La abadesa de Crewe, de Muriel Spark
“Arriba, lejos de ellos, las grabadoras de la sala de control, activadas por sus voces, continúan dando vueltas… Las dos monjas hablan con la misma libertad que los jesuitas, ignorantes de que un sistema de escucha más inocuo que el Ojo Divino está escribiendo una crónica de su charla íntima”.
Muriel Spark
La abadesa de Crewe
de monjas, curas… y Watergates.
Corría el año del Señor de 1972 cuando Bernstein y Woodward, dos esforzados periodistas del Washington Post, destapaban el famoso caso Watergate. Pues bien, no mucho tiempo después de que tan escabroso asunto saliera a la luz (concretamente, en 1974), la escritora británica Muriel Spark (Edimburgo, 1918-Toscana, 2006) publicaba La abadesa de Crewe. Una alocada sátira en clave monjil (y hasta sacerdotal) del mayor escándalo político de la historia de los Estados Unidos.
Todo el argumento de La abadesa de Crewe gira en torno a la encarnizada lucha por el poder que mantendrán las dos candidatas a suceder a Hildegarde, la difunta superiora de un monasterio benedictino inglés. Así, por un lado tenemos a la refinada Alexandra, aristocrática mujer harto dominante. Y por el otro, a Felicity, joven religiosa con ideas renovadoras (demasiado) y tal afición por la costura que no dudará en poner el grito en el cielo cuando se percate del robo de su querido dedal de plata. Hecho éste que, por otra parte, desembocará en el descubrimiento por parte de Felicity del complot que su finalmente victoriosa rival ha orquestado contra ella. Indignada ante semejante hallazgo, nuestra engañosa monjita no hará gala de la paciencia y la resignación que se le presuponen a todo buen cristiano. Lo que hará será fugarse del convento para dar a conocer al mundo, en general, y a la prensa, la televisión y Scotland Yard, en particular, los más turbios detalles de un enredo que incluye escuchas, grabaciones y hasta el chantaje. Vamos, ¡como la vida misma!
Beatífico en las formas mordaz en el fondo, La abadesa de Crewe es un libro en el que ninguno de sus personajes principales sale bien parado. Empezando por la clasista Alexandra, quien de sobria tiene poco. Siguiendo por sus intrigantes acólitos, las hermanas Mildred, Walburga y Winifrede y los padres Baudouin y Maximilian S.J. Y terminando por Felicity, ambiciosa hippie con toca cuya peculiar interpretación del amáos los unos a los otros la lleva a romper alegremente su voto de castidad. Con la inestimable colaboración, todo hay que decirlo, del libidinoso Thomas (¡otro jesuita!), santo varón que merece reseña aparte.
Muriel Spark en la Biblioteca de la UPM
Jopelín, esta señora Muriel parece no dejar títere con cabeza. Así según nos la presentas me recuerda al Siniestro Total más contundente. Hace tiempo que algún amigo me habló bien de sus libros. En cuanto al pobre niño que se cree coronado en la cubierta, creo que ¿Robert Graves? advirtió de la carta en la manga que el cristianismo -y en particular el veterano catolicismo romano- se tenía reservada para el momento del retorno a la diosa madre. Feliz año y cuidadito con los éxtasis.
Buenos días Alejandro,
Efectivamente. La señora Spark (si yo la he descubierto ha sido gracias a este libro) no deja títere con cabeza, lo que pasa es que lo hace de una elegante y muy sutil.
El tierno infante coronado al que aludes es el Niño Jesús de Praga y si Sara Morante, la excelente ilustradora del relato, lo ha representado en la portada ha sido con toda la idea. Es que, aunque parezca raro, juega un importante papel en lo que a la trama del relato se refiere.
¿Qué quieres decir con eso de la carta en la manga que el cristianismo tiene reservado para el momento del retorno a la diosa madre?. Explícamelo, POR FAVOR, que me ha picado (y mucho) la curiosidad. ¡Ah! Y otra cosa, ya que mencionas a Graves y a la divinidad femenina suprema: ¿te has leído “La diosa blanca”?.
FELIZ AÑO también para tí y para el resto de los “nosólotecniqueros”.
Un cordial saludo,
Beatriz
Claro, claro, así me sonaba tanto ese Jesusín, estuve en la mismísima iglesia de Praga donde reside, hace ya unos cuantos años. La ilustración es muy buena y daría para un comentario iconográfico largo y jugoso.
Es muy posible que la idea gravesiana de retorno futurible a la diosa madre esté efectivamente en “La diosa blanca”, libro que leí también hace mucho tiempo. Estoy casi seguro que la idea es de Graves, pero no encuentro la cita exacta ahora mismo. Sabría de lo que hablaba pues ese mismo libro, a pesar de sus posible errores factuales, demostraba una capacidad de perspectiva histórica impresionante. María es sin duda la carta-clave de una previsible explosión de feminidad en la iglesias institucionales. Para las elaboraciones filosóficas y teológicas subsiguientes dejemos a doctoras y doctores de la misma que hagan su trabajo. Está también el magdalenismo mesiánico como opción, pero le veo menos futuro y menos tirón aparte de su tufo a criptocatarismo; digamos que queda más contracultural y menos institucionalizable.
En fin, muy buena reseña, feliz 14 también para ti.
Libreto de escaso interes que pretendre ser sutil sin conseguirlo.