La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, Ramón J. Sender

  La aventura equinoccial de Lope de Aguirre

  Ramón J. Sender

  Bruguera

 

Los indios motilones trajeron a otros indios llamados brasiles, quienes hablaban a Ursúa de pueblos construidos con losas de plata y del gran lago donde se bañaba cada día el rey de aquel país para ser después ungido y su piel cubierta de láminas o de polvo de oro. Era servido aquel rey por esclavos vestidos de igual manera. Pero de lo que nadie hablaba era del lugar exacto donde el Dorado –así llamaban a aquel príncipe—reinaba.

En el año 1560 desde las tierras del Perú partió una expedición, una más, en busca de esa tierra  mítica, de esa tierra de provisión que llevaría a todos sus integrantes a la riqueza y a la abundancia. Todas las penalidades que padecieran serían bienvenidas si se llegaba a ese paraíso, a ese maná que borraría de sus vidas las amarguras y sufrimientos pasados.

Y así, cientos de soldados, aventureros, con gran experiencia en campaña pero muchos de ellos de una moral muy dudosa, se embarcan en ese negocio. Al mando de todos ellos, Pedro de Ursúa. Y de entre ellos destaca uno de los más veteranos, Lope de Aguirre. Veterano en experiencia y en edad. Amado por algunos, temido por la mayoría. Es Aguirre, el Loco.

El resentimiento era contra Ursúa nada más. Pero el de Lope era contra los hombres todos, contra el cielo y la tierra, contra el rey y contra Dios. Los otros se daban cuenta de que algo fatídico y sombrío dominaba en la voluntad de Lope, pero no sabían qué. Ya no llamaban a Aguirre el loco, porque veían que no era la razón lo que le faltaba, sino todo lo demás. Le faltaba todo en el mundo menos la razón. Y él quería apoderarse, con su razón, de todo lo que le faltaba.

Y de esta manera, Lope, se va apoderando poco a poco de una expedición que ya desde el primer momento estaba condenada al fracaso gracias a la pobre e ineficaz dirección de Ursúa. Lope maniobra en la sombra, intriga, atiende a las debilidades de los demás y se aprovecha de ellas. Difunde rumores, medias verdades. Se apodera de voluntades y de quien no la consigue, simplemente lo elimina. A ello ayuda el clima asfixiante, ponzoñoso de la selva indomable que domeña las mentes y los cuerpos, el hambre siempre presente, llevándolos al final a un  trágico desenlace que en realidad todos intuyen.

Como siempre, Lope era de los que menos sufría con el hambre, porque, aunque hubiera víveres sobrados, no comía casi nunca. Lo mantenía el instinto de reivindicación y de venganza. Iba y venía por el campo día y noche y lo veía todo y estaba en todas partes.

En 1972 Werner Herzog llevo a la pantalla la epopeya del Dorado con Klaus Kinski transmutado en Aguirre o quizás Aguirre reencarnado en Kinski.

Carlos Saura hizo su versión también en 1988 con Omero Antonutti como protagonista.

Ramón J. Sender nació en Chalamera, Huesca en 1901 y murió en San Diego, California en 1982.

 

Sender en la Biblioteca Universitaria UPM

 

Paolo Cognetti. Las ocho montañas.

Paolo Cognetti. Las ocho montañas. Barcelona: Random House, 2018

Fue un anciano nepalí, tiempo después, el que me habló de las ocho montañas…

– Nosotros decimos que en el centro del mundo hay un monte altísimo, el Sumeru. Alrededor del Sumeru hay ocho montañas y ocho mares. Ese es el mundo para nosotros …

-Y decimos: ¿habrá aprendido más quien ha recorrido las ocho montañas o quien ha llegado a la cumbre del monte Sumeru?

Este es un libro que habla de la amistad, de una amistad de la infancia que perdura a través de los años y de las interrupciones.

La historia nos la cuenta Pietro, un chico de ciudad que vive en Milán con sus padres pero que descubre la vida en un pueblo y en la montaña cuando sus padres alquilan una casita en Grana, en el Piamonte. Allí conocerá a Bruno, que vive en el pueblo con su madre y se encarga de cuidar las vacas de su tío.

La amistad se va afianzando entre ellos y se mantiene a pesar de los bandazos personales de cada uno. Pietro es el nómada, el que va y viene, y Bruno es el sedentario, el que se queda en el pueblo.

