De la alpargata al seiscientos. Juan Eslava Galán.

Cubierta de De la alpargata al Seiscientos, Juan Eslava GalánJuan Eslava Galán

De la alpargata al seiscientos

Planeta, 2011

O, lo que es lo mismo, de la miseria al consumo.

Siempre nos han dicho que no se debe empezar la casa por el tejado pero en esta ocasión vamos a tener que hacerlo porque la obra que nos ocupa es la tercera parte de una serie (“Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie”, “Los años del miedo”) en la que el autor narra de manera novelada y con irónico humor la vida de los españoles durante la dictadura franquista, desde 1952 hasta 1960.

La grandeza de este documental histórico es que consigue, con ternura y vis cómica, ofrecernos un reflejo veraz de estos años grises de la historia de España en los que, haciendo gala de un aperturismo que no lo fue tanto, los españolitos le dijeron adiós a las cartillas de racionamiento para abandonarse  en los brazos de los norteamericanos y sus bases, dieron de lado el ancestral botijo para poner algo de chispa en sus  insulsas vidas bebiendo Coca-Cola y los seriales de la radio comenzaron a ceder espacio en las tardes tediosas al gran invento de la época, la televisión.

          – ¡Coño!, ¿qué es? – se impacienta Nemesio.

– ¡Coca-Cola – anuncia el Chato Puertas levantando triunfalmente el vaso -, la bebida del futuro!… Los americanos no beben otra cosa – informa el Chato Puertas a su amigo – Ni cócteles, ni vino, ni gambainas: ¡Coca-Cola!”

Un mundo que para los menores de 50 años puede resultar estrambótico e irreal pero que para quienes ya peinan canas y tuvieron que sufrir el consabido No-Do antes de cualquier película, era su realidad cotidiana.

Una realidad poblada de miseria económica, moral e ideológica, de curas,  confesionarios y Concordatos, de sexualidad reprimida, de falangistas,  de adeptos al régimen que hicieron su agosto, de cacerías sin fin… Pero también de frigoríficos, Vespas y  Seiscientos o del turismo liberador, una bocanada de aire fresco en aquella España asfixiante.Fotografía

 Don Pedro emitió un decreto municipal en el que prohibía al vecindario, bajo pena de multa, insultar a las turistas extranjeras que se bañaban en la playa en biquini.

-¡Es que son unas guarras! – protestaban algunas señoras de misal, velo, novena y lutos sucesivos.

-Son personas que no se meten con nadie – advertía el alcalde -, que nos alquilan habitaciones, que consumen en las tabernas, que se dejan sus buenos cuartos en el pueblo…

Una realidad que llega a nosotros a través de las vidas de personajes tan brillantes como la Uruguaya (la madame del burdel), Pedrito el Piojo y el Burro  Mojao (ladrones al por mayor), el Chato Puertas (constructor corrupto y traficante de influencias), el censor Diego Medina (cruzado de la decencia), pasando por el propio Franco (ese “listito que siempre va a lo suyito”) o por el príncipe Juan Carlos (el hijo casadero de Don Juan).

Una áspera realidad, al fin, a la que el autor consigue quitarle el regusto amargo con humor y emoción. Altamente recomendable y apta al cien por cien como lectura veraniega.

Juan Eslava Galán en la Biblioteca UPM

Chiruca Casado

El secreto de Joe Gould. Joseph Mitchell

Cubierta de El secreto de Joe Gould, Joseph MitchellJoseph Mitchell

El secreto de Joe Gould

Anagrama

Joe Gould es un bohemio. Él incluso se jacta de ser el último.

Todos los demás se han quedado en el camino, algunos están bajo tierra, otros en el manicomio y otros en la publicidad

Vive en el Nueva York de los años 40 y tiene un único objetivo en la vida, escribir una ingente obra llamada “Historia oral de nuestro tiempo”, basada en conversaciones, observaciones, escenas cotidianas, que darán como nunca antes un semblante de la historia real del mundo en su momento.

