Las bicicletas son para el verano / Fernando Fernán Gómez

Fernando Fernán Gómez: Las bicicletas son para el verano.

Ediciones impresas: Espasa-Calpe (Austral), Cátedra (Letras Hispánicas).

Estreno en teatro: 1982.

Versión cinematográfica dirigida por Jaime Chávarri: 1984.

 …para una guerra hace falta mucho campo o el desierto, como en Abisinia, para hacer trincheras. Y aquí no se puede porque estamos en Madrid, en una ciudad. En las ciudades no puede haber batallas. (Prólogo)

Gran figura la de Fernando Fernán Gómez, autor, director e intérprete, siempre a recuperar y revisitar. En plena madurez en los años 70, dejó brotar el caudal de sus remotas vivencias del Madrid sitiado de la Guerra Civil (1936-1939) en una obra que, aunque premiada, no se estrenaría hasta más tarde, ya en el reflujo de la Transición. Un relato de baja clase media menestral que trasciende completamente el mero neocostumbrismo, una historia construida con gran oficio y estilo, con humor inteligente y fino análisis social, con una administración rigurosa de las embrolladas relaciones entre razón moral y razón política, tan propicias  a menudo al juego de trileros sobre aquellos acontecimientos. El resultado es una magnífica tragedia para la introspección colectiva.

Existen numerosas ediciones de Las bicicletas… La más veterana de Austral es contemporánea de la época del estreno e incorpora datos y preciosas fotografías de aquel primer montaje. Contiene también una introducción de Eduardo Haro Tecglen: algunas de sus apreciaciones han sido largamente sobrepasadas por el tiempo transcurrido, pero aporta información interesante sobre el propio Fernán Gómez y sobre la situación del teatro español a principios de los años 80. Por su parte, la edición de Cátedra tiene más trabajo crítico y una realización más pulcra.

Además, podemos disfrutar de la estupenda versión cinematográfica de Jaime Chávarri. En ella Agustín González conserva el papel protagonista -el memorable Don Luis- que ya había interpretado en teatro. Pero la localización geográfica cambia respecto al texto original: Chamberí es sustituido por el barrio de los Austrias, más asequible para filmar exteriores que no hayan cambiado tanto respecto a la época de la acción.

En fin, está claro que hay mucha literatura carcelaria, concentracionaria, y bélica en sentido general. Desde este punto de vista contextual, Las bicicletas… caería dentro de un subgénero específico de literatura “de asedio”, como la Gerona de Galdós (Episodios Nacionales). Madrid, con su gran tamaño y población, sufrió en la realidad histórica una experiencia de este tipo desde 1936 a 1939 con terrible violencia externa e interna y -debido al desenlace final de la guerra- sin oportunidad de duelo, expiación y reflexión adecuadas. Este es el laberinto trágico de Las bicicletas son para el verano.

Se acabó el pecado, joder. Únicamente hay que respetar, eso sí, el mutuo acuerdo entre la pareja. Que uno se quiere largar, pues se larga. Pero nada de cargarse a la chica a navajazos. Cada uno a su aire.  Y en la propiedad, ni tuyo ni mío. Los mismos trabajadores organizan la distribución de los frutos del trabajo, y ya está. Y la educación, igual para todos, eso por descontado. Tendrás todos los libros que quieras, Luis, para que sigas con tu manía. Y para que enseñes a los demás trabajadores, que ahí está la madre del cordero. (Cuadro IX)

Fernando Fernán Gómez en: Biblioteca UPM.

Jaime Chávarri en: Biblioteca UPM.

Est-il utile de tromper le peuple? (Condorcet), una cuestión de 1778

Est-il utile de tromper le peuple? (¿Es conveniente engañar al pueblo?); una cuestión de 1778 planteada por Federico II de Prusia y respondida por Marie Jean Antoine Nicolas de Caritat (marqués de Condorcet desde 1786).