Bruno esperaba ese día con mi misma ansiedad. Solo que yo me marchaba y regresaba, él se quedaba: creo que permanecía observando las curvas de la carretera desde algún punto, porque me venía a buscar apenas una hora después de nuestra llegada.¡“Berio”!, gritaba desde el patio. Era el nombre con el que me había rebautizado. ¡”Sal, venga!”, decía sin siquiera saludarme, como si acabásemos de vernos el día anterior. Y era verdad: los últimos meses se borraban de golpe y nuestra amistad parecía vivir un único e infinito verano.

También es un libro que habla de las relaciones familiares, de Pietro con su madre, una mujer cariñosa y sociable y sobre todo de la relación con su padre, un hombre difícil, bastante introvertido en su vida en la ciudad pero que se transforma cuando sube a la montaña. El padre quiere contagiar su pasión por la montaña a su hijo pero la relación entre ambos es compleja y no hay complicidad. El padre se toma los ascensos como una competición y esto hace que Pietro vea las excursiones juntos como un martirio.

Con los años, Pietro aprenderá a querer a ese padre un tanto extraño y poco a poco se contagiará de su amor por las montañas aunque ya sea tarde para compartir este sentimiento. A su muerte, el padre le deja en herencia un solar con una cabaña medio derruida al pie de la montaña. Reconstruyendo esta casa con su amigo Bruno, Pietro va reconstruyendo la memoria de su padre.

Y por fin comprendía que había tenido dos padres: el primero era el extraño con el que había vivido veinte años, en la ciudad, y roto los puentes otros diez; el segundo era el padre de la montaña, el que apenas había intuido y sin embargo conocido mejor, el hombre que iba detrás de mí en los senderos, el amante de los glaciares. Este otro padre me había dejado una ruina para que la reconstruyera. Entonces decidí olvidar al primero y hacer el trabajo para recordarlo a él.

Como dice su autor, la novela no es exactamente autobiográfica pero sí se basa en muchos recuerdos de su propia vida. Él, como Pietro, vivía en Milán y era un chico de ciudad, sufriendo el encierro del invierno en casa y los dos meses de verano en el pueblo eran una experiencia liberadora.

En la actualidad Paolo Cognetti (Milán, 1978- ) tiene una casa en el valle de Aosta donde pasa seis meses al año, de mayo, con la última nieve de la estación del deshielo, hasta octubre o noviembre. La casa la construyó su amigo Remigio, en quien se inspiró para el Bruno de su novela.

Es un libro que fluye, que se lee de un tirón y que describe muy bien esa pasión por las montañas, por la soledad que se vive en ellas y por la amistad, por los buenos amigos.

Las ocho montañas ha sido ganadora del Premio Strega 2017.

Paolo Cognetti en la Biblioteca UPM

Sonatas (Memorias del Marqués de Bradomín) / Ramón del Valle-Inclán

Ramón del Valle-Inclán: Sonatas (Memorias del Marqués de Bradomín)

Ediciones disponibles:  Alianza, Austral, Debolsillo, Reino de Cordelia.

La silla de posta seguía una calle de huertos, de caserones y de conventos, una calle antigua, enlosada y resonante. Bajo los aleros sombríos revoloteaban los gorriones, y en el fondo de la calle el farol de una hornacina agonizaba. El tardo paso de las mulas me dejó vislumbrar una Madona: sostenía al Niño en el regazo, y el Niño, riente y desnudo, tendía los brazos para alcanzar un pez que los dedos virginales de la madre le mostraban en alto, como en un juego cándido y celeste. La silla de posta se detuvo. Estábamos a las puertas del Colegio Clementino. (Sonata de primavera).

 

Las cuatro Sonatas (Otoño, Estío, Primavera, Invierno) son novelas cortas que hoy llamaríamos relatos. Se pueden leer independientemente, cada una con su propia y acusada personalidad, pero su riqueza expresiva y su articulación en forma de ciclo las hace sólidas y polifacéticas, con sus abundantes ingredientes geográficos e históricos, sentimentales, eróticos, de aventura. Se trata pues de un conjunto narrativo relativamente pequeño pero en cierto sentido envolvente y desbordante, tanto desde el punto de vista del género literario como de la temática.

