Desde Lecturas para compartir, en su cuenta de TikTok @biblioetsidiupm, la biblioteca ETSIDI UPM recomienda la lectura de “ ” del escritora de origen turco Elif Shafak.
En la antigua Nínive, a orillas del río Tigris, durante la época de mayor esplendor de Mesopotamia, el culto y despiadado rey Asurbanipal erigió una magnífica biblioteca para atesorar su preciada colección de tablillas, como las de La epopeya de Gilgamesh.
Elif consigue hilar majestuosamente las historias de tres personajes marginales cuyas vidas quedarán unidas por el poema más antiguo de todos los tiempos: “Gilgamesh”: un chico nacido en los suburbios de Londrés capaz de descifrar con facilidad el alfabeto cuneiforme, una investigadora científica convencida de que el agua guarda memoria; y una niña yazidí que sufrirá el desprecio y la crueldad del estado Islámico.
“Hay ríos en el cielo” es una hermosa epopeya que expone las vicisitudes y retos a los que sus protagonistas se tendrán que enfrentar en el río de la vida; y, al igual que el antiguo y despótico rey Gilgamesh, buscar su inmortalidad a través de la huella de sus actos.
"El deber de los escritores es narrar los silencios que deja la Historia" (Elif Shafak)
“El agua recuerda. Son los humanos los que olvidan” (Elif Shafak)
Como es habitual en Shafak mostrará su rechazo contra las injusticias cometidas contra la minoría religiosa de los yazidíes como el espolio y venta ilegal en los mercados negros de un Patrimonio Cultural, porque sólo a través del respeto a las tradiciones podremos conservar la memoria de Aquello que somos como Humanidad.
“La caja contiene un poema. Un fragmento de una epopeya tan antigua y popular que se ha recitado sin cesar una y otra vez a lo largo y ancho de Mesopotamia, Anatolia, Persia y el Levante mediterráneo; una epopeya que pasó de abuelas a nietos mucho antes de que los escribas la copiaran. Es la historia de un héroe llamado Gilgamesh.
Asurbanipal conoce el poema como la palma de su mano. Lo ha estudiado desde que era príncipe heredero. Siendo el tercer hijo del rey, el más joven en la línea de sucesión, no cabía esperar que llegara a reinar. Por eso, mientras que sus hermanos recibieron instrucción en artes marciales, estrategia militar y tácticas diplomáticas, a él se le ofreció una magnífica formación en filosofía, historia, lecanomancia, lenguas y literatura. Al final todos —incluido él mismo— se llevaron una sorpresa cuando su padre lo prefirió como sucesor. Así pues, Asurbanipal ascendió al trono como el soberano más erudito y cultivado que el imperio había conocido. De las numerosas obras escritas que había estudiado desde la infancia, su favorita era y sigue siendo La epopeya de Gilgamesh”