Ojos azules. Toni Morrison

Cubierta de Ojos azules, Toni MorrisonOjos azules
Toni Morrison
Barcelona: B.S.A., 1994

Chloe Ardelia Wofford, conocida como Toni Morrison, defensora de los derechos civiles y comprometida luchadora contra la discriminación racial, fue la primera mujer negra en recibir el Premio Nobel de Literatura (1993).

La obra que nos trae hoy aquí es su primera novela, escrita en 1970.

“Aunque nadie diga nada, en el otoño de 1941 no hubo caléndulas. Creímos entonces que si las caléndulas no habían crecido era debido a que Pecola iba a tener el bebé de su padre”.

“El arranque de una novela es lo más importante para mí, al igual que el final”. El comienzo de “Ojos azules” (“The bluest eye” en su versión original, título mucho más acertado) es digno de una gran novela y supone toda una declaración de intenciones que nos pone en la pista de lo que nos espera.

Ohio, a comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Pecola es una niña preadolescente, negra, pobre y fea, que habita con una familia desestructurada que, como el resto de personas que le rodean, la ignoran.

En este marco de invisibilidad, Pecola cree que la única manera de dejar de ser pobre, negra y fea es teniendo los ojos azules, los ojos más azules. El estereotipo de la belleza blanca como solución a todos sus negros problemas.

Tremendo planteamiento el de esta obra, que toca todos los palos y no deja que se le escape ni una miseria humana: machismo, violencia de género, racismo, pobreza, pederastia, prostitución, marginación social, violación… Y, envolviéndolo todo, un concepto tan perverso como la autoaversión racial, o cómo odiar a tu propia raza. El amor apenas asoma.

“Vivían allí porque eran pobres y negros y se quedaron allí porque se creían feos… Mirabas a aquellas personas y te preguntabas por qué serían tan feas… Luego te dabas cuenta de que el motivo era la convicción, su convicción. Era como que algún maestro omnisciente hubiera dado a cada uno un manto de fealdad para que lo llevasen y ellos lo hubieran aceptado sin rechistar”

Una novela negra en el más amplio sentido de la palabra: negra es su autora, negra la realidad social que pinta y negros son sus protagonistas, a los que pretende devolver su dignidad criticando esa “mirada blanca” que todo lo invade.

Una realidad bestial narrada con una prosa fluida y bella, de esa que no puedes dejar de leer, llena de densas metáforas, con un lenguaje rico y depurado (que en la versión original supone una dificultad añadida), que Toni Morrison utiliza para llevarnos a profundas reflexiones que, a buen seguro, te van a remover por dentro y más de una vez te dejarán con la boca abierta. Un dulce envoltorio para un caramelo muy ácido.

Cuando la acusaban de que sus libros eran tristes, ella lo negaba:

“Al final de mis libros los personajes tienen una sabiduría de la que carecían al principio. Hay un rayo de clarividencia que les ilumina, pero digamos que el paraíso no existiría si todo el mundo fuera admitido”.

Está claro que ninguno de los personajes de “Ojos azules” fue admitido en el paraíso pero yo sí he conseguido, gracias a Toni Morrison, una sabiduría de la que carecía antes de leer su obra. Estoy muy agradecida a la persona que la puso en mis manos y os la recomiendo vivamente.

Chiruca Casado

La flecha del tiempo. Martin Amis

Cubierta de La flecha del tiempo. Martin Amis

La flecha del tiempo. Martin Amis

Tit. Original: Times’s arrow or the nature of the offence

Anagrama, 1991

 

“Desperté del más negro sueño y me encontré rodeado de médicos…”

El genial Quino, padre de Mafalda, siempre ha creído que la vida debería ser al revés: empezar muriendo y acabar en un feliz orgasmo.

Este es el planteamiento vital de Martin Amis (Swansea, Reino Unido, 1949) en “La flecha del tiempo”, expresión que se refiere a la dirección que éste toma y que discurre sin interrupción desde el pasado hasta el futuro pasando por el presente.

El fin de la muerte del personaje principal, Tod T. Friendly, es, a la vez, el nacimiento del narrador, su conciencia interna, que hace un relato lineal de su vida pero con el paso cambiado, marcha atrás.

Esto hace que la vida del protagonista, que aparece a lo largo de la obra con diferentes nombres e identidades, se vuelva totalmente ilógica en este mundo al revés: abandona a su pareja cuando más la quiere, se saca la comida de la boca y la devuelve al plato, se despierta yendo a dormir, los excrementos vuelven a su cuerpo…

Tras esta historia que involuciona se esconde un secreto acerca de la vida de Tod que va tomando forma a medida que rejuvenece y que da la clave de su devenir y sentido a la narración. Por supuesto, mi boca está sellada porque se trata de hacer una reseña, no un “spoiler”. Quien quiera despejar el misterio tendrá que leer el libro hasta el final.

