Sesión doble: “Casablanca” y “Sueños de un seductor”

 

Cartel Casablanca

Esta semana comparto con vosotros una sesión doble de cine con dos grandes películas: “Casablanca”, película estadounidense de 1942 dirigida por Michael Curtiz y “Sueños de un seductor” basada en la obra de teatro homónima de Woody Allen y llevada a la pantalla por el cineasta Herbert Ross en 1973.

¿Qué relación pueden tener estas dos películas tan distantes en el tiempo? Su punto en común es Rick, el personaje protagonista de “Casablanca” interpretado por Humphrey Bogart.

Hablemos entonces de “Casablanca“, una historia ambientada en esta ciudad marroquí bajo el control del gobierno de Vichy con la Segunda Guerra Mundial como trasfondo. A Casablanca llegaban huyendo del nazismo gente de todas partes: llegar era fácil, pero salir era casi imposible, especialmente si el nombre del fugitivo figuraba en las listas de la Gestapo. Y ¿a dónde acuden estas personas en la noches de espera? Al “Rick’s Café”, un sitio al que acude todo el que quiere hacer negocio, trapichear con visados y jugar en su casino clandestino. Ahí acuden el líder checo y héroe de la resistencia Victor Laszlo con su esposa Ilsa (Ingrid Bergman).

Aquí los afortunados con dinero o influencia pueden obtener visas a Lisboa. Y de allí a América. Pero los otros esperan en Casablanca. Y esperan, y esperan y esperan.”

Humphrey Bogart encarna a Rick, dueño del café que lleva su nombre. Un tipo duro, siempre impecable, cigarrillo en boca, conquistador… un personaje al que aparentemente nada le importa más allá de su negocio pero que tiene un pasado comprometido con la causa y que también luchó contra los nazis y que amó mucho a una mujer que le destrozó el corazón.

– ¿Y nosotros?
– Nosotros siempre tendremos París. No lo teníamos hasta que viniste a Casablanca. Anoche lo recuperamos.Cartel Sueños de un seductor

Y aquí enlazamos con “Sueños de un seductor” porque el Bogart de “Casablanca” es el héroe para su neurótico e inseguro protagonista, Allan Felix , interpretado por Woody Allen, un cinéfilo que sufre una extraña y recurrente alucinación: Humphrey Bogart le da consejos sobre cómo seducir a las mujeres.

Con él habla y le cuenta sus dudas e incertidumbres porque sabe que sólo Rick le puede aconsejar.  Es su ídolo, por la forma en la que trata a las mujeres y como maneja las situaciones de la vida. De hecho el título original de la película es “Play it again, Sam” aludiendo a la famosa escena de la película “Casablanca” en la que el pianista toca la canción de Rick e Ilsa.

“Soy lo suficientemente bajo y lo suficientemente feo como para triunfar por mí mismo.”

“Si me necesitas estaré en suelo de mi apartamento con un ataque de ansiedad…”

Es una película muy divertida en la que Woody Allen borda el papel de hombre recién separado, paranoico e hipocondríaco, con escenas geniales con las que me sigo riendo cada vez que las veo: Allan intentando ligar con una chica en una galería de arte, preparándandose en su apartamento para una cita a ciegas que le han organizado su amigos Dick y Linda ( Tony Roberts y Diane Keaton)…. Destacar también la interpretación de Diane Keaton, amiga y confidente de Allan  también un poco neurótica que pasa por un mal momento en su matrimonio.

“- ¿Qué haces el sábado por la noche?
– Voy a suicidarme
– Y … ¿el viernes por la noche?”

Preparad las palomitas y disfrutad de esta doble sesión de cine, romanticismo y risas, una buena combinación para pasar la tarde.

Casablanca en la Biblioteca UPM

Sueños de un seductor en la Biblioteca UPM

Los cuatro jinetes de la Apocalipsis de Vicente Blasco Ibáñez

Los cuatro jinetes de la Apocalipsis.

Vicente Blasco Ibáñez

Alianza Editorial

Cerca de Europa, una oleada de noticias salió al encuentro del buque. Los empleados del telégrafo sin hilos trabajaban incesantemente. Una noche, al entrar Desnoyers en el fumadero, vio a los notables germánicos manoteando y con los rostros animados. No bebían cerveza; habían hecho destapar botellas de champaña alemán, y la frau consejera impresionada, sin duda, por los acontecimientos, se abstenía de bajar a su camarote. El capitán Erckmann, al ver al joven argentino, le ofreció una copa.