Sus escenarios son marginales respecto a la modernidad liberal, urbana e industrial que parecía marcar la pauta en la época en que los relatos se desenvuelven: los desiertos mexicanos, la Galicia feudal profunda, la Italia señorial y eclesiástica anterior a la Unificación, y como remate los estertores de la última corte carlista de Estella. De hecho, en perspectiva histórica, sus propias coordenadas vitales (1866-1936) colocaban a Valle como un Jano bifronte a horcajadas entre dos siglos: mira por un lado a un arcaico XIX lleno de resabios del Antiguo Régimen, y a la vez hacia adelante a una sociedad de masas de personalidad trastornada y huérfana de certezas. En este marco, su propuesta literaria modernista-simbolista no tiene nada de divertimento frívolo ni de juego decorativo: es una sonora bofetada a las convenciones del positivismo burgués. El sujeto lector es seducido por una prosa brillante, por las aventuras y anécdotas, por la mezcolanza de tensión sexual y vértigo sacrílego, pero para terminar topándose con la fuerza del destino, el juego de espejos entre el bien y el mal, las pasiones, en definitiva la condición humana. No olvidemos que la aparición de las Sonatas viene a coincidir en el tiempo con la irrupción del psicoanálisis freudiano y la formulación de la relatividad einsteiniana. No es tan importante saber si Valle estaba absolutamente al cabo de estas novedades culturales como entender el ambiente de cambio de época que parecía demandar la superación del mecanicismo de la literatura realista-naturalista inmediatamente anterior; y esto aun cuando Valle fuera influido por alguno de aquellos autores como Eça de Queirós.

Desde su publicación inicial las Sonatas sentarán cátedra en la narrativa de Valle. Algunos de sus personajes, como el tradicionalista y vividor Juan Manuel de Montenegro, reaparecerán en otras obras y ciclos del autor. Este seguirá retocando la tetralogía hasta muchos años después sin desdeñarla en absoluto. Como tantas veces se señaló, se comprende la trascendencia de Valle para la narrativa contemporánea posterior, muy en particular la latinoamericana. Este crepúsculo de la aristocracia del Antiguo Régimen deviene patéticamente en podredumbre premonitoria de futuros horrores, sobre todo en la Sonata de invierno: ¿se adelantó Valle a Lampedusa y a Visconti?

¡Oh alada y riente mentira, cuándo será que los hombres se convenzan de la necesidad de tu triunfo! ¿Cuándo aprenderán que las almas donde sólo existe la luz de la verdad, son almas tristes, torturadas, adustas, que hablan en el silencio con la muerte, y tienden sobre la vida una capa de ceniza? ¡Salve, risueña mentira, pájaro de luz que cantas como la esperanza! Y vosotras resecas Tebaidas, históricas ciudades llenas de soledad y de silencio que parecéis muertas bajo la voz de las campanas, no la dejéis huir, como tantas cosas, por la rota muralla! Ella es el galanteo en las rejas, y el lustre en los carcomidos escudones, y los espejos en el río que pasa turbio bajo la arcada romana de los puentes: Ella, como la confesión, consuela a las almas doloridas, las hace florecer, las vuelve la Gracia. ¡Cuidad que es también un don del Cielo!… (Sonata de invierno)  

Ramón del Valle-Inclán en: Biblioteca UPM.

Mis cinco minutos. Santiago Pindado

Cubierta de Mis cinco minutos, Santiago Pindado En el segundo semestre del curso 2015-2016, el profesor Santiago Pindado, en su primera clase de “Sistemas Eléctricos e Iluminación en el Transporte Aéreo del máster Universitario” del Máster Universitario en Sistemas del Transporte Aéreo, impartido en la ETSI Aeronáutica y del Espacio, realizó un curioso experimento con los once alumnos que cursaban esta asignatura, haciéndoles el siguiente test:

  •  Nombre tres películas en blanco y negro que haya visto (o que recuerde).
  • ¿Conoce lo que fue el Tratado de Versalles?
  • Nombre tres novelas escritas en el siglo XX.
  • Nombre tres piezas de música clásica que le agraden (y diga por qué).
  • Comente, si lo conoce, el mito de Sísifo.

El resultado fue dispar. Como cuenta en el prólogo, “algunos alumnos nombraban obras como las fugas de Bach, Lolita o el Viaje a la Alcarria… otros admiraban el “Himno de la alegría” de Mozart. Revisados los resultados el profesor comunicó a sus alumnos que tenía la intención de dedicar los cinco últimos minutos de cada clase a hablarles de un tema, el que él quisiera, pero que serían de nosólotécnica. En correspondencia, cualquier alumno podría intervenir sobre el tema que quisiera. Como dice el autor “hablaron sobre Instagram, la ciudad de Bérgamo o los aforismos de Nietzsche”.

La razón que adujo el profesor era “porque más allá de los contenidos académicos, veía que año tras año la distancia entre los lugares comunes de la educación básica propia de mis estudiantes y la mía se agrandaba”. En este libro se presenta una selección de ocho de aquellas charlas que Santiago Pindado ha realizado a partir de las notas que preparó aquel curso.

