Relatos de lo inesperado, Roald Dahl

Cubierta de Relatos de lo inesperado, Roald DahlRelatos de lo inesperado
Roald Dahl

Barcelona: Anagrama
, 1993
Traducción: Carmelina Payá y Antonio Sammons

Tales of unexpected (1977)

Roald Dahl es bien conocido por sus obras infantiles. Títulos como Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate o James y el melocotón gigante han hecho disfrutar a miles de niños de todo el mundo. Además, su éxito no se ha limitado a las novelas, sino que ha trascendido a la gran pantalla en más de una ocasión. ¿Quién no ha visto recientemente Fantastic Mr. Fox o alguna de las versiones de Charlie y la fábrica de chocolate? Confieso que yo compruebo todavía mis chocolatinas de los domingos por si estuvieran agraciadas con uno de aquellos maravillosos billetes dorados… Pero no ha escrito Roald Dahl en exclusividad para niños. Buena prueba es esta colección de cuentos: Relatos de lo inesperado. Título que describe bien su contenido: un conjunto de relatos cuyo principal, pero no único, atractivo son los giros inesperados y los finales sorprendentes. Temáticamente hablando, en ellos hay todo un catálogo de maldades: personajes que tratan de estafar a sus vecinos, apuestas ventajistas, cazadores cazados, planes terribles que surgen de la imaginación de amantes esposas… ¡en tan sólo segundos! Están escritos con una pluma ágil que no da cancha al aburrimiento y destilan un delicioso humor negro capaz de arrancar al lector una sonrisa de… ¿inconfesable satisfacción?Cubierta de Tales of unexpected, Roald Dahl

En Hombre del sur, un arrogante joven norteamericano cree que puede ganar una sencilla pero arriesgada apuesta. Lo único que precisa es que su encendedor no falle en diez intentos consecutivos. El premio, un flamante Cadillac; la prenda, algo de lo que uno puede prescindir sin que sea mucha molestia: el dedo meñique de la mano izquierda.

En La patrona, Billy Weaver ha de pasar la noche en la ciudad de Bath por motivos de trabajo. Le han recomendado el hotel “La Campana y el Dragón”, pero de camino se ve atraído por el idílico escaparate de una pensión en la que se puede ahorrar unos peniques. ¿Qué podría ir mal, si la patrona es una ancianita adorable que desde el primer momento califica a Billy como la persona verdaderamente adecuada?

En La subida al cielo, la señora Foster sufre un miedo patológico a perder trenes, aviones, barcos… Por si no fuera poco, convive con un esposo que se deleita inventando ocupaciones de última hora para retrasarla unos minutos “sin importancia”. ¿Conseguirá la señora Foster tomar a tiempo el avión que la conduce a la ansiada compañía de sus nietecitos?

Y así hasta dieciseis intensos y veloces relatos.

Algunos de éstos sedujeron al gran degustador de humor negro Alfred Hitchcock, quien rodó varios títulos para su serie Alfred Hitchcock Presenta (Cordero asado, Apuestas, Tatuaje, Hombre del sur, La señora Bixby y el abrigo del coronel o La patrona). El propio Quentin Tarantino adaptó Hombre del sur en una de las historias que integran la película Cuatro habitaciones (Four Rooms), aunque cambiándole el final.

Roald Dahl en la Biblioteca de la UPM

Velocidad de los jardines, Eloy Tizón

Cubierta de Velocidad de los jardinesVelocidad de los jardines
Eloy Tizón
Barcelona: Anagrama, 1992

En este libro vive uno de los más hermosos cuentos que haya leído nunca. Uno de esos cuyas palabras memorizas a fuerza de relecturas. De esos que dan en el clavo porque todos los personajes, todos los hechos, toda la luz, el perfume que lo impregna están alojados para siempre en algún jardín privilegiado dentro de ti mismo.

Muchos dijeron que cuando pasamos el tercer curso terminó la diversión. Cumplimos dieciséis, diecisiete años y todo adquirió una velocidad inquietante.

Hasta entonces el tiempo había estado comprimido. Fuimos eternos desde Preescolar. Yo conservo aún en la memoria los nombres y apellidos de muchos de ellos. Parecía que iban a estar ahí toda la vida. Enseguida estuvimos a distancias insalvables.

No he vuelto a ver a ninguno. Tercero de letras no existe. He oído decir que las gemelas Estévez trabajan de recepcionistas en una empresa de microordenadores. ¿Por qué la vida es tan chapucera?

A cada paso un guiño, una contraseña reconocible. Aquí mismo, en el siguiente párrafo, mi colegio, el que yo recuerdo.

Entrábamos a la escuela atravesando un gran patio de cemento rojo con las áreas de baloncesto delimitadas en blanco, un árbol escuchimizado nos bendecía, trotábamos por la doble escalinata apremiados por el jefe de estudio.

Las carpetas forradas con estrellas del pop. Platón entre los apuntes pasados a máquina; los desertores a Ciencias y la Revolución Industrial; las peleas a golpes y una hilera amenazante de verbos irregulares; el test psicológico y la revisión médica; las tutorías. Todo ese mundo.

Pero volvamos al aire y la luz de la primavera, que deberían ser los únicos protagonistas.

Esa luz. Debajo de los voladizos había nidos de golondrinas. En mayor medida construidos con flecos de nuestras ensoñaciones que con barro del campo de futbito. Pero había algo que atraía más poderosamente nuestra atención. Era la luz de Olivia Reyes entrando media hora tarde en clase por ejemplo de latín.

