Cervantes y los casticismos españoles / Américo Castro

Américo Castro:

Cervantes y los casticismos españoles.

Ediciones: Alfaguara (1966), Alianza (1974), Trotta (2002).

El mundo entorno era vario y conflictivo: señores, letrados, soldados valientes unos y fanfarrones otros, eclesiásticos, inquisidores que no aparecen, pero están ahí, cristianos viejos y nuevos, escritores, vulgo ciudadano y campesino, pastores, bandoleros, jueces y cuadrilleros, cautivos de Berbería, chusma venteril…; y amén de todo ello, ordenaciones –en libros de uno u otro tipo- de todo ese mundo y del extramundo de la fantasía. (p. 68, ed. Alianza)

 

 Durante el centenario de 2016 estuvimos tan deslumbrados por Miguel de Cervantes que no hicimos mucho caso a la abundante producción de los cervantistas. A modo de remedio, nunca es tarde para acercarnos a un clásico de la materia.

 A nivel popular Américo Castro sigue siendo un desconocido. En el ámbito académico su figura se asocia siempre a la polémica mantenida con Claudio Sánchez-Albornoz en torno a la fórmula cultural que dio lugar a la España moderna: la importancia de los ingredientes europeos (románicos, germánicos…) en el caso de Albornoz, frente a los orientales (semíticos) en el caso de Castro. En cuanto al personaje Miguel de Cervantes, Castro rastrea su perfil más allá del icono vulgarizado por manuales ramplones y panteones de ilustres. Acomete un descifrado e interpretación del significado profundo de aquella obra singular, llama la atención sobre las complejas circunstancias sociales en que se elaboró y desvela el sentido de la vida que de ella emana. Américo Castro era de los que piensan que Spain is different respecto a Europa (entendida como Europa Occidental), pero no necesariamente para mal. Al menos en el plano literario: Cervantes sería el botón de muestra, lo que nos lleva a plantearnos una vez más el papel de las tragedias colectivas como estímulos creativos.

 Además, Cervantes y los casticismos españoles toca otros asuntos.  Analizando la trayectoria indiana de Bartolomé de Las Casas, por ejemplo, el autor salta hacia la Filosofía de la Historia, reflexiona sobre la época en la que él mismo escribe – la segunda postguerra mundial-, y su texto toma tintes de testamento historiográfico. En fin, un volumen espectacular que surfea desde el Derecho romano, focaliza en las entrañas del Siglo de Oro español para aterrizar en Los Angeles en los años 60. Desde la muerte del maestro en 1972, lógicamente se ha investigado y publicado más sobre estos temas, pero su obra sigue siendo una referencia y conservando esa capacidad peculiar de apasionar al lector, de comunicarle amor y sed de conocimientos de libros y personas. Como ellos, Américo Castro ya devino metaliteratura.

 Cervantes y los casticismos españoles apareció por vez primera en 1966, en la vieja Alfaguara. Para esta reseña hemos utilizado la edición de bolsillo de Alianza (1974), que cuenta con una atractiva cubierta de Daniel Gil. En 2002 volvió a publicarse como parte de la Obra reunida de Castro en varios volúmenes, por Trotta.

La angustia española de los subnacionalismos y los separatismos no tendrá alivio mientras los capítulos de agravios y dicterios no cedan el paso al examen estricto de cómo y por qué fue como fue lo acontecido – las bienandanzas y las desdichas. El convivir de los individuos y las colectividades se basó en occidente en un almohadillado de cultura moral, científica y práctica; pues en otro caso hay opresión y no convivencia. Cuando el individuo o la colectividad persisten en la autocontemplación y en el regodeo de ser de este o el otro modo (muy suyos, muy peculiares, muy tradicionales, muy entrañables, muy sentidos), florecerán, en el mejor caso, el lirismo con matiz de elegías y añoranza. El individuo y la colectividad permanecerán recluidos indefinidamente en su vallado ámbito. Al poeta lírico no le importa, pero la colectividad en torno a él será muy poco venturosa. (p. 155)

Américo Castro en: Biblioteca UPM.

Luis Ceballos (1896/1967): ingeniero, botánico y profesor. Exposición.

Cartel exposición Luis Ceballos (1896-1967) Ingeniero, botánico y profesorLuis Ceballos
(1896-1967)
Ingeniero, botánico y profesor
Exposición
Del 7 de noviembre al 12 de diciembre de 2017
Hall del Rectorado de la Universidad Politécnica de Madrid
c/ Ramiro de Maeztu, 7
28040 Madrid

Luis Ceballos Fernández de Córdoba  (San Lorenzo de El Escorial 1896-Madrid 1967) fue Ingeniero de Montes y profesor de Botánica, geografía botánica y jardinería de la Escuela de Montes desde 1940 hasta 1966.

La Biblioteca de la Universidad Politécnica de Madrid le dedica su décima exposición bibliográfica en el 50 aniversario de su muerte.

Estudió la carrera en Madrid (1914-1920) pasando por los distintos edificios en los que estuvo provisionalmente ubicada la Escuela durante esos años.

En la exposición pueden verse fotografías inéditas de esos primeros años en los que realizó viajes de estudios por diferentes lugares de España durante los años 1919 y 1920

La realización de los trabajos forestales que desembocaron en el logro del primer Mapa Forestal de España  (1966) a escala 1/400.000 están presentes a través de la colección de imágenes que tiene, de sus estancias en Canarias de 1945 a 1951, la Escuela de Montes.