No se puede decir que “La flecha del tiempo” sea una lectura para pasar el Fotografía de Martin Amisrato. Se trata de una obra compleja, que exige una relectura constante y que, con la historia de Europa Occidental del S. XX de telón de fondo, narra una historia cruel , satírica y con momentos cómicos que la convierten en una tragicomedia.

La lectura del revés, por otra parte, resulta estimulante y supone un buen ejercicio mental. ¿Un truquito?: prueba a leer los diálogos de fin a principio. Te resultará mucho más fácil.

 

“… ¿Cuáles son las fechas de la Primera Guerra Mundial?

De acuerdo – dice el paciente, enderezándose en su asiento.

Ahora voy a hacerle unas cuantas preguntas.

No

¿Duerme usted bien? ¿Tiene algún problema digestivo?

Cumpliré 81 en enero.

Y tiene usted… ¿qué edad tiene?

Tiene su gracia, ¿no?

 

Martin Amis en la Biblioteca Universitaria UPM

Chiruca Casado

La vegetariana, Han Kang

LA VEGETARIANA
Título original: 채식주의자 (Chaesigjuuija)
Cubierta de La vegetariana, Han Kang
Autora: Han Kang (2007)
Editorial: Rata Books, 2017
Traductora: Sunme Yoon

Todo esto no tiene ningún sentido.

No puedo aguantar más.

No puedo seguir adelante.

No quiero seguir adelante.

Volvió a recorrer con la vista los objetos de la casa. Nada de lo que había allí era suyo. Del mismo modo que su vida no había sido nunca su vida.

“La vegetariana”, escrita en 2007 por la coreana Han Kang, llevada al cine por Lim Woo-Seong en 2009 y rescatada para su publicación en España por su traductora, Sunme Yoon, llegó a mis manos con una recomendación breve pero intensa: “da para mucho”.

Y con una advertencia: “si tienes la tentación de leer esta novela porque no comes carne, no lo hagas”.

El título es muy mediático pero el libro no es para nada un manual del buen comer, sino la historia brutal de una mujer, Yeonghye, que “no tiene ningún atractivo en especial ni defecto en particular” y que, empujada por unos sueños recurrentes, decide convertirse en vegetariana, poniendo patas arriba el mundo que la rodea y provocando todo tipo de reacciones: rechazo, deseo, frustración, desdén, odio, violencia.

No estamos hablando de una activista vegana que lucha para cambiar el mundo, sino de una mujer corriente que sólo pretende transformarse a sí misma y ser dueña de su vida, pero este proceso de transformación de lo animal a lo vegetal, que implica desligarse de la violencia humana para llegar a convertirse en un ser vegetal, no supone para ella curación ni felicidad.

En este viaje hacia la deshabitación del cuerpo, Yeonghye no tiene voz. Su historia se estructura en tres capítulos, narrados cada uno de ellos por personas cercanas que cuentan desde su punto de vista diferentes episodios del proceso de “autodestrucción” de la protagonista:

  1. “La vegetariana” recoge la incomprensión y frustración del marido en el momento en que su mujer se hace vegetariana.
  2. En “La mancha mongólica” el marido de su hermana, videoartista en horas bajas, se da cuenta de que su cuñada tiene una mancha de nacimiento en la nalga que se convertirá en inspiración artística y en una obsesión sexual  incontenible.
  3. “Los árboles en llamas” pasa el hilo narrativo a Inhye, hermana de Yeonghye, que  llega a su última etapa de abandono del cuerpo para fundirse con los árboles, crecer hacia abajo y alimentarse únicamente del sol y la lluvia.
    “¿Por qué es tan malo morir?”. Buena pregunta.

Fotografía de Han Kang

Premio Man Booker Internacional 2016, “La vegetariana” es una novela devastadora donde se abordan magistralmente temas como la violencia, la depresión, la violación, las enfermedades mentales, la muerte, la injerencia médica… y, sobre todo, la soledad, esa profunda soledad que atrapa a los personajes en una infranqueable tela de araña.

No te la pierdas. Merece la pena.

Chiruca Casado

El misterio de la cripta embrujada. Eduardo Mendoza

Cubierta de El misterio de la cripta embrujada, Eduardo MendozaEl misterio de la cripta embrujada
Eduardo Mendoza

No te dejes confundir con el título, porque no estamos ante una novela de misterio para adolescentes: se trata de un “experimento psicopático” en el que el narrador y protagonista (anónimo) es un enfermo mental, suburbial, maloliente y pervertido pero lúcido y dotado de una especial habilidad para resolver casos complejos, razón por la cual el comisario Flores solicita su colaboración en la investigación de las misteriosas desapariciones de unas niñas internas en el colegio de las madres lazaristas con la contrapartida de ser liberado del manicomio en el que está encerrado.