Fue una especie de hecatombe. Media clase se enamoró de Olivia Reyes, todos a la vez o por turnos, cuando entraba cada mañana aseada, apenas empolvada, era una visión crujiente y vulnerable que llegaba a hacerte daño si se te ocurría pensar en ello a media noche.

Y así, tejido con aroma a final, se va produciendo el cuento, con la luz de la primavera inundándolo todo, con la inolvidable desdicha de amar a Olivia Reyes.

Velocidad de los jardines (que se compone de otros diez cuentos además del que da título al volumen) se publicó en 1992 y fue elegido por los críticos de El País como uno de los cien libros españoles más interesantes de los últimos veinticinco años.

Pájaros de América, Lorrie Moore

Cubierta de Pajaros de América, Lorrie Moore

Pájaros de América
Lorrie Moore

Barcelona: Emecé, 2000
Traducción: María José Galilea
Birds of America (1998)

Os recomiendo un cuento de la neoyorquina Lorrie Moore, titulado Que es más de lo que puedo decir de ciertas personas, que pertenece a su celebrado libro Pájaros de América, publicado en el año 2000, y que comienza de esta manera:

Era un miedo mayor que el que se tiene a la muerte, según las revistas. La muerte ocupaba el cuarto lugar. Después de la mutilación, que era el tercero, y el divorcio, el segundo. El número uno, el verdadero miedo al cual la muerte no se podía ni aproximar, era a hablar en público.

La protagonista del cuento, Abby Mallon, trabaja juntando letras en una discreta sala de redacción en una editorial, hasta que un buen día es ascendida a un puesto, algo mejor sí, pero que implica viajar, dar conferencias, entrevistarse con posibles clientes… es decir, tiene que romper con su tranquilo retiro y adquirir en tiempo récord eso que llaman don de gentes.

Esta situación, que puede parecer sencilla y hasta deseable para esos oradores de raza que viven entre nosotros, para Abby Mallon implica un terremoto existencial.

Decide, pues, tomarse unos días de vacaciones en los que baraja una serie de métodos de autoayuda (ejercicios de respiración, hipnosis, esas cosas) para acabar decidiéndose por uno sin duda inusual: viajar hasta Irlanda en busca de la Piedra de Blarney. Esta piedra, de gran reclamo turístico, forma parte de la Piedra de Scone, situada en lo alto del Castillo de Blarney, en el condado irlandés de Cork. Cuenta la leyenda que besar su cara inferior te convierte en uno de esos extraños seres que desgranan pensamientos en público sin perder la calma y hasta con gracejo. Pero hay un problema: para estampar el beso en esta piedra de la elocuencia hay que jugarse la vida, vean vean.

La narración no deja claro si el beso a esta poco higiénica roca ayudará a Abby en sus nuevas obligaciones laborales, pero sí seremos testigos de una pequeña gran revelación que dará nueva luz a éstos y otros problemas insolubles.

En cuanto a la voz de Lorrie Moore, tiene estupendas imágenes, humor, ironía, desamparo. Sus personajes son complejos como la vida misma y las vidas que viven, simples como la vuestra o la mía.

Ha publicado otros libros de cuentos como Autoayuda o Como la vida misma. Lo más reciente es la novela Al pie de la escalera, publicada en 2009.

Astrolabio, Ángel Olgoso

Cubierta de Astrolabio, Ángel OlgosoAstrolabio
Ángel Olgoso
Granada: Cuadernos del Vigía, 2008

Llegas a casa después de una ardua jornada, escoges un libro -tal vez esta colección de cuentos de Ángel Olgoso– te sientas en el sillón de leer… entonces pulsas el astrolabio, por probar, apenas con la punta de una uña, y de repente la lamparita de pie entrecorta su zumbido, el wengé de los muebles se aclara, se oscurece, se aclara, el sillón se estremece como si fuera a echar a volar…, y ya no estás en casa, estás a la deriva en medio del Universo contemplando la migración de una bandada de estrellas. Entonces pulsas, ahora sí con verdadera curiosidad tu pequeño astrolabio y el escenario cambia, miles de trenes cremallera transportando a una multitud hacia los despeñaderos, ¿por qué?, te preguntas, ¿para qué?, al tiempo que la armonía del lenguaje te seduce, las palabras que han sido urdidas para no dejarte huir: un barco cabotea cerca, hace ondear las velas, las grímpolas, las flámulas…, y reflejadas en el mar las nubes absortas en sus vidas cotidianas. Y pulsas una vez más, con frenesí, otra, y te sumas a las filas de los Guardianes del Trueno, ¡a las armas, a las armas!, y pulsas, pulsas, pulsas para ascender junto a Hui Ji por tres veces la cordillera de Mei y, cruzarte, notando apenas su aroma a miel, con una mujer transparente, ¡abre los ojos! Y así cuarenta y tres viajes alrededor del mundo, cuarenta y tres paradas en el tiempo, cuarenta y tres diamantes colgados en lo más alto de la órbita celeste, al alcance de tus manos.

Cuarenta y tres cuentos de una belleza fulminante componen este libro del granadino Ángel Olgoso. Cuentos escritos con mimo, depurados con dedicación de miniaturista, tejidos con las delicadas fibras de la prosa poética. Piezas de carácter más o menos narrativo, de final abierto o cerrado, oníricas, cómicas, aterradoras, reflexivas, maravillosas. Todo ello guiñándole un ojo a la mejor tradición fantástica: Poe, Machen, Bierce, Schwob, Kafka, Borges, Buzzati, Cortázar, Arreola, Denevi. En palabras de su autor:

Una mirada hecha de inocencia y extrañeza.

 

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