Fotografía: Trabajos de repoblación Ciudad Universitaria. Excursión Aranjuez 1947.

Trabajos en las Islas Canarias occidentales que  fueron compartidos con Francisco Ortuño, también Ingeniero de Montes que tuvo importantes responsabilidades forestales en España, y que había sido uno de sus alumnos más apreciados. Esta colaboración dio como resultado una obra fundamental: Estudio sobre la vegetación y la flora forestal de las Islas Canarias Occidentales. 1951. IFIE.

Luis Ceballos participó también en la repoblación de la Ciudad Universitaria de Madrid tras la Guerra Civil, los trabajos empezaron en 1941 y se cubrió de vegetación una extensión de 200 hectáreas.

Fotografía: Viaje prácticas a Galicia 1960. Clase de botánica 1945.

Es autor del importante y reconocido Arboreto de la Escuela de Montes y fue, sobre todo, un magnífico profesor que embrujaba a los alumnos con su fascinación por la naturaleza. Sus clases se siguen recordando y la calidad de su magisterio sigue siendo ejemplo respetado por generaciones y generaciones de Ingenieros de Montes.

Sus alumnos y discípulos le dedicaron en 1996 un Arboreto en su pueblo, San Lorenzo de El Escorial, con motivo del centenario de su nacimiento. Es uno de los centros de educación ambiental de la Comunidad de Madrid y tiene casi 4 hectáreas con más de 240 especies de árboles y arbustos autóctonos.

En la exposición puede verse material bibliográfico procedente de diversas bibliotecas de la Universidad Politécnica de Madrid amén de objetos personales de este insigne profesor y una imponente colección de fotografías en gran parte inéditas.

Cervantes de nuevo en España.

Cubierta de La Galatea. Miguel de Cervantes

Cuando desembarcó en Denia Cervantes tenía  treinta y tres años y los últimos diez los había pasado fuera de España entre la guerra y la prisión en Argel. Al volver el escritor decidió renunciar a la carrera militar, y pensó que podía convertirse en funcionario de Indias dado que muchos regresaban de allí con buenas ganancias, trató de obtener un puesto en América pero fracasó.

Mientras tanto, fruto de sus relaciones clandestinas con una mujer casada, Ana de Villafranca, nació una hija, Isabel, criada por su madre y por el marido de esta, llamado Alonso Rodríguez.

A los treinta y siete años, Miguel de Cervantes contrajo matrimonio con  Catalina de Salazar y Palacios; era de Esquivias (Toledo) y tenía sólo dieciocho años. No se sabe la verdadera razón que le llevó a esta boda, pero parece que el motivo no fue el amor. Meses antes  había acabado su primera obra importante, La Galatea, una novela pastoril, el estilo de moda entonces. El editor Blas de Robles le pagó 1.336 reales por el manuscrito, la cantidad era importante y el libro tuvo buena acogida lo que animó a Cervantes a seguir escribiendo.

Entre 1585 y 1600 fijo su residencia en Esquivias aunque venía constantemente a Madrid donde frecuentaba los ambientes literarios.

Cervantes por el mundo: Argel.

Duquesne fait liberer des captifs chretiens apres le bombardement d Alger en 1683

Cuando volvía por fin a España en compañía de su hermano Rodrigo y muy cerca de las costa de Cadaqués una flotilla turca les hizo presos y se los llevaron cautivos a Argel.

Empezaba la etapa más dura de su vida, y la más oscura, estuvo preso durante cinco años.

El cautiverio fue tan largo porque nadie podía pagar el enorme rescate que pedían por su libertad, 500 escudos. El hecho de que Cervantes llevara unas cartas de recomendación del Duque de Sessa y del mismísimo Don Juan de Austria hizo pensar a sus captores que era una persona muy importante y que por el podían sacar mucho más dinero que por cualquier otro de los presos.  Su familia lo intentó, su madre vendió las tierras que tenía en Arganda y tras reunir todo el dinero que pudo se iniciaron las gestiones del rescate. No hubo dinero suficiente para sacar a Miguel de Cervantes de Argel, sí llegó la cantidad para rescatar a su hermano Rodrigo que trajo un plan urdido por el escritor para fugarse de la cárcel.

Durante los cinco años que estuvo allí intentó escaparse tres veces y las tres veces tracasó.

En 1580 los padres Trinitarios que se ocupaban de intentar liberar cautivos, y que en ocasiones se intercambiaban por ellos, consiguieron recolectar entre los mercaderes cristianos griegos la cantidad de dinero necesaria para rescatar a Cervantes. Llegó a España el 24 de octubre desembarcando en Denia y desde allí fue a Valencia. En diciembre regresó por fin con su familia a Madrid.

Cervantes por el mundo: Madrid.

Texeira_centro_madrid_austriasCervantes llegó a Madrid en los años 60 del XVI. A la ciudad le quedaba todavía mucho tiempo para ostentar la capitalidad definitiva y, aunque era utilizada por los reyes como su corte, palidecía ante el gran Toledo vecino. No obstante, para Miguel sería escenario de su formación esencial en letras, donde estudió, disfrutó e hizo sus primeros pinitos creativos. No sabía entonces que sería, después de correr muchas aventuras, el lugar donde terminaría su vida. El célebre plano de Teixeira nos da una idea de aquel callejero intrincado, irregular, de matriz medieval.

El Madrid de los Austrias en: Biblioteca UPM.

 

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