La conquista del aire / Belén Gopegui

Belén Gopegui: La conquista del aire.

 Anagrama, 1998

Reedición: Debolsillo, 2013

 Sus padres habían pasado por épocas duras, sin embargo él siempre había tenido cosas. A cambio de algo. Porque vivían en una casa pequeña y a través de los tabiques no le había quedado más remedio que oír cómo la enciclopedia del hijo significaba letras, la intranquilidad de su madre, el no abrigo nuevo de su padre. Carlos había entendido el mecanismo. Y se había sentido fascinado cuando, a los trece años, conoció la biblioteca popular del barrio. Allí sí era posible tener un libro a cambio de nada. Tenerlo en casa prestado, usarlo y devolverlo a cambio de nada, a cambio de ningún no deseo de sus padres. Eso quería Carlos, una biblioteca pública, tener algo que no fuera suyo y no le faltara a otro. (Primera parte, I, p. 41)   

  Quede claro que este no es un libro sobre aviación ni aerostación. Madrid, mediados de los años 90 del siglo XX. Una ciudad en la que aún se consultaban catálogos industriales en soporte papel, en vísperas de la generalización de internet y de su oleada globalizadora, antes de convertirse en una ciudad latinoamericana y crecientemente polarizada en lo social. Entra en juego –crítico- una generación de universitarios en la treintena. No son exactamente aquellos Hijos de la mierda evocados por Ricardo Cid Cañaveral (El bordillo seguido de Textos inéditos), pero no andan muy lejos. Demasiado jóvenes para haber vivido en primera línea los violentos estertores de la dictadura, iniciados en la efervescencia cultural de la Transición, y en el fondo dispuestos a no perder ripio en la sociedad neocapitalista y liberal –en múltiples sentidos del término- fraguada desde los años 80. Personajes que se aferran con uñas y dientes a sus logros y capacidades profesionales en un entorno cada vez más competitivo y duro, sin alternativas sociopolíticas sustanciales a la vista.  

Pues esta es una historia de economía política del deseo y las relaciones personales, en el cruce entre capital, emociones, sentimientos y vínculos, un relato de suspicacias y equilibrios merodeando en los límites de la autoconfesión  y el acomodo, muy especialmente en el ámbito de la pareja. De hecho, acuden a nuestra memoria ensayos de reflexión crítica sobre el particular, de aquellos años: Contra la pareja (1994), de Agustín García Calvo; o La pareja, una misión imposible (1995), de Josep Vicent Marqués. En fin, veremos en qué estado quedan los protagonistas magistralmente cincelados de esta novela coral. Una obra que bucea en las conciencias más allá de la mera crónica, literatura robusta que sin caer en un moralismo grosero ayuda a conocerse y a mejorar. Si desde un punto de vista poético se asiste al epitafio por agotamiento de la inercia progresista de un tiempo característico, desde una óptica social cabe preguntarse si La conquista del aire no viene a resultar una foto fija de la prehistoria embrionaria del actual aspiracionalismo, esa suerte de desclasamiento postmoderno tan aparentemente cool como feroz en potencia. 

La conquista del aire fue adaptada al cine con el título de Las razones de mis amigos (2000). Película muy apreciable dirigida por Gerardo Herrero, y protagonizada por Marta Belaustegui, Joel Joan y Sergi Calleja. 

Belén Gopegui en: Biblioteca UPM

Donde cantan las ballenas. Sara Jaramillo Klinkert

Cubierta Donde cantan las ballenas, Sara Jaramillo KlinkertBarcelona : Lumen, 2021

Llego al final de esta novela de la colombiana Sara Jaramillo Klinkert con los ojos empañados de árboles, de musgo, de jaleo de pájaros, de zumbido de abejas, de flores de coral, de piedras negras con ojos, de olor a mango en el salón, de ballenas surcando el jardín. De una selva que ha traspasado el umbral de una casa buena para esconderse, cerca de las montañas, a donde no llega más camino que el que los pasos se empeñan en abrirle a la espesura. La casa donde vive la niña Candelaria, con su madre y su hermano, sin el padre que los ha abandonado. Un hombre que ha dejado tras de sí, en la imaginación de su hija, todo un mundo de cuentos que sirven para oír la música de las cosas, para sobrevivir entre algodones, pero no sirve de nada para entender ni afrontar la realidad. La cruda y persistente realidad que Candelaria va a empezar a ver poco a poco, un velo cayendo detrás de otro, a la fuerza, después de haber sido expulsada del mundo mágico que el padre le tejió, gracias también a la llegada de nuevos huéspedes dueños de peculiaridades y rarezas que van a servirle a Candelaria de ventanas al mundo. Con ellos aprende a mirar, a ver. Comprende algunas verdades. Por ejemplo, que los adultos no tienen la manera correcta de hacer las cosas e improvisan en medio de incertidumbres. Que dentro de una familia hay violencia. Que toda decisión implica una renuncia. Que lo que cambia no son las cosas sino nuestra forma de mirarlas.