Lo que antes considerábamos historia -reyes y reinas, tratados, inventos, batallas…- es mera historia formal y en gran medida falsa. Por mi parte, o pongo por escrito la historia informal de los de a pie -lo que la gente tiene que decir sobre sus trabajos, amores, juergas…- o me muero en el intento. Lo que dice la gente es historia.

Lleva más de veinticinco años escribiendo su historia, lo hace en cuadernos que va repartiendo por los sótanos de sus amigos, y no parece en absoluto que esté cerca de terminarlo. Siempre que habla de su Historia oral hace hincapié en su extensión y dimensiones. “Una noche de junio de 1942, por ejemplo, le contó a un conocido que en aquel momento la obra tenía ya alrededor de nueve millones doscientas cincuenta mil palabras” … “O sea que es doce veces más larga que la Biblia”.

No se trata de un homeless al que la vida ha llevado a ese extremo, sino de un hombre que consciente y voluntariamente, y a pesar de ser licenciado en Harvard y pertenecer a buena familia, asume que esta es su misión y decide retirarse del tipo de vida convencional. La Historia oral ha sido mi soga y mi patíbulo, mi cama y mi pupitre, mi esposa y mi fulana, mi herida y la sal que en ella se derrama, mi whisky y mi aspirina, mi roca y mi salvación. Es lo único que me importa. Todo lo demás es basura.

Fotografía de Nueva York durante la Gran Depresión

El periodista Joseph Mitchell, autor del libro, se cruza con este personaje en Manhattan y lo incluye en la serie llamada “Perfiles” que se publicaban en el mítico “The New Yorker”, crónica que supone la primera parte del relato llamada “El profesor Gaviota”. La segunda se publicó más de veinte años después. Suponen una magistral biografía en cuyo telón de fondo están presentes La Gran Depresión, el capitalismo salvaje y la sociedad neoyorquina.

Joe Gould tiene un secreto, y lo iremos descubriendo a medida que su personalidad nos vaya despertando distintos sentimientos. Esta manera de narrar es lo que da ritmo e interés a la obra. Por algo su autor es conocido como “cronista de lo insólito y lo original”.

Rosalía Casamayor

La luz que no puedes ver. Anthony Doerr.

Cubierta de La luz que no puedes ver, Anthony Doerr

La luz que no puedes ver
Anthony Doerr
Barcelona: Suma de letras, 2015

Doerr no sólo es un novelista. Es un gran chef de las letras. Ha cocinado, con una precisión y exquisitez fuera de duda, ingredientes de gran calidad: una buena historia; personajes sensibles y valientes enmarcados en un escenario brutal que resalta todas sus cualidades; capítulos cortos, rápidos, que invitan a  leer y a sentir la historia; y una estructura que alterna y salta temporalmente entre ambos personajes, Marie-Laure y Werner. Y, todo ello, aderezado con un excelente y sentimental estilo, casi poético.

La luz que no puedes ver cuenta la vida de dos personajes, Marie Laurie, una niña ciega, y Werner, un niño huérfano adoctrinado por los nazis, a quienes la guerra y su común adicción por la radio, une de forma efímera e intensa en Saint-Malo (Francia). La habilidad de Doerr para modelar los personajes, consigue que el lector se sitúe en ese mundo de destrucción que les hace madurar antes de tiempo, convirtiendo su dignidad y capacidad de empatizar, en herramientas de supervivencia.

Aunque está ambientada en la II Guerra Mundial, no es una novela histórica. Sin embargo, a pesar de no profundizar en los detalles y horrores de la guerra, se adivina la barbarie en los recovecos de las descripciones, en las elipsis,  porque no es necesario ser explícito para mostrar más y mejor. Ejemplos de ello son sus certeras imágenes: “entra una fría brisa y con ella se hincha de miedo el recibidor”, y esa manera de saltar en el espacio-tiempo cabalgando de una sensación a otra, mientras pasa la guerra, el tiempo y el lector sigue feliz, abandonado a su buena digestión.Fotografía de Anthony Doerr

Lo mejor de todo, lo más sorprendente y lo que más me gustó, es el final, del que el mismo autor dice: “Esto es una novela que tiene mucho de inspiración en la realidad. Es ficción, por supuesto, pero que nadie espere un guion de Hollywood”.