Santiago Pindado Carrión en la Biblioteca UPM

Luis Gómez

Alicia anotada: Carroll, Tenniel, Gardner

Lewis Carroll: Alicia anotada.

Edición de Martin Gardner.
Contiene: Alicia en el País de las Maravillas ; A través del espejo 
Ilustraciones de John Tenniel.
Traducción de Francisco Torres Oliver.
Editorial Akal, 1984- . 
Ediciones originales de The Annotated Alice: W W Norton; Penguin Books.

Alicia recogió el abanico y los guantes,  como hacía mucho calor en el vestíbulo, se puso a abanicarse mientras hablaba: "¡Dios mío, Dios mío! ¡Qué raro es todo lo que me está pasando hoy! ayer, en cambio, las cosas eran la mar de normales. ¿Habré cambiado yo por la noche? Vamos a ver: ¿era la misma al levantarme esta mañana? Casi me parece recordar que me sentía un poco distinta. Pero si no soy la misma, la siguiente pregunta es: ¿Quién caracoles soy? ¡Ah, ese es el gran enigma!". Y empezó a pensar en todas las niñas que conocía de su misma edad, para ver si se habría transformado en alguna de ellas. (p. 35)

El mundo de Alicia es extraño, incluso inquietante, y en su seno palpita esa mezcla de horror y fascinación tan tipica de los cuentos que antes de su moderna reorientación infantil, fueron simplemente populares y tradicionales -véanse Perrault y compañía-  y por ende cargados de terribles moralejas.  Pero las afinidades de Alicia no acaban ahí. Aunque el Peter Pan de J. M. Barrie es más reciente (1904) pienso que ambos comparten un mismo territorio social y semiótico victoriano en el que las incipientes impresión e ilustración de masas -preludio de la aun más difusora cinematografía-, catapultan relatos que se siguen sirviendo de un imaginario ligado al Antiguo Régimen: pieles rojas y piratas oceánicos en el caso de Peter; fantasía animal y rural, y caricatura de la sociedad estamental simbolizada por los naipes de la baraja en el de Alicia.
Por otra parte -y en un contexto muy distinto- las diabluras lógico-matemáticas de Lewis Carroll parecen anticipar los experimentos literarios de Raymond Queneau y sus colaboradores surrealistas. De hecho, ante una primera lectura de las aventuras aparentemente absurdas de Alicia, uno estaría tentado de concluir que su éxito ha sido cuestión mediática en buena proporción impulsada por la seductora estética del ilustrador John Tenniel. Pues bien, no debería ser así: el texto-Alicia tiene mucha chicha, de ahí la atención que le consagró Martin Gardner, cuya edición Alicia anotada recomendamos sin ningún titubeo. 
Es pertinente recordar que esta edición literaria aparece por vez primera en inglés en 1960. A esa altura Alicia había sido ya fuente de inspiración para numerosas creaciones escénicas y composiciones musicales, incluso popularizada por Walt Disney en cine.  Sin embargo, a partir de los años 60, Alicia reconectaría claramente con la creatividad de las generaciones surgidas en la postguerra mundial, decididas -sobre todo a raíz de las sacudidas de 1968- a reformular tradiciones literarias y musicales en clave emancipatoria: véase por ejemplo la influencia del universo de Carroll en el rock progresivo de los 70. En fin, no se acabaría nunca de glosar todas estas conexiones culturales: incluso en nuestros días se ha elegido deliberadamente el nombre de Alice-Strange Mirrors, Unsuspected Lessons para la plataforma y proyecto de filosofía política en torno al pensador Boaventura de Sousa Santos. Pero vamos, por el momento, atreveos a cruzar el espejo enmarcado por Carroll: os esperan al otro lado para una estimulante tertulia y una taza de té.

"Estaba mucho mejor en casa", pensó la pobre Alicia; "Allí no andaba creciendo y menguando constantemente, ni me daban órdenes los ratones y los conejos. Casi hubiera preferido no haber bajado a esta madriguera… sin embargo… sin embargo…¡qué curiosa esta clase de vida! ¡No sé que puede haberme ocurrido! ¡Cuando leía cuentos de hadas, imaginaba que esas cosas no ocurrían nunca, y ahora estoy aquí, metida en una de ellas! ¡Deberia escribirse un libro sobre mí, desde luego! Cuando me haga mayor, lo escribiré yo… Aunque ahora ya soy mayor", -añadió en tono afligido-: al menos, no queda espacio para crecer más, aquí ". (p. 56) 

Lewis Carroll en: Bibliotecas UPM

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