Esta semana en “Lecturas para compartir” viajaremos a la India con el escritor español Javier Moro y su inolvidable novela “Pasión india”.
En este viaje, casi de ensueño, conoceremos la verdadera historia de Anita Delgado, una bailarina española de cuplés, que llegó a convertirse en Maharaní de Kapurthala. Cuando el riquísimo Maharajá de esta ciudad, situada en el estado del Punyab, en la India, la vio por primera vez sobre el escenario, quiso convertirla en su esposa.
En enero de 1908, y con tan solo 17 años, Anita hace su entrada en esta pequeña ciudad, sentada a lomos de un elefante lujosamente adornado. Este fue el comienzo de una gran historia de amor, que se alargaría durante casi dos décadas, hasta finalizar en traición por ambas partes; ya que acabarían manteniendo otras relaciones, aunque nunca llegaran a divorciarse.
“Pasión India” no sólo traslada al lector al fabuloso mundo de los maharajás, con sus harenes, sus palacios y su pasión por las joyas; sino también a un mundo lleno de lujos, donde se entremezclan el flamenco, los caballos, los Rolls Royce y las cacerías de tigres.
A ti, lector, te será prácticamente imposible no dejarte arrastrar por el mundo exótico que envuelve a esta historia.
"Durante la travesía, Ana Delgado ha sido el blanco de todas las miradas y de todas las habladurías tanto por su atractivo como por el misterio que la rodea. Las magníficas joyas que le gusta lucir revelan a una joven adinerada; sin embargo, su temperamento dicharachero y su manera de hablar, en un francés defectuoso y con acento andaluz, evocan un origen incierto. Todo en ella es desconcertante, lo que, añadido a su deslumbrante belleza y a su chispa, atrae a los hombres como a las abejas un panal de miel. Un pasajero inglés, que ha sucumbido a sus encantos, le acaba de regalar un broche, un camafeo, con dos rosas esmaltadas y un espejito. Otros no son tan finos. Un oficial del ejército colonial francés la ha llamado «cintura de avispa» al cruzarse con ella en las escaleras. Anita ha recibido el piropo con sonrisa pícara, al tiempo que le ha mostrado el anillo de platino y brillantes que lleva en el anular de la mano derecha. Suficiente para callarle la boca al francés y a los demás curiosos, que no aciertan a adivinar quién será esa pasajera tan singular"