Este libro ha seducido por igual a lectores de todas las edades y críticos y ha conseguido muchos premios, entre ellos el Pulitzer de ficción en 2015 y el de la Asociación de Bibliotecarios de Estados Unidos, que le ha considerado autor del año para adolescentes. Sin lugar a dudas, merece la pena convertir este libro en lectura obligatoria para este verano.

Anthony Doerr en la Biblioteca UPM

Rosa Molina

Misterioso asesinato en casa de Cervantes. Juan Eslava Galán.

Cubierta: Misterioso asesinato en casa de Cervantes, Juan Eslava GalánMisterioso asesinato en casa de Cervantes
Juan Eslava Galán
Espasa, 2015
Premio Primavera de Novela 2015

La verdad es que da gusto leer a Eslava Galán. Tanto sus ensayos de historia como sus novelas, tienen una prosa sencilla y algo sarcástica, que te hace sonreír.

Aquí, en Misterioso asesinato en casa de Cervantes, nos relata cómo Cervantes y sus hermanas son acusados por su vecina, la beata Isabel de Ayala, de la muerte del caballero Don Gaspar de Ezpeleta, ocurrida en las cercanías de su casa.

Cervantes es encarcelado y sus hermanas confinadas en prisión en su propia casa.

La novela recoge el “Proceso de Don Gaspar de Ezpeleta”, en el que Cervantes se vio implicado durante su estancia en Valladolid entre 1603 y 1605. Este documento, que se conserva en La Real Academia de La Lengua, fue transcrito al castellano actual por el filólogo Carlos Martín Aires, de la Universidad de Valladolid en 2005.  Al parecer, Don Gaspar era dado a los amoríos y se veía con la mujer del escribano Galván. Quizá éste recurrió a algún espadachín para liquidar al amante y así poder limpiar su honor.

Tomando como referencia este documento, Eslava Galán nos introduce en la Valladolid medio arruinada tras los fastos celebrados en honor del nacimiento del hijo del rey Felipe III, cuando esta ciudad era la corte de España. A este evento, y para sellar la paz con Inglaterra, (estaba reciente la derrota de La Armada Invencible), es invitado a la corte el embajador inglés, el Conde de Nottingham.

Doña Dorotea, o en su versión masculina, Don Teodoro de Anuso, es llamada por su amiga, la Duquesa de Arjona en calidad de pesquisidora, para esclarecer el asesinato y restaurar la honra de su admirado escritor Miguel de Cervantes.Familia

Para ello, bien vestida de hombre, recurso muy al uso en la época, o bajo su real condición de mujer, interrogará al alguacil Carranza y a la propia acusadora la beata Isabel. Sus lenguas, desatadas por la comida y la bebida le brindarán a Doña Dorotea una primera aproximación al caso. Conocerá también al personaje de Chiquiznaque, matón a sueldo, y, al propio Cervantes y a su familia, sus hermanas, sobrina e hija. Estas charlas nos sirven para conocer de boca del propio Miguel de Cervantes los episodios más relevantes de su vida hasta el año 1605. Así podemos conocer la propia casa donde vivió Cervantes en Valladolid, una casa modesta en el barrio conocido como las Carnicerías, es decir, el matadero público, actualmente rehabilitado como Casa Museo de Cervantes.

Casa Museo Cervantes en Valladolid

Sus hermanas, conocidas como “Las Cervantas” tenían fama de mujeres licenciosas,  tanto en su trato con los hombres, como en el tipo de vida que llevaban; sabían leer y escribir, cosa poco corriente entre las mujeres de su época.