-Es la guerra

-dijo con entusiasmo-

-la guerra que llega… ¡Ya era hora!

Una vez más el mundo se ve abocado al desastre. La guerra deseada por unos, como los Hartrott que ven en ella un modo de imponer su superioridad de pueblo elegido, el alemán, a todos aquellos pueblos decadentes, inferiores. “la guerra es un hecho necesario para la salud de la humanidad” pero también temida, incomprendida por otros como Julio Desnoyers… nuestro protagonista, un joven bohemio y vividor que ve como su mundo se derrumba, que se mantiene al principio al margen de esa pesadilla, no la entiende, no la comprende “el hombre refinado y de complicaciones espirituales se ha hundido, quién sabe por cuántos años…. ya no estamos de moda”, pero que al final le servirá de redención.

Es la guerra. Ya viene, ya se acerca. El jinete está preparado para cabalgar sobre las tierras de Europa. Pero no vendrá solo.

Y cuando dentro de unas horas salga el sol, el mundo verá correr por sus campos los cuatro jinetes enemigos de los hombres…Ya piafan sus caballos malignos por la impaciencia de la carrera; ya sus jinetes de desgracia se conciertan y cruzan las últimas palabras antes de saltar sobre la silla.

– ¿qué jinetes son esos? Preguntó Argensola.

– Los que proceden a la Bestia

Los cuatro jinetes de la Apocalipsis fué un encargo del presidente Poincaré a Blasco Ibáñez.

Quiero que vaya usted al frente, me dijo, pero no para escribir en los periódicos. Eso pueden hacerlo muchos. Vaya como novelista. Observe y tal vez de su viaje nazca un libro que sirva a nuestra causa.

Y así lo hizo, siendo testigo privilegiado de esos momentos históricos.. La incertidumbre de los primeros momentos, el ansia por conseguir las noticias más recientes, la alegría y el anímo exaltado. Pero también el pesimismo y la desolación  ante la realidad que se abre camino poco a poco, la esperanza por el triunfo. Es la guerra.

Los cuatro jinetes de la Apocalipsis se convirtió en un éxito de ventas en Estados Unidos y llevó a su autor a alcanzar la fama y la riqueza.

Hollywood compró los derechos para el cine y Rex Ingram la llevó a la pantalla por primera vez con Rodolfo Valentino y Wallace Beary entre otros como protagonistas.

En 1962 el gran Vincent Minelli adaptó de nuevo la novela de Blasco para el cine. Glenn Ford, Charles Boyer, Paul Henried, Ingrid Tullin encarnaron a sus protagonistas trasladando la acción a la segunda guerra mundial.

Vicente Blasco Ibáñez nació en Valencia en 1867. Murió en la ciudad de Menton, Francia, en 1928. Su temprana vocación literaría le hace colaborar desde su época de estudiante en diversas publicaciones algunas de las cuales dirige el mismo como La Revolución.  Su activismo político le lleva desde muy temprano a participar en la arena pública defendiendo el republicanismo federal. Ese activismo le llevará a la cárcel y el destierro.

Otras obras del autor, La araña negra, Sangre y arena,  Cañas y barro, Entre naranjos…

Blasco Ibañez en la Biblioteca UPM

Le pareció que resonaba a lo lejos el galope de los cuatro jinetes apocalípticos atropellando a los humanos. Vio un mocetón brutal membrudo con la espada de la guerra; el arquero de sonrisa repugnante con las flechas de la peste; al avaro calvo con las balanzas del hambre; al cadáver galopante con la hoz de la muerte.

Los reconoció como las únicas divinidades familiares y terribles que hacían sentir su presencia al hombre. Todo lo demás resultaba un ensueño. Los cuatro jinetes eran la realidad

La vida ante sí de Romain Gary

La vida ante sí.

Romain Gary

Debolsillo.

Señor Hamil, ¿se puede vivir sin amor?…
Señor Hamil, ¿por qué no contesta?
Eres muy joven y cuando se es tan joven es mejor no saber ciertas cosas.
Señor Hamil, ¿se puede vivir sin amor?
Si – dijo él bajando la cabeza como si le diera vergüenza.
Yo me eché a llorar.