Hay veces que el nombre (Caritat) lo dice todo… y el apellido (marqués) también.retrato de Condorcet

Condorcet nació en Picardía (región de Francia) en 1743, y quedó huérfano de padre desde muy joven (or so they say). Estudió en Reims con los jesuitas; posteriormente en el Collège de Navarre (de París) demostró su valía para las matemáticas. D’Alembert (el famoso enciclopedista) fue su profesor (de matemáticas) y protector, y estando este último en Prusia como matemático del Rey, después de Euler (que renunció harto y se fue a Rusia), se planteó la cuestión arriba mencionada.

Condorcet se casó (bien) en 1786, con Sophie de Grouchy (véase retrato), voraz lectora de todos los enciclopedistas (entre ellos Marie Jean Antoine Nicolas). Fue tras su matrimonio, que Condorcet (el marqués) empezó a interesarse en cuestiones sociales (y políticas), y como consecuencia se posicionó a favor de la Revolución (francesa) de 1789.

En 1794 Condorcet (sin ser ya marqués por culpa de la revolución) fue encarcelado y murió a los dos días (no se sabe si de un edema pulmonar o envenenado). Dicho esto, parece que el tiempo nos autoriza a airear la cuestión; además el texto es muy hermoso, está muy bien escrito, y es completamente literario (y por tanto no peligroso).

retrato de SophieCuriosamente resulta actual en muchos entornos, aunque no sabría decir cuál.

“si se extrae falsas conclusiones a partir de verdades aisladas mezcladas con algunos errores, es probable que, si no se hubiera tenido otra cosa que errores se hubieran adoptado otras falsas conclusiones y en mayor número todavía”

No es la única cuestión interesante que planteara el rey de Prusia, Federico II, probablemente animado por Voltaire, un diletante (por aficionado que no por sabio). Por ejemplo, Qué es la ilustración (Was ist Aufklärung), fue otra de las cuestiones (1784) que en este caso contestó Emmanuel Kant, que no es sospechoso de nada por ser amigo del saber (filósofo).

“Una generación no puede obligarse y juramentarse a colocar a la siguiente en una situación tal que le sea imposible ampliar sus conocimientos, presuntamente circunstanciales, y, en general, avanzar en el estado de ilustración; constituiría esto un crimen contra la naturaleza humana, cuyo destino primordial radica precisamente en este progreso”.

carátula del libroCuriosamente, los filósofos actuales no prestan atención a ese escrito (por ser menor), aunque esté en la PAU, y ni siquiera se lee en secundaria (aunque los chavales lo entenderían perfectamente); a mí me parece mucho más interesante que el imperativo categórico, por muy categórico que éste sea (defectos de ingeniería).

Nada más se puede decir, sin empeorar lo dicho por los propios autores, así que mi recomendación es volver a las fuentes y leer todo desde el principio. Bon profit; yo me quedo con Byron (que era un romántico y por ello más peligroso todavía).

Condorcet en la Biblioteca UPM

El pueblo en la guerra, de Sofia Fedórchenko

 

  El pueblo en la guerra.   Sofia Fedórchenko

  Traducción Olga Korobenko

  Hermida Editores

 

¡La que nos ha caído! Como si fuera el juicio final…No puedes dejar de obedecer, pero si obedeces, tu alma no lo aguanta…De cordura, ni una pizca. Ahora lo recuerdo pero antes: un estruendo horroroso, los obuses zumban, explotan, nuestros heridos vociferan…Y los heridos también aúllan como lobos, de miedo mortal…No hay nada más horrible que ese miedo… ¿Adónde quieren que vayas?…No avanzas, la gente se apiña…Los jóvenes chillan y rugen como bestias… Este saca el revólver y me dice: “¡Sal!”. Yo reculo, un  montón de  paisanos alrededor…Intento subirme y esta va y me dispara…No me dio, pero todos salieron en estampida y fueron al ataque.

Ha estallado la guerra. Ciudadanos de todo el continente son movilizados. Entre ellos, millones de rusos, la mayoría de ellos campesinos, son arrancados de sus isbas, de sus hogares, lejos de sus familias y lanzados a una guerra que no entienden, en lugares que  no conocen. Por qué está guerra, se preguntan muchos. Da igual, no tienen porque saberlo, solo son soldados, solo les queda obedecer.

