Asesinato en la catedral de T.S. Eliot
Asesinato en la catedral
T. S. Eliot
Ediciones Encuentro
Por corto tiempo el hambriento halcón
tan sólo se remonta y planea, revoleando,
esperando una excusa, un pretexto, la ocasión oportuna.
El fin será sencilla, repentino, enviado por Dios.
Mientras tanto, la sustancia de nuestra primera acción
Hecha estar de sombras, y lucha será con las sombras.
Más duro será el intervalo que la consumación.
Todas las cosas prepararán el acontecimiento. ¡Cuidado!
Tal día como hoy del año de Señor de 1170, cuatro caballeros, Reginald Fitzurse, Hugo de Morville, William de Tracy y Richard Brito, cuatro hombres de armas del Rey Enrique II de Inglaterra, acudieron a la catedral de Canterbury. Entraron con las armas prestas. Respondían con su presencia en ese lugar a las palabras del Rey. “¿No hay nadie entre mis servidores que vengue la afrenta que me inflige este miserable sacerdote?”. Ese clérigo es Tomás Becket.
Caballeros
¿Dónde está Becket, el traidor al rey?
¿Dónde está Becket, el sacerdote entrometido?…
Tomás
El hombre justo
Es como el león denodado, que ignora el miedo.
Aquí estoy.
No soy traidor al rey. Soy sacerdote.
Un cristiano salvado por la sangre de Cristo,
dispuesto a sufrir con mi sangre.
El signo de la Iglesia es siempre
el signo de la sangre. Sangre por sangre.
Su sangre fue dada para rescatar mi vida,
mi sangre es dada en pago de su muerte.
Mi muerte por su muerte.
Tomás Becket, Arzobispo de Canterbury y antiguo Canciller está enfrentado a Enrique II. El antiguo amigo se convierte en feroz enemigo. El compañero de juergas y principal valedor de las ideas del rey que le llevo a ser nombrado Canciller de Inglaterra ha cambiado desde su nombramiento como arzobispo. Se convierte en acérrimo defensor de la libertad de la Iglesia frente al poder real. Becket se niega a ratificar las Constituciones de Clarendon en la que el rey pretendía subordinar la justicia de la Iglesia a la justicia real. Eso no lo puede soportar el rey. TS Eliot nos cuenta sus últimos días en los que Becket presiente su final y lo acepta como testigo de Dios.
En 1964 bajo la dirección de Peter Glenville, Richard Burton como Becket y Peter O’Toole como el rey Enrique llevaron a la pantalla la vida arzobispo.
¿Quién en el mundo llorará y se regocijará por una misma razón? Porque o el gozo habría de ser reprimido por el dolor, o el dolor será ahuyentado por la alegría. Más sólo en nuestros misterios cristianos podemos llorar y regocijarnos a un tiempo por la misma razón.
Tomás Becket murió a la hora de vísperas, al pie del altar dedicado a San Benito en la catedral de Canterbury, el martes 29 de diciembre de 1170
Thomas Stearns Eliot nació en la ciudad de San Luis, Estados Unidos, en 1888 y murió en Londres en 1965.
T.S. Eliot en la Biblioteca Universitaria UPM