La cripta del Convento de las Trinitarias, última morada de Cervantes. Félix Lasheras

Felix LasherasLa cripta del Convento de las Trinitarias, última morada de Cervantes.

Descripción de su arquitectura.

Félix Lasheras

El profesor de la ETS de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, Félix Lasheras ha sido el encargado de realizar el estudio sobre la arquitectura de la cripta del Convento de las Trinitarias de Madrid dentro del Proyecto Cervantes, destidado a documentar el enterramiento del genial escritor.

La cripta, dice las Lasheras en su trabajo, no ha sufrido modificación alguna desde su construcción y permite estudiar las técnicas constructivas utilizadas en Madrid en el siglo XVII.

Sacristía del Convento de las Trinitarias. Escalera de acceso a la cripta.

Texto del artículo en el Archivo Digital UPM

La flora del Quijote. Discurso de ingreso en la RAE de Luis Ceballos en 1965.

La flora del Quijote

Discurso de ingreso en la RAE de Luis Ceballos

1965

Luis Ceballos (El Escorial 1896-1967)  fue catedrático de la ETSI de Montes; suyo fue el diseño de su Arboreto y el de los jardines de la Ciudad Universitaria de Madrid.

Fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua  en 1965 y dedicó su discurso de ingreso a la flora que cita Miguel de Cervantes en el Quijote. Incorporamos este interesante documento al homenaje que en el blog hacemos a Cervantes durante este año 2016 con motivo de conmemoración del IV centenario de su muerte.

Ceballos fue autor de numerosas obras sobre botánica y de importantes trabajos técnicos, como el Plan General de Repoblación Forestal de España (1933), del que es coautor junto con Joaquín Jiménez Embún, y el Mapa Forestal de España (1966). Fue miembro también de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1945) .

El Arboreto del Monte Abantos, en San Lorenzo de El Escorial, fue  inaugurado en 1996, el año del centenario de su nacimiento, y lleva su nombre en homenaje a su obra.

Cervantes: Rinconete y Cortadillo (III)

Portada de Rinconete y Cortadillo de la primera edición de Novelas ejemplares, Madrid, 1613.Diéronselas luego, y la Escalanta, quitándose un chapín, comenzó a tañer en él como en un pandero; la Gananciosa tomó una escoba de palma nueva, que allí se halló acaso, y, rascándola, hizo un son que, aunque ronco y áspero, se concertaba con el del chapín.

Monipodio rompió un plato y hizo dos tejoletas, que, puestas entre los dedos y repicadas con gran ligereza, llevaba el contrapunto al chapín y a la escoba.

Espantáronse Rinconete y Cortadillo de la nueva invención de la escoba, porque hasta entonces nunca la habían visto. Conociólo Maniferro y díjoles:

 -¿Admíranse de la escoba? Pues bien hacen, pues música más presta y más sin pesadumbre, ni más barata, no se ha inventado en el mundo; y en verdad que oí decir el otro día a un estudiante que ni el Negrofeo, que sacó a la Arauz del infierno; ni el Marión, que subió sobre el delfín y salió del mar como si viniera caballero sobre una mula de alquiler; ni el otro gran músico que hizo una ciudad que tenía cien puertas y otros tantos postigos, nunca inventaron mejor género de música, tan fácil de deprender, tan mañera de tocar, tan sin trastes, clavijas ni cuerdas, y tan sin necesidad de templarse; y aun voto a tal, que dicen que la inventó un galán desta ciudad, que se pica de ser un Héctor en la música.

 

Rinconete y Cortadillo en la Biblioteca UPM

 

Cervantes por el mundo: La batalla de Lepanto.

The battle of Lepanto, the fleet by Everett

Cervantes participó en una de las batallas más importantes de la historia; la batalla de Lepanto, que tuvo lugar en las costas de Grecia, Golfo de Corinto,  el 7 de octubre de 1571. Siempre consideró un honor haber participado en este combate naval al que llamó en el Quijote:  “la mas alta ocasión que vieron los siglos”.

Tenía 24 años y tuvo un comportamiento ejemplar según recogen las crónicas y testimonios de la época. Recibió dos heridas graves, una en el pecho  y otra en el brazo izquierdo. Tras convalecer seis meses en Messina, curó la herida del pecho  pero perdió para siempre el uso del brazo. Cervantes fue conocido con el sobrenombre de: ” el Manco de Lepanto”.

 Se peleaba por el dominio del mar Mediterráneo, y en esa lucha los turcos, el Imperio Otomano,  se enfrentaban con una coalición católica  llamada la Santa Liga, integrada por tropas españolas, venecianas y pontificias.

Los turcos fueron derrotados. Las cifras son aterradoras, se calcula que murieron entre 25.000 y 30.000 soldados otomanos.

El historiador del Siglo de Oro Luis de Córdoba describió así el combate:

 Jamás se vio batalla más confusa; trabadas de galeras una por una y dos o tres, como les tocaba… El aspecto era terrible por los gritos de los turcos, por los tiros, fuego, humo; por los lamentos de los que morían. Espantosa era la confusión, el temor, la esperanza, el furor, la porfía, tesón, coraje, rabia, furia; el lastimoso morir de los amigos, animar, herir, prender, quemar, echar al agua las cabezas, brazos, piernas, cuerpos, hombres miserables, parte sin ánima, parte que exhalaban el espíritu, parte gravemente heridos, rematándolos con tiros los cristianos. A otros que nadando se arrimaban a las galeras para salvar la vida a costa de su libertad, y aferrando los remos, timones, cabos, con lastimosas voces pedían misericordia, de la furia de la victoria arrebatados les cortaban las manos sin piedad, sino pocos en quien tuvo fuerza la codicia, que salvó algunos turcos.

Cervantes. Argamasilla del Mar. Poema de Juan Ramón Jiménez.

Juan Ramón Jiménez escribió este poema el 8 de febrero de 1916, pertenece en su libro Diario de un poeta recién casado. Lo compuso en el barco, en plena travesía desde el Puerto de Cádiz hacia la Costa Este de los Estados Unidos para casarse con Zenobia Camprubí Aymar.

Cubierta de Diario de un poeta recién casado. Juan Ramón Jiménez

Argamasilla del Mar

 

Sí. La Mancha, de agua.

Desierto de ficciones líquidas.

Sí. La Mancha, aburrida, tonta.

 

—Mudo, tras Sancho triste,

negros sobre el poniente rojo, en el que aún llueve,

Don Quijote se va, con el sol último,

a su aldea, despacio, hambriento,

por las eras del ocaso

 

—. ¡Oh mar, azogue sin cristal:

mar, espejo picado de la nada!.

 

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