Momo es un niño de 10 años. No conoce ni a su padre ni a su madre. Momo es nuestro protagonista.  Vive en un suburbio de París llenos de prostitutas, chulos, ladrones, inmigrantes ilegales, buscavidas.  Su presente es sobrevivir. El pasado es algo difuso. Trescientos  francos mensuales, su tarifa mensual, es lo que le ata a él.  Es el pago de su manutención. El futuro es algo lejano.
Momo vive con una anciana judía que ha sobrevivido a miles de avatares y que se encuentra en la recta final de su vida. En una pensión cobija a cambio de una cantidad de dinero mensual a los hijos de las prostitutas que no pueden o quieren hacerse cargo de ellos. Momo es uno de esos chicos.
Ella es la señora Rosa.
Era una persona que vivía de recuerdos. Ustedes pensarán que es una estupidez, que todo aquello ya está muerto y enterrado pero los judíos son muy tozudos, y más cuando han sido exterminados. Ellos siempre dale que dale.
La vida ante sí es una novela sobre el amor. El amor entre seres desamparados que viven en un mundo sórdido y degradado. El señor N’Da Amédée, el doctor Katz, el señor Hamil,  la señora Lola y otros seres que deambulan por las calles de ese barrio parisino. En un mundo degradado, triste, cruel, todavía hay espacio para el amor, para la esperanza. Son las únicas armas que tienen estos seres para no caer en el vacio. Pero sobre todo el amor que sin quererlo, sin saberlo, se establece entre Momo y la señora Rosa.
La señora Rosa dice que la vida puede ser hermosa, pero que nadie ha dado con ella todavía y que, entretanto, hay que vivir.
En 1978 Moshé Mizrahi dirigió una versión para la gran pantalla de la novela de Gary titulada en España Madame Rosa y protagonizada por Simone Signoret. Ganó ese año el Oscar a la mejor película extranjera.

Romain Gary gano el premio Goncourt en 1956 con Les Racines du ciel. Émile Ajar, ganó el premio Goncourt con La vida ante si.  Émile Ajar es el pseudónimo de Romain Gary.
Romain Gary nació en Lituania en 1914 y murió en París en 1980.

Romain Gary en la Biblioteca UPM

Señora Rosa, ¿Qué es esto? ¿Por qué baja aquí todas las noches?…
Es mi segunda residencia
Es mi escondite judío, Momo
Ah bueno, está bien.
¿Lo comprendes?
No, pero no importa. Estoy acostumbrado.
Es donde me escondo cuando tengo miedo.
¿Miedo de qué, señora Rosa?
Para tener miedo no hacen falta motivos, Momo.
Nunca se me ha olvidado. Es la verdad más grande que he oído en mi vida.

Cine clásico en la UPM: “Centauros del desierto” (“The searchers”). John Ford

Cartel de Centauros del desiertoCentauros del desierto

Título original: The searchers. Director: John Ford. Año: 1956. Reparto: John Wayne, Jeffrey Hunter, Vera Miles, Natalie Wood y Ward Bond. Música: Max Steiner. Productora: Warner Bros. Pictures

Hablar de John Ford es hablar de uno de los mejores directores de la historia del cine americano.

“Me llamo John Ford y hago películas del Oeste

Así se presentaba a sí mismo John Ford y es que de sus manos han salido algunos de los mejores western,  un género injustamente menospreciado y que nos ha regalado auténticas joyas, como la que ahora nos ocupa.

Estamos en Texas, en 1868, tres años después de acabar la Guerra de Secesión. La película se inicia con una escena feliz. La familia Edwards recibiendo al tío Ethan, un ex-militar confederado interpretado magníficamente por John Wayne. Es un hombre tosco, un nómada solitario, un perdedor sin hogar (perdió la guerra, perdió a su gran amor, que al final se casó con su hermano) y con un odio exarcerbado hacia los indios.

Luego viene una gran escena, el ataque de los indios al rancho. Secuencia que en realidad no se ve pero que está resuelta perfectamente. La familia será asesinada al completo por los indios excepto la hija pequeña, Debbie, que consigue huir con su muñeca pero que  será raptada por los indios. Durante cinco largos años Ethan persigue a los comanches, acompañado de su sobrino Martin (Jeffrey Hunter) para recuperar a su sobrina. Al final estos hombres se convertirán en “centauros” del desierto, hombres-caballo de tanto galopar (por una vez me gusta la traducción del título original que se hizo al castellano).

