Los cuatro jinetes de la Apocalipsis de Vicente Blasco Ibáñez

Los cuatro jinetes de la Apocalipsis.

Vicente Blasco Ibáñez

Alianza Editorial

Cerca de Europa, una oleada de noticias salió al encuentro del buque. Los empleados del telégrafo sin hilos trabajaban incesantemente. Una noche, al entrar Desnoyers en el fumadero, vio a los notables germánicos manoteando y con los rostros animados. No bebían cerveza; habían hecho destapar botellas de champaña alemán, y la frau consejera impresionada, sin duda, por los acontecimientos, se abstenía de bajar a su camarote. El capitán Erckmann, al ver al joven argentino, le ofreció una copa.

-Es la guerra

-dijo con entusiasmo-

-la guerra que llega… ¡Ya era hora!

Una vez más el mundo se ve abocado al desastre. La guerra deseada por unos, como los Hartrott que ven en ella un modo de imponer su superioridad de pueblo elegido, el alemán, a todos aquellos pueblos decadentes, inferiores. “la guerra es un hecho necesario para la salud de la humanidad” pero también temida, incomprendida por otros como Julio Desnoyers… nuestro protagonista, un joven bohemio y vividor que ve como su mundo se derrumba, que se mantiene al principio al margen de esa pesadilla, no la entiende, no la comprende “el hombre refinado y de complicaciones espirituales se ha hundido, quién sabe por cuántos años…. ya no estamos de moda”, pero que al final le servirá de redención.

Es la guerra. Ya viene, ya se acerca. El jinete está preparado para cabalgar sobre las tierras de Europa. Pero no vendrá solo.

Y cuando dentro de unas horas salga el sol, el mundo verá correr por sus campos los cuatro jinetes enemigos de los hombres…Ya piafan sus caballos malignos por la impaciencia de la carrera; ya sus jinetes de desgracia se conciertan y cruzan las últimas palabras antes de saltar sobre la silla.

– ¿qué jinetes son esos? Preguntó Argensola.

– Los que proceden a la Bestia

Los cuatro jinetes de la Apocalipsis fué un encargo del presidente Poincaré a Blasco Ibáñez.

Quiero que vaya usted al frente, me dijo, pero no para escribir en los periódicos. Eso pueden hacerlo muchos. Vaya como novelista. Observe y tal vez de su viaje nazca un libro que sirva a nuestra causa.

Y así lo hizo, siendo testigo privilegiado de esos momentos históricos.. La incertidumbre de los primeros momentos, el ansia por conseguir las noticias más recientes, la alegría y el anímo exaltado. Pero también el pesimismo y la desolación  ante la realidad que se abre camino poco a poco, la esperanza por el triunfo. Es la guerra.

Los cuatro jinetes de la Apocalipsis se convirtió en un éxito de ventas en Estados Unidos y llevó a su autor a alcanzar la fama y la riqueza.

Hollywood compró los derechos para el cine y Rex Ingram la llevó a la pantalla por primera vez con Rodolfo Valentino y Wallace Beary entre otros como protagonistas.

En 1962 el gran Vincent Minelli adaptó de nuevo la novela de Blasco para el cine. Glenn Ford, Charles Boyer, Paul Henried, Ingrid Tullin encarnaron a sus protagonistas trasladando la acción a la segunda guerra mundial.

Vicente Blasco Ibáñez nació en Valencia en 1867. Murió en la ciudad de Menton, Francia, en 1928. Su temprana vocación literaría le hace colaborar desde su época de estudiante en diversas publicaciones algunas de las cuales dirige el mismo como La Revolución.  Su activismo político le lleva desde muy temprano a participar en la arena pública defendiendo el republicanismo federal. Ese activismo le llevará a la cárcel y el destierro.

Otras obras del autor, La araña negra, Sangre y arena,  Cañas y barro, Entre naranjos…

Blasco Ibañez en la Biblioteca UPM

Le pareció que resonaba a lo lejos el galope de los cuatro jinetes apocalípticos atropellando a los humanos. Vio un mocetón brutal membrudo con la espada de la guerra; el arquero de sonrisa repugnante con las flechas de la peste; al avaro calvo con las balanzas del hambre; al cadáver galopante con la hoz de la muerte.

Los reconoció como las únicas divinidades familiares y terribles que hacían sentir su presencia al hombre. Todo lo demás resultaba un ensueño. Los cuatro jinetes eran la realidad

Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque

Sin novedad en el frente. Erich Maria Remarque.

Barcelona: Edhasa, 1994

“Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación, el miedo, la muerte y el tránsito de una existencia llena de la más absurda superficialidad a un abismo de dolor. Veo a los pueblos lanzarse unos contra otros y matarse sin rechistar ignorantes, enloquecidos, dóciles, inocentes. Veo a los más ilustres cerebros del mundo inventar armas y frases para hacer posible todo eso durante más tiempo y con mayor refinamiento.”

En el verano de 1914 estalla la I Guerra Mundial.

Paul Bäumer tiene veinte años y es soldado. Es nuestro protagonista. Como él, millones de jóvenes se lanzan a una lucha despiadada, brutal, cruel.  En ella dejarán su juventud, su vida, su inocencia.

Sin novedad en el frente nos cuenta la vida de Paul y sus compañeros, “la juventud de hierro” como les llamaba su maestro. Unas veces en las trincheras, otras en  la retaguardia. Riendo, llorando, sintiendo la amenaza de la muerte que como una negra sombra se cierne sobre ellos.  Y aprendiendo a sobrevivir. Todo lo que les enseñaron en la escuela, allí, no sirve de nada.

“Durante diez semanas recibimos instrucción militar, y en ese tiempo nos formamos de un modo más decisivo que en diez años de escuela. Aprendimos que un botón reluciente es más importante que cuatro volúmenes de Schopenhauer.”

Se alistaron voluntarios, convencidos con las consignas que habían recibido de sus mayores.

Han cambiado. Después de semanas en el frente, esos jóvenes inocentes han dejado de creer. La guerra ha borrado todo aquello que les habían inculcado.

“El primer bombardeo nos relevó nuestro error, y con él se derrumbó la visión del mundo que nos habían enseñado…

Nos endurecimos y nos volvimos desconfiados, despiadados, vengativos, groseros…, y nos fue bien; eran precisamente esas las cualidades las que nos faltaban”.

Pero dentro de esa espiral de destrucción, de horror, de sufrimiento se encuentra algo limpio, noble; los camaradas, ellos lo son todo. Ya no importa la familia o los amigos. Todo lo que dejaron atrás cuando  se embarcaron en aquel tren que les recogió en su ciudad,  felices y risueños, es pasado. No tiene sentido. Se han transformado, los han transformado, es la guerra.

En 1930, Lewis Milestone llevó a la gran pantalla la novela de Erich Maria Remarque.

“Cuando partimos hacia el frente somos soldados malhumorados o alegres; cuando llegamos al sector donde empieza el frente, nos hemos convertido ya en bestias humanas.”

Erich Maria Remarque en la Biblioteca UPM.

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