¡No hay vida en esta guerra! Tengo miedo y me arrepiento. Y todo lo que hago resulta pecado. Si no obedezco, es pecado, y si obedezco me mandan cometer pecados tan gordos que da miedo morirse después.

Y dentro de ese mundo de miseria y horror, de sufrimiento y dolor, se encuentra Sofía Fedórchenko. Ella es enfermera en un hospital. Está rodeada de soldados que han vivido en primera persona esa guerra. Ella es lo opuesto a lo que han vivido. Y los soldados hablan…de sus miedos

No se veía nada, pero oí la respiración de alguien. Pregunté: ¿Quién va? ¡Voy a disparar! Silencio. Quise pensar, mas no había tiempo. Así que disparé…

de sus enemigos…

Me acerco a la ventana: toc-toc…Abre una mujer tímida, tiembla y no dice nada. Le pido pan. Hay un mueble en la pared, saca de allí pan y queso y empieza a calentar vino en un hornillo. Mastico a dos carrillos. Pienso: no hay fuerza capaz de arrancarme de este sitio…Se oye otra vez el toc-toc en la ventana… La mujer abre, igual que a mí. Veo irrumpir en casa a un austríaco…Nos miramos, se me atraganta el pan, estoy por vomitar… No sabemos qué hacer… Se sienta, coge de pan y de queso. Se pone a comer, zampa igual que yo. La mujer nos sirve vino caliente y dos tazas. Y empezamos a beber como unos vecinos. Bebemos, comemos, nos acostamos en el banco, cabeza contra cabeza. Y por la mañana nos vamos cada uno por nuestro lado. No había nadie para mandarnos.

de los compañeros…

En la locomotora me acoplé muy bien. Mis compañeros eran muchachos gallardos: sabían tanto trabajar como divertirse. También sabían ser buenos amigos, su amistad llegaba hasta lo más profundo del alma. Esos no se habrían peleado por un hueso, no…

Sofía Fedórchenko recogió siendo enfermera en el frente, donde se había alistado en 1914, los testimonios de los soldados heridos en combate. De sus miedos, de sus alegrías, de sus tristezas, de una vida distinta a la que habían conocido hasta entonces. Una vida de las que muchos no regresarían  y que a la mayoría les dejaría secuelas imborrables.

Era tan idiota que cuando me acostaba, cruzaba los brazos sobre el pecho… Por si me moría mientras dormía. Y ahora no tengo miedo ni a Dios ni al diablo…Después de haber metido la bayoneta junto con el brazo en una barriga, se me quitó todo…

Sofía Fedórchenko nació en San Petersburgo en 1880 y murió en la misma ciudad en 1957.

El pueblo en la guerra se publicó por primera vez en 1917. A ella la siguió una segunda parte centrada en la Revolución y una tercera dedicada al periodo de la Guerra Civil ( 1918-1922) y que no se publicó hasta 1990.

El campesino ruso no perecerá jamás, tiene raíces profundas en la tierra. La tierra es su padre y su madre, la guerra es su fin mortal.

 

El idiota moral: la banalidad del mal en el siglo XX / Norbert Bilbeny

Norbert Bilbeny:

El idiota moral: la banalidad del mal en el siglo XX.

Barcelona. Anagrama, 1993.

Malraux dijo: “Con los primeros gases mortales Satán reapareció en el mundo.” Si no queremos olvidarnos de Satán, habrá que pensar que ha venido también… con la camisa planchada y un título de master bajo el brazo. (p. 42)

La reciente publicación en castellano del libro de Christian Ingrao, Creer y destruir, sobre los intelectuales de las SS, ha vuelto a traer a la palestra las difíciles y controvertidas relaciones entre sabiduría, inteligencia, moral y ética. En algún sentido el nudo ya fue aflojado hace ochenta años en Salamanca con la contestación de Miguel de Unamuno al improperio contra el intelecto por parte de Millán-Astray. Pero parece que el tema no se agota ni se agotará: ¿son compatibles el saber y la capacidad lógica con la práctica de la atrocidad?

