Eshkol Nevo. Tres pisos.
Eshkol Nevo. Tres pisos. Duomo ediciones, 2019.
¿Qué sabemos realmente de nuestros vecinos? Detrás de cada puerta la vida no es tan sencilla ni tranquila. Todos los vecinos tienen algo que contar. Al menos los de la novela “Tres pisos” del autor israelí Eshkol Nevo. La historia transcurre en un edificio de tres plantas en un barrio acomodado de las afueras de Tel Aviv .
En el primero piso vive Ayelet, abogada y su marido Arnon, un exsoldado un tanto paranoico. Tienen dos hijas pequeñas, Yaeli y Ofri. En el mismo descansillo vive una pareja de jubilados alemanes, Ruth y Hermann, que hacen de canguro de las niñas ya que sus nietos están esparcidos por el mundo y están encantados de tenerlas.
En el segundo se encuentra Hani. Sus vecinos la apodan “la viuda” pero Hani tiene marido y se llama Asaf. No lo ve nunca porque está constantemente viajando por motivos profesionales. Está criando a sus dos hijos sola y eso le está pasando factura. De hecho teme estar volviéndose loca. Enfrente suyo viven los Katz que están de viaje en Creta.
En el tercero vive Débora, “la jueza” como la conocen en el edificio, que está jubilada y que acaba de quedarse viuda. Quiere salir de su vida acomodada y volverse a implicar en la realidad de su país. Por ello decide ir a Tel Aviv para participar en las protestas por el precio de la vivienda. Su hijo Adar aparece mucho en el relato aunque esté ausente. Ella vive con la culpabilidad de no haber sabido ser una “buena madre”. En frente viven la familia Raziel, los morosos de la comunidad, que los sábados organizan partida de póquer en su casa.
La novela está construida en torno a las confesiones de tres de estos vecinos. Los tres sienten una necesidad de hablar con alguien, de descargar lo que les ha pasado y lo que sienten. Arnon, el del primero, se lo cuenta a su amigo escritor. Hani, la del segundo, a su amiga de la infancia y la jueza a su marido fallecido, dejándole mensajes en el viejo contestador automático de casa.
Están alterados por el miedo, la culpabilidad, la incertidumbre y buscan la redención a través del diálogo con el otro.
Un libro muy interesante que bucea en los sentimientos de las personas y en los conflictos que todos podemos sentir frente a los deseos, las esperanzas y la realidad.
Me quedo con la reivindicación que el personaje de la “jueza” hace sobre la comunicación entre las personas que al fin y al cabo es lo que nos convierte en “animales sociales”:
¡Los tres pisos del alma (haciendo alusión a los tres niveles de conciencia de Freud) no existen en nuestro interior! ¡no y no! Existen en el espacio entre nosotros y el otro, en el espacio entre nuestra boca y el oído de quien escucha nuestra historia. Y si no hay nadie que escuche, entonces ni siquiera hay historia. Si no hay nadie a quien revelar secretos, contarle recuerdos y con quien consolarse, entonces estamos hablando con un contestador automático. Lo importante es hablar con alguien. De otro modo, solo, el ser humano ni sabe en qué piso se encuentra y está condenado a tantear desesperadamente en la oscuridad, en el vestíbulo, buscando el interruptor de la luz.
La novela ha sido llevada al cine por el director italiano Nani Moretti y se presentó en el último Festival de Cannes.