amenaza terrible. Una palabra que se blandía en el aire como una vara de mimbre.

“¡Ya verás cuando vayas a la escuela!”    

Dos de mis tíos, como muchos otros jóvenes, habían emigrado a América para no ir de quintos a la guerra de Marruecos. Pues bien, yo también soñaba con ir a América para no ir a la escuela…

Manuel Rivas: La lengua de las mariposas. Traducción de Dolores Vilavedra

Diario de Hiroshima de un médico japones. Michihiko Hachiya

Diario de Hiroshima de un médico japonés.

Michihiko Hachiya Turner

El Dr. Michihiko Hachiya vivió la devastación provocada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Ejercía de médico en aquella ciudad y fue testigo de primera mano no solo de los acontecimientos más inmediatos a la gran explosión sino también de las secuelas posteriores, del sufrimiento de los que sobrevivieron. Y todo lo que vio, que sintió, que sufrió, lo reflejó en su diario.

Él es testigo de la lucha por la supervivencia de su comunidad, de sus pacientes durante los días posteriores a la tragedia. Pero esa lucha por la vida también es suya. Él es médico pero también paciente y todos los síntomas que descubre en sus pacientes los busca en sí mismo. A qué se enfrenta. Los efectos de la radiación son desconocidos y no sabe cómo actuar. Es un enigma. Todo es perplejidad.

Diario de Hiroshima es la crónica de los cincuenta y seis días posteriores a la explosión. Es una reflexión sobre la vida y la muerte. Es el diario de quien ha conocido la muerte en vida.

La hora era temprana; la mañana tibia, apacible y hermosa. Por los ventanales abiertos que dan al sur contemplé distraído el agradable contraste que ofrecían las sombras de mi jardín con el brillo del follaje, tocado por el sol desde un cielo sin nubes.

Yo estaba en ropa interior, tendido cuan largo era en el piso de la sala, exhausto después de pasar la noche en vela en el hospital cumpliendo mis funciones de guardián antiaéreo.

De pronto, un resplandor intenso me devolvió a la realidad; luego, otro.Con esa nitidez inexplicable con que solemos rememorar los pequeños detalles, con esa misma claridad recuerdo que un farol de piedra del jardín se encendió con luz brillante, y que me pregunté si se trataría del fogonazo de alguna lámpara de magnesio o de chispas de un cable de tranvía.

Beau Geste. P.C. Wren

Beau Geste

Percival Christopher Wren

Valdemar

Beau Geste comienza con el relato de un oficial de la Legión Extranjera sobre un extraño suceso que vivió en el pasado. Acosado por las guerrillas nativas, un fuerte de avanzada de la Legión situado en Zinderneuf, Nigeria, solicitó refuerzos urgentemente. Cuando las tropas se acercaron al fuerte observaron a numerosos legionarios apostados en sus almenas. Pero no se movían ni respondían a sus llamadas: más tarde comprobarán que estaban todos muertos. La segunda parte de la novela narra, a modo de flashback, cómo la misteriosa desaparición del zafiro Agua Azul, propiedad de la señora Patricia Brandon, lleva a sus tres sobrinos, Michael, Digby y John Geste, a alistarse en la Legión Extranjera. Los tres hermanos serán destinados a un fuerte perdido al norte de Nigeria donde «le cafard», la locura del desierto debida a la inactividad expectante, acaba haciendo mella en todo el destacamento.

Beau Geste ha sido llevada a la gran pantalla en varias ocasiones. La primera de ellas en 1926 con el gran Ronald Colman como protagonista. En 1939, William Wellman adaptó de nuevo la novela  de P.C. Wren con Gary Cooper, Ray Milland y Robert Preston como los hermanos  Geste , convirtiendose desde entonces en un clásico de las películas de aventuras. 

