Una especie de vida / Graham Greene
Una especie de vida (A sort of life)
Graham Greene
Seix Barral, 1987
Graham Greene (Berkhamsted, Inglaterra, 1904-Vevey, Suiza, 1991) es el autor de novelas tan notables como El tercer hombre (1950), El americano impasible (1955), Nuestro hombre en La Habana (1958), o El factor humano (1978) pero en este libro, Una especie de vida, la aventura que nos cuenta es la suya propia, su vida, o la primera parte de su vida, porque la segunda es una obra independiente titulada Vías de escape.
Corresponden a esta entrega su etapa de formación. Los recuerdos del Greene niño rodeado de hermanos, tios, primos y criados. Su soledad infinita en el internado de St John, sus lecturas a escondidas en el rincón mas recóndito del jardín y su rebeldía que le llevaría a escaparse del colegio.
Soporté aquella vida durante ocho cursos: ciento cuatro semanas de monotonía, de humillación y sufrimiento mental.
Adolescencia con psicoanálisis incluido, el descubrimiento del mundo femenino…….
Era un adolescente confuso que quería escribir, pero no hallaba su tema, que quería expresar su lujuria, pero que estaba demasiado asustado para intentarlo; que deseaba amar, pero que no había encontrado un objetivo real para hacerlo.
Apasionado lector desde niño van apareciendo en las páginas los nombres de sus escritores favoritos: Lytton Strachey, Chesterton, Rilke, Racine…… despues estudiaría en Oxford, sus coqueteos con las drogas. A las 22 años se convierte al catolicismo hecho clave que marcó su obra y su vida.
No podría creer en un Dios al cual comprendiera
Graham Greene fue periodista en el diario The Times, agente de inteligencia británico, viajó por todo el mundo, y forma parte de ese grupo de escritores británicos, Gerald Brenan, Robert Graves, que tuvieron una relación personal con España.
Vino por vez primera en 1946 por motivos profesionales y a partir de entonces frecuentó nuestro país por razones privadas. El motivo principal fue la amistad que le unió durante veinte años con Leopoldo Durán, sacerdote español al que había conocido en Inglaterra en 1972 al enterarse de que Durán había dedicado su tesis doctoral a estudiar su obra.
“Yo iba con un cuello romano blanco, que él se empeñó en quitarme, argumentando que sin él no sería menos divino, pero sería más humano. A los cinco minutos ya fuimos amigos para siempre” contaba Durán.
El libro, lleno de temperatura, descubre una personalidad sensible, un temperamento en permanente búsqueda y una vida siempre apasionada.