De la mano de este esperpéntico Quijote desfacedor de entuertos, el autor nos conduce a las más disparatadas e hilarantes situaciones en un universo de personajes absurdos, excéntricos y marginados que cohabitan en la Barcelona postfranquista de entre los cuales Cándida, la hermana prostituta de cuerpo deforme, se lleva la palma:

        Tenía… los ojos muy chicos, con tendencia al estrabismo cuando algo la preocupaba, la nariz chata, porcina, la boca errática, ladeada, los dientes irregulares, prominentes y amarillos… Le había salido el cuerpo trapezoidal, desmedido en relación con las patas, cortas y arqueadas, lo que le daba un cierto aire de enano crecido…

A través de las descripciones físicas y psicológicas de estos enrevesados personajes y con gran derroche de humor e ironía, el autor está haciendo una profunda crítica a los poderes fácticos de esta complicada época de la historia de España: la transición a la Democracia.Fotografía de Eduardo Mendoza

A decir de Mendoza, “España en aquellos años era triste, amarga y violenta”, lo que le llevó a exiliarse voluntariamente a Nueva York, donde escribió la novela en menos de una semana (“Escribí divirtiéndome como nunca lo había hecho”). Ésta fue la primera de una serie continuada por “El laberinto de las aceitunas” (1982), “La aventura del tocador de señoras” (2001) y “El enredo de la bolsa y la vida” (2012).

Cuando leas la novela te darás cuenta de por qué le han dado a Eduardo Mendoza el Premio Cervantes 2016 (“por su lengua literaria llena de sutilezas e ironía”) y de cómo consigue, con su lenguaje arcaizante y sus personajes marginales, retrotraernos en el tiempo hasta situarnos en el mundo de la novela picaresca, como si del “Ministerio del Tiempo” se tratara.

Eduardo Mendoza en la Biblioteca UPM

Chiruca Casado

De la alpargata al seiscientos. Juan Eslava Galán.

Cubierta de De la alpargata al Seiscientos, Juan Eslava GalánJuan Eslava Galán

De la alpargata al seiscientos

Planeta, 2011

O, lo que es lo mismo, de la miseria al consumo.

Siempre nos han dicho que no se debe empezar la casa por el tejado pero en esta ocasión vamos a tener que hacerlo porque la obra que nos ocupa es la tercera parte de una serie (“Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie”, “Los años del miedo”) en la que el autor narra de manera novelada y con irónico humor la vida de los españoles durante la dictadura franquista, desde 1952 hasta 1960.

La grandeza de este documental histórico es que consigue, con ternura y vis cómica, ofrecernos un reflejo veraz de estos años grises de la historia de España en los que, haciendo gala de un aperturismo que no lo fue tanto, los españolitos le dijeron adiós a las cartillas de racionamiento para abandonarse  en los brazos de los norteamericanos y sus bases, dieron de lado el ancestral botijo para poner algo de chispa en sus  insulsas vidas bebiendo Coca-Cola y los seriales de la radio comenzaron a ceder espacio en las tardes tediosas al gran invento de la época, la televisión.

          – ¡Coño!, ¿qué es? – se impacienta Nemesio.

– ¡Coca-Cola – anuncia el Chato Puertas levantando triunfalmente el vaso -, la bebida del futuro!… Los americanos no beben otra cosa – informa el Chato Puertas a su amigo – Ni cócteles, ni vino, ni gambainas: ¡Coca-Cola!”

Un mundo que para los menores de 50 años puede resultar estrambótico e irreal pero que para quienes ya peinan canas y tuvieron que sufrir el consabido No-Do antes de cualquier película, era su realidad cotidiana.

Una realidad poblada de miseria económica, moral e ideológica, de curas,  confesionarios y Concordatos, de sexualidad reprimida, de falangistas,  de adeptos al régimen que hicieron su agosto, de cacerías sin fin… Pero también de frigoríficos, Vespas y  Seiscientos o del turismo liberador, una bocanada de aire fresco en aquella España asfixiante.Fotografía

 Don Pedro emitió un decreto municipal en el que prohibía al vecindario, bajo pena de multa, insultar a las turistas extranjeras que se bañaban en la playa en biquini.

-¡Es que son unas guarras! – protestaban algunas señoras de misal, velo, novena y lutos sucesivos.

-Son personas que no se meten con nadie – advertía el alcalde -, que nos alquilan habitaciones, que consumen en las tabernas, que se dejan sus buenos cuartos en el pueblo…

Una realidad que llega a nosotros a través de las vidas de personajes tan brillantes como la Uruguaya (la madame del burdel), Pedrito el Piojo y el Burro  Mojao (ladrones al por mayor), el Chato Puertas (constructor corrupto y traficante de influencias), el censor Diego Medina (cruzado de la decencia), pasando por el propio Franco (ese “listito que siempre va a lo suyito”) o por el príncipe Juan Carlos (el hijo casadero de Don Juan).

Una áspera realidad, al fin, a la que el autor consigue quitarle el regusto amargo con humor y emoción. Altamente recomendable y apta al cien por cien como lectura veraniega.

Juan Eslava Galán en la Biblioteca UPM

Chiruca Casado

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