Donde cantan las ballenas describe el camino de aprendizaje de niña a mujer de Candelaria y nos muestra con qué zozobra salimos a percibir el mundo, cómo de importante es nuestra responsabilidad en ese proceso y qué cosas dejamos atrás. Una bella, frondosa e imaginativa novela de una autora que fue finalista del Premio Nacional de Novela de Colombia por su obra autobiográfica Cómo maté a mi padre y que es dueña de una tienda de especias (Ábrete Sésamo) en Medellín repleta, como estas páginas, de olores y colores y sabores y formas.

El vistoso collage que ilustra la cubierta de esta edicion de Lumen es obra del poeta visual Raúl Lázaro, un artista cuya obra vale la pena conocer.

El molino de momias. Petr Stančík

Cubierta de El molino de momias, Petr StančíkBarcelona : Tropo, 2016
Traductor: Daniel Ordóñez
Mlýn na mumie (2014)

No me puedo resistir a un paseo por las calles de Praga, así que cada vez que veo la oportunidad me pongo las gafas de leer y me pierdo en la ciudad recreada por algún narrador que la conozca bien. En esta ocasión, las calles que visito son las de la Praga de 1866, durante los meses previos al estallido de la guerra austro-prusiana. Y la mano que me guía es la inventiva de Petr Stančík, cuya novela El molino de momias fue galardonada en 2015 con el premio Magnesia Litera en categoría de Ficción.

Cubierta de Mlýn na mumie, Petr StančíkY aunque la trama de la novela sea pura ficción -la persecución de un asesino en serie que va decorando las calles con cadáveres notablemente aporreados-, el trabajo de documentación realizado por el autor sobre la vida y el ambiente de Praga en esa época y la cantidad de historias que cuenta sobresalen y tal vez podría decirse que protagonizan el relato. Con permiso del comisario Durman, claro, a quien acompañamos, no solo en su casi siempre desorientada investigación, sino sobre todo en sus arrebatos pasionales tanto gastronómicos y cerveceros como libidinosos. Del placer al dolor y viceversa. Mesones, tabernas y burdeles ofrecen en esta novela una buena cantidad de recetas recargadas y sin duda sorprendentes.

Historia, realismo, hechos sobrenaturales, humor y unos cuantos cambios de registro se alternan a lo largo de estas páginas que suponen un divertido entretenimiento y una mirada más a una ciudad literariamente inagotable.

Nada / Carmen Laforet

Carmen Laforet: Nada 

Edición: Rosa Navarro Durán 

Austral, 2020 

Edición original: Destino, 1945. 

El mes de junio iba subiendo y el calor aumentaba. De los rincones llenos de polvo y del mugriento empapelado de las habitaciones empezó a salir un rebaño de chinches hambrientas. Empecé contra ellas una lucha feroz, que todas las mañanas agotaba mis fuerzas. Espantada veía que todos los demás habitantes de la casa no parecían advertir ninguna molestia. El primer día en que me metí a hacer limpieza en mi cuarto, a fondo, con desinfectante y agua caliente, la abuelita asomó la cabeza moviéndola con desagrado.  

  • ¡Niña! ¡Niña! ¡Que haga eso la muchacha! (cap. XVII) 

2021 es el centenario de Carmen Laforet, no podíamos pasarlo por alto. Se ha señalado que Nada ha venido eclipsando la atención prestada a sus otras obras. Así que probablemente somos muchos quienes una vez más pedimos disculpas por rendirnos al atractivo de esta narración que nos envuelve desde la primera página, en mi modesta opinión rasgo de maestría en la escritura. Los hechos se desarrollan en una Barcelona tétrica y desastrada de la primera postguerra, a cuya dolorida geografía urbana la novela rinde –a su modo sutil y discreto- un sentido homenaje.  

Ante un relato tan intenso y potente, con tanta profundidad psicológica, mirado en perspectiva se intuye que –aun contando la gran cantidad de autores muertos o exiliados a raíz de la Guerra Civil- el futuro de la narrativa española desde 1939 se jugaría contra viento y marea en el interior del país, en el cruce de la subjetividad personal con los condicionantes de la dinámica social en curso. Desde este punto de vista Nada es un hito con todo merecimiento, y la Historia se ha encargado de demostrarlo por si en el momento de su aparición cupo duda.  

