Cervantes por el mundo: La batalla de Lepanto.

The battle of Lepanto, the fleet by Everett

Cervantes participó en una de las batallas más importantes de la historia; la batalla de Lepanto, que tuvo lugar en las costas de Grecia, Golfo de Corinto,  el 7 de octubre de 1571. Siempre consideró un honor haber participado en este combate naval al que llamó en el Quijote:  “la mas alta ocasión que vieron los siglos”.

Tenía 24 años y tuvo un comportamiento ejemplar según recogen las crónicas y testimonios de la época. Recibió dos heridas graves, una en el pecho  y otra en el brazo izquierdo. Tras convalecer seis meses en Messina, curó la herida del pecho  pero perdió para siempre el uso del brazo. Cervantes fue conocido con el sobrenombre de: ” el Manco de Lepanto”.

 Se peleaba por el dominio del mar Mediterráneo, y en esa lucha los turcos, el Imperio Otomano,  se enfrentaban con una coalición católica  llamada la Santa Liga, integrada por tropas españolas, venecianas y pontificias.

Los turcos fueron derrotados. Las cifras son aterradoras, se calcula que murieron entre 25.000 y 30.000 soldados otomanos.

El historiador del Siglo de Oro Luis de Córdoba describió así el combate:

 Jamás se vio batalla más confusa; trabadas de galeras una por una y dos o tres, como les tocaba… El aspecto era terrible por los gritos de los turcos, por los tiros, fuego, humo; por los lamentos de los que morían. Espantosa era la confusión, el temor, la esperanza, el furor, la porfía, tesón, coraje, rabia, furia; el lastimoso morir de los amigos, animar, herir, prender, quemar, echar al agua las cabezas, brazos, piernas, cuerpos, hombres miserables, parte sin ánima, parte que exhalaban el espíritu, parte gravemente heridos, rematándolos con tiros los cristianos. A otros que nadando se arrimaban a las galeras para salvar la vida a costa de su libertad, y aferrando los remos, timones, cabos, con lastimosas voces pedían misericordia, de la furia de la victoria arrebatados les cortaban las manos sin piedad, sino pocos en quien tuvo fuerza la codicia, que salvó algunos turcos.

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