Un náufrago en la sopa, Álvaro de Laiglesia
Un náufrago en la sopa.
Álvaro de Laiglesia
Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1998
Tú sabes – dijo a Domingo más tarde, mientras se iba poniendo las piezas de su frac – que la Muerte se presenta a los moribundos cuando los médicos fallan su estocada. Esos estoques a medio clavar que nos dejan los médicos después de su faena nos harían sufrir atrozmente si no fuese por la Muerte, gran puntillera, siempre aparece con sus mulillas para evitar al público el feo espectáculo de las agonías interminables.
Pues bien: imagínate que a mí, en el trance supremo de la puntilla, me ha visitado la Vida. No vino la Muerte descarnada, que sonríe la muy tonta porque no tiene labios. ¡Llegó la Vida, Domingo!¡La Vida misma!¡La Vida rubia, con los ojos azules y una gran pamela de color de guinda! Ella me salvó. Ella fue el potentísimo bicarbonato que me sacó de dentro aquel aire tumefacto que me mataba: el tedium vitae.
Esa Vida se llama Palmira. Hugo, el protagonista de esta historia, en el trance de la muerte, llevado por la ociosidad absoluta de señorito consentido ha conocido a Palmira. Y se enamora. Se ha enamorado y como tal se comporta como un auténtico idiota. Deja a un lado a sus amigos Sam, Zeze el pelirrojo y solo tiene en mente a su amada. Sin embargo, un fémur débil y Octavio del Peral, medico de huesos, se interpone en su camino.
Hugo, una vez más solo, se vuelve a enamorar. Magda la trapecista, es su objetivo.
Tutéame dijo Magda- yo también te llamaré de tú.
¿Será que todos los amores empiezan igual? – pensó- Tutéame primero y una cena después…
Con el argumento del amor no conseguido, Un náufrago en la sopa es en realidad un conjunto de situaciones y personajes totalmente disparatados y absurdos pero llenos de un humor inteligente que nos harán pasar un rato desternillante. Nunca el humor está de más porque el humor es vida.
Álvaro de Laiglesia comenzó su carrera en La Ametralladora pero fue en La Codorniz donde realizó la mayor parte de su carrera.
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