John Wayne con John Ford en el rodaje de The Searchers

Centauros del desierto está basada en un hecho real, el de una chica de nueve años, Cynthia Ann Parker, raptada por los indios en 1836 y rescatada 25 años después.  La historia se convirtió primero en un relato publicado por entregas en los periódicos y luego en una novela de Alan Le May.

Qué se puede decir de John Ford. Hay muchísima información en Internet, bibliografías, etc.  Me conformaré con recordar algunos de sus títulos más emblemáticos: Fort Apache, La legión invencible, El delator (Oscar mejor director, 1935) La diligencia, El hombre que mató a Liberty Valance. Si bien, Ford cuenta en otros géneros con auténticas joyas: Las uvas de la ira (Oscar mejor director, 1940), Mogambo, ¡Qué verde era mi valle! (Oscar mejor director y mejor película, 1941) y El hombre tranquilo (Oscar mejor director, 1952), reseñada también en NST. En muchas de ellas Ford dirigió a John Wayne, uno de sus actores fetiche.

John Wayne es John Wayne. Borda los papeles de vaquero duro y curtido en mil batallas aunque no es su único registro. Ganó un Oscar en 1949 al mejor actor por Arenas Sangrientas. En1979, ya gravemente enfermo, le pudimos ver en la entrega de los Oscar recibiendo una enorme ovación. Fué su última aparición en público. Aquí podéis ver un vídeo de esa noche.

La escena final de la película es magnífica. Absténganse de verla aquellos que todavía no conozcan esta película y disfruténla de nuevo los que ya la conocen. Un John Wayne solitario, la puerta de la casa que se cierra y él alejándose, con sus andares característicos, una vez cumplido su deber, sin un claro destino y sin que los demás adviertan  su silenciosa marcha. La canción que acompaña esta escena te pone los pelos de punta.

John Ford en las Bibliotecas de la UPM.

Otras relatos del Oeste Americano en NST

Lecciones de amor (Words and Pictures).

Cartel película: Lecciones de amor (2015). Director: Fred SchepisiWords and Pictures, estrenada como Lecciones de amor (2015)
Director: Fred Schepisi
Guionista: Gerald DiPego

 

 

 

Esta película, del mismo director que Seis grados de separación, no es excepcional (7/10), y aunque es reciente (2013), parece camino del olvido en España,  a pesar de alguna nominación en festivales de cine de cierta relevancia (Palm Springs, Toronto). Mucha culpa la tiene la pésima y desafortunada traducción del título.

Semejante presentación bien podría parecer una crítica mordaz, pero no así, el tema es interesante: ¿qué es más relevante la imagen o la palabra?; ¿qué es más veraz y qué más falaz?; ¿es lícito presionar a un alumno hasta el límite de su línea de flotación?; y  el guión muy acertado.

Fotograma de Lecciones de amor (2015). Director: Fred Schepisi

A este debate: Words versus Pictures se ven abocados dos profesores: uno de literatura (Clive Owen), y otra de arte (Juliette Binoche), en un instituto (selecto) de Estados Unidos. Lo que comienza siendo un juego se convierte en una competición y termina con un final quizás no tan previsible.

Fotograma de Lecciones de amor (2015). Director: Fred SchepisiAmbos profesores (uno por convicción y otra por contingencia) coinciden en el amor y el compromiso con su especialidad, en  su capacidad de inspirar a los alumnos y auparlos a un deseo intenso de superación. Ahora bien, mientras el profesor de literatura sufre una cierta frustración por no ser capaz de superarse en el arte de escribir y siente la tentación de tirar por atajos poco convenientes debido a su excesiva exposición a la crítica externa, la profesora de arte opera desafiante impulsada por el espíritu de superación personal, indolente ante las opiniones externas, incluso ante dificultades de salud que podrían haber hecho abandonar a cualquier aguerrido montañero.

Los protagonistas se comportan de manera muy diferente con sus pupilos, pero ambos saben hacer que aflore lo mejor de ellos, tristemente a veces incluso lo peor.

Aconsejable para disfrutar, meditar y comentar.

Quizás un hombre vale más que sus palabras, y una mujer más que sus imágenes…

Quizás no…

Fred Schepisi en la Biblioteca UPM

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