En la trama se mezclan hechos y personajes históricos con los de ficción : Doña Dorotea, el malo valentón Chiquiznaque, el espadachín Muzio Malatesta que nos recuerda los relatos del Capitán Alatriste…

El lenguaje no es castellano antiguo, pero tiene el encanto arcaico de palabras y expresiones  que encajan a la perfección con la época en la que tiene lugar el relato. El término pesquisidor, me parece delicioso, para designar al encargado de hacer las averiguaciones o pesquisas , también se habla de ganapanes, vuecencia, faldar y otros muchos en desuso o antiguos.

Solo me queda animaros a que la leáis este verano de sol justiciero para poder refrescaros al menos la mente.

Juan Eslava Galán en la Biblioteca UPM

Ana Carrizosa Fuertes

Los episodios nacionales. Benito Pérez Galdós.

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Benito Pérez Galdós

 

No es mi intención con esta humilde reseña, profundizar en el extraordinario documento histórico y costumbrista que constituye esta obra y que tan ampliamente ha sido estudiado, sino compartir con vosotros mi experiencia con estas novelas con las que he pasado tan buenos ratos.

Como ya sabéis, a lo largo de sus páginas se van sucediendo los acontecimientos históricos que trascurren, aproximadamente, entre 1805 y 1880, y en este marco van apareciendo todo tipo de personajes, desde los que jugaron un papel fundamental en la historia española, a los que nunca aparecieron ni aparecerán en los libros con sus nombres propios. Y a todos les une lo mismo: son producto de su época, sí, pero a la vez fruto de la naturaleza humana que se va adaptando a los tiempos que le toca vivir y que es la misma hasta nuestros días; por ello esos personajes nos resultan tan familiares, porque con distintos matices, en el fondo, son los mismos que ahora:  ambiciosos, arribistas, trepas, corruptos, cotillas, intelectuales de muy diverso pelaje, mediocres con y sin ínfulas, diletantes, idealistas, fanáticos, hedonistas, vanidosos, masoquistas y sádicos, carismáticos, pragmáticos, románticos, insatisfechos, amargados, mezquinos, modernos (de la época), iluminados… héroes y villanos, a veces descritos con una especie de maniqueísmo infantil que produce ternura; y a veces dándose ambas facetas en la misma persona e incluso al mismo tiempo, lo que produce cierta inquietud (qué miedo da a veces el ser humano).

Y esas pasiones tan desatadas: la envidia, la ambición, la avaricia, el resentimiento, el amor, los celos, el odio, el desprecio, la lujuria, el orgullo, el resentimiento…y esa tendencia tan española (¿sólo española?) a la lucha fratricida, a la polarización, a las dos Españas que parece que nos empeñamos en recuperar una y otra vez. Y esa facilidad para elevar a los altares a alguien para luego bajarlo a los infiernos. Y para cambiar de opinión en función de las circunstancias cambiando de principios como de chaqueta en función del sol que más calienta y a veces, estrictamente por pura  supervivencia (social o incluso física). Y la estupidez, siempre la estupidez, que se manifiesta de tantos modos pero que al fin y al cabo, en esencia, siempre es la misma, y que puede llegar a ser tan peligrosa (repito: qué miedo da a veces el ser humano).

Todavía me pregunto cómo llegó a conocer Galdós tan bien tantas y diferentes pasiones humanas, y la vida cotidiana en ambientes tan distintos como la corte y los palacios, el campo y la ciudad, los barrios más elegantes y los más populares incluyendo los bajos fondos,  los ambientes de vida licenciosa, los prostíbulos, los conventos,  las sociedades secretas,  el ejército y la guerrilla, las Cortes (cuando funcionaban), las terribles batallas y las peleas de barrio.

Cuánto material tendría hoy Galdós para reanudar sus inconclusos Episodios Nacionales, casi seguro que con personajes similares. En vano he intentado encontrar otro autor que me recuerde a él,  pero he de reconocer que hasta ahora no lo he conseguido. Seguiré intentándolo. Y si no, de vez en cuando, siempre podré releer sus obras.

 

Benito Pérez Galdós en la Biblioteca UPM

 

Matilde Sanz López

 

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