Más allá de su encuadre doméstico, el argumento y estilo de Nada reflejan el espíritu de una época. Son los meses y años cruciales para el desenlace del conflicto mundial en los que -a pesar de la postración en que se vivía- parecía que podía ocurrir cualquier cosa, y también el tiempo en que ya se observaba que -aún bajo una opresiva atmósfera social y una implacable represión política- la sociedad española nunca volvería a ser la misma de antes de la experiencia republicana de los años 30. Carmen Laforet es en sí misma una joven de extraordinario talento que se asoma a una deriva existencial y a una derrota de género, que se hace efectiva incluso para aquellas mujeres cuyo sector social podría darse supuestamente por ganador. De modo que su novela, de una modernidad pasmosa, cobra sin duda un nuevo interés a la luz de los conflictos y debates sociales de nuestro siglo XXI. Quien todavía no la haya leído que se ponga a ello e irá atando cabos. Es quizás el momento de apuntar al fino criterio atribuible al colectivo de Destino cuando brujuleaba ante un movedizo escenario político-cultural en Europa: Nada se llevó la primera edición del flamante Premio Nadal de 1944 para publicarse en 1945. Poco después, en 1947, se rodó versión cinematográfica dirigida por Edgar Neville.   

Carmen Laforet en: Bibliotecas UPM.

De viaje con NST: Asturias si yo pudiera…

Hay a nuestra disposición variadas formas de viajar: en tren, en barco, en sueños… Nosotros te proponermos subir a bordo de un buen libro. O de un buen montón de libros. Hasta final de agosto, los colaboradores de NST vamos a proponer lugares que bien merecen una visita por tierra, mar, aire o letras. ¿Tenéis las maletas preparadas? ¡Buen viaje!

Hoy nos lleva a Asturias Pilar Álvarez del Valle

Asturias si yo pudiera

Si yo supiera cantarte

Asturias verde de montes

y negra de minerales

(Poesía de Pedro Garfias Zurita
Poesías de la guerra española – México 1941
/música Victor Manuel)

El occidente asturiano, Asturies, en realidad no es El Principado. Su poso no se parece al de las suaves ondulaciones pre-cántabras. El occidente Astur es brutal y amablemente agreste; territorio de osos re-arraigados y tímidos rebecos, donde se escuchan los ecos del Xanas entre rocosas nieblas.

Fuentes de Narcea
Fuentes de Narcea

Las Fuentes del Narcea, de fantasmagóricas hayas, poco se parece a la selva de Irati. Aquí los árboles se emplean a modo de sostenibles e indirectos surtidores de carbón vegetal; puede parecer absurdo que en la tierra de la minería (a cielo cerrado) se aluda al pre-decimonónico carbón de leña, pero es que éste no requiere prospección, ni pico, ni pala, y fue con seguridad anterior al carbón mineral en el continuo flujo de la evolución tecnológica humana.

Las hayas de las Fuentes están desmochadas, de modo que un solo pie surte de múltiples ramas medianas de variable grosor, que son las que alimentan las carboneras (véase Tasio); porque lo agreste rural no es patrimonio exclusivo del Occidente Astur, sino que comparte base con tierras lejanas como Euskalherria ( mi tierra de adopción).

Y si lo que nos apetece es bucear por la literatura, podemos recurrir al sempiterno Alejandro Casona oriundo de Besullo, una aldea del concejo de Cangas del Narcea, geocentro de El Occidente, limítrofe con Muniellos y con el valle de Babia; recuérdese la Real expresión “estar en Babia“.

Cangas de Narcea es también cuna del menos renombrado Pepe Avello, profesor universitario y autor de dos novelas: la primera finalista del premio Nadal en 1983, y la segunda finalista del Premio Nacional de Narrativa (Premio Villa de Madrid, Premio de la Crítica de Asturias) 18 años después; ambas recientemente re-editadas por la editorial asturiana Trea. Personalmente, tengo querencia por su ópera prima: la subversión de Beti García, porque alberga la relación del autor con este territorio borrachino y dinamitero; donde la fiesta grande es El Carmen (cuya Señora es patrona de los marineros), y no la virgen de la magdalena, su patrona nominal; y es que cuando crees entender el lugar, en realidad te engañas a tí mismo.

La segunda novela de Pepe Avello, los jugadores de Billar, dicen que es mucho más madura, aunque al transcurrir mayoritariamente en Oviedo me resulta ajena al terruño de mis ancestros.

Finalmente, no puedo evitar recomendar la visita al negrísimo Sil minero (ya no tanto). Allí sanó un aún adolescente Ángel González, desahuciado con apenas 20 años (véase nuestra reseña anterior).

Feliz inmersión en estas 20.000 leguas de El Occidente Astur.

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