En torno a ello se construye El idiota moral de Norbert Bilbeny, un autor en castellano, catalán e inglés que ha consagrado buena parte de su obra filosófica al estudio de la ética. Cómo podemos definir y delimitar esa idiocia moral y ante ella, cuál es la posibilidad para juzgar a sus sujetos -¿nihilistas, verdaderamente conscientes, responsables plenos o parciales?- son los objetivos del libro. Este apareció en la primera mitad de los 90, o sea próximo a nuevos genocidios en los Balcanes y Ruanda, y en pleno despliegue de la insensibilidad ultraliberal, si bien en primera instancia se remite al concepto de banalidad del mal tal y como había sido acuñado por Hannah Arendt tras su experiencia del juicio de Adolf Eichmann en 1961. El idiota moral tiene una considerable carga de perspectiva psiquiátrica y puramente filosófica pero según se avanza en la lectura, se repasan aspectos jurídicos, sociales e históricos. Sigue siendo una estupenda lectura para este siglo XXI tan rebosante de desproporción informativa y automatismo criminal.

El genocida era, es, un loco en el cuerpo de alguien que está en su sano juicio. Sufre locura moral, lo que quiere decir que es inteligente pero nada razonable a la vez. Ello no sólo es posible: se ha hecho realidad y ha tenido millones de seguidores. Ayer condenaron el antisemitismo, pero el exterminio no fue contrario a su conciencia. Hoy aborrecen el racismo, pero no soportan personalmente a los extranjeros. (p. 86)  

Norbert Bilbeny en: Biblioteca UPM.

La luz de la noche (The last days of night). Graham Moore

carátula del libroLa luz de la noche
(The last days of night, 2016)
Graham Moore
Barcelona : Lumen, 2017
Traductor: Antonio Lozano

La luz de la noche, The last days of night (en su título original) es el relato novelado del alumbramiento de la electricidad como actividad intelectual y empresarial; su efecto sobre el desarrollo industrial y económico; sobre los litigios billonarios relacionados con las patentes y las licencias de explotación, y el juego sucio encubierto de todas las partes implicadas.

Se nos describe un ambiente Neoyorkino cultural e industrialmente efervescente, a finales del siglo XIX, apenas un lustro (1885-1890). La invención de la invención como proceso industrial: Edison, Westinghouse, Graham Bell y Tesla, rara amalgama de artesanos, visionarios y vendedores, junto a un joven abogado (en su veintena) desconocido para el gran público y reconocido en el ámbito legal por el desarrollo el Sistema Cravath que sistematiza el reclutamiento, la rotación, el entrenamiento y la promoción del capital humano en los grandes despachos de abogados que hoy vemos en tantas películas y series americanas.

La bombilla de incandescencia y sus filamentos; los generadores de corriente continua frente a los de corriente alterna; la silla eléctrica como afilada artimaña e iconografía de la peligrosidad de unos generadores frente a otros; el reto tecnológico del transporte eficiente de la electricidad a grandes distancias; todos ellos son objeto de reflexión y análisis como ejemplos relevantes (no siempre exitosos) de invención y emprendimiento; término de reciente cuño tan valorado en nuestra sociedad, y en esta Universidad (véase ActúaUPM ya en su 15ª edición).

Si la novela es adictiva, la nota del autor subyuga por su honestidad al desgranar ficción y certeza; cita fuentes verificables sin pedantería, y presta atención a todos los personajes implicados independientemente de su relevancia y reconocimiento, pasado o presente.

foto del autorGraham Moore (1981) es un escritor, guionista y productor de cine que ha recibido múltiples galardones por The Imitation Game, entre ellos el óscar al mejor guion. Esta novela, editada en castellano en mayo de 2017 por Lumen, está actualmente en proceso de ser llevada al cine bajo la dirección de Morten Tyldum.

Cita de norbert wiener

Graham Moore en la Biblioteca UPM

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