Fue, tal vez, el viaje más arduo y largo que ha realizado europeo alguno por el Sahara. Durante un año terrible describimos casi un circulo completo. A veces la sed y el hambre nos obligaron a las caravanas de sal o de esclavos. Éstas, por regla general, iban en dirección opuesta a la nuestra, pero no teníamos más remedio que unirnos a ellas para no perecer en el desierto. Otras veces nos perseguían grupos armados más fuertes que los nuestros. Y en algunas ocasiones los poblados nos recibían a tiros, tomándonos por verdaderos tuareg. Otras veces, al acercarnos a un oasis, lo encontrábamos ocupado por las tropas francesas del Senegal, que, para nosotros, eran bastante más peligrosas que los ladrones nómadas.

El desprecio. Alberto Moravia.

El desprecio

Alberto Moravia

Trad. Enrique Mercadal

De Bolsillo

Publicada por primera vez en 1954, esta novela representa una etapa fundamental en el viaje de Moravia a través de las instituciones burguesas y su desfallecimiento. En este caso, Moravia muestra, a través de Riccardo, un guionista de cine, y Emilia, su mujer, las contradicciones de un matrimonio que se ilumina o se oscurece a la luz de los éxitos y fracasos profesionales del marido. Con este argumento de fondo, en El desprecio aparecen todos los temas centrales de Moravia, definidos de manera precisa y compleja, como si fuera una enciclopedia de la temática tratada por el autor a lo largo de toda su obra.

Al quedarme solo me senté en la cama, que, desprovista de una almohada, ya sugería la idea de separación y abandono; por un momento me quedé pensativo, mirando hacia la puerta abierta por la que Emilia acababa de salir. Una pregunta acudía a mi mente: ¿Emilia no quería dormir conmigo porque realmente le molestaba la luz del día o porque simplemente ya no quería dormir conmigo? Me inclinaba por la segunda hipótesis, por más que, con todo mi corazón, quisiera creer en la primera. Comprendía, no obstante, que si hubiera aceptado la explicación de Emilia me habría quedado con la duda. No me lo confesaba, pero en definitiva la pregunta última era: ¿Había dejado Emilia quizá de quererme?

En 1963 El desprecio fué llevada a la gran pantalla por Jean Luc Godard con Michel Piccolli como Ricardo y Brigitte Bardot como Emilia.

CAMPUS SUR LEE: Valkiria. Game over de David Lozano

Rubén tiene que desaparecer. La residencia universitaria no le protegerá. No del peligro que le acecha.

               Se acabó el juego.

Rubén ignora la alarma intermitente, se esfuerza por fingir que no se ha activado y continúa con los preparativos de su equipaje. Lo mete todo en una mochila. Cada minuto cuenta. Ha preferido no encender ninguna luz y ahora se mueve en silencio, casi a tientas, aprovechando el resplandor nocturno procedente de la ventana.

               Pero el guiño luminoso del móvil, que no cesa, marca una cuenta atrás. Rubén alcanza la cama en dos zancadas y se inclina sobre su teléfono. La aplicación del juego permanece activa; su señal de geolocalización, que lleva cinco minutos incordiando, le advierte con su parpadeo rojo de que Jugador 3 ha entrado en su área de seguridad. Se mueve cerca, tal como confirma el mapa de Valkiria.

               Viene a por mí.

               Rubén presiente que, esta vez, su propia persona constituye el objetivo de la misión de ese adversario. Tiene que serlo. La geolocalización de Valkiria se acerca. Alguien que mantiene activa la aplicación del juego.

               Muy sospechoso.

               Rubén se aparta de la cama para otear el panorama, con discreción, a través de la ventana de su dormitorio. Desde ese punto queda a la vista buena parte del recinto universitario, apenas iluminado por farolas de luz blanquecina, que dan al conjunto un aspecto tétrico. Muy oportuno, piensa él. Una escenografía perfecta.

               Perfecta para una trampa.

Valkiria / David Lozano.  Madrid: Ediciones SM, 2016