Astrolabio, Ángel Olgoso

Cubierta de Astrolabio, Ángel OlgosoAstrolabio
Ángel Olgoso
Granada: Cuadernos del Vigía, 2008

Llegas a casa después de una ardua jornada, escoges un libro -tal vez esta colección de cuentos de Ángel Olgoso– te sientas en el sillón de leer… entonces pulsas el astrolabio, por probar, apenas con la punta de una uña, y de repente la lamparita de pie entrecorta su zumbido, el wengé de los muebles se aclara, se oscurece, se aclara, el sillón se estremece como si fuera a echar a volar…, y ya no estás en casa, estás a la deriva en medio del Universo contemplando la migración de una bandada de estrellas. Entonces pulsas, ahora sí con verdadera curiosidad tu pequeño astrolabio y el escenario cambia, miles de trenes cremallera transportando a una multitud hacia los despeñaderos, ¿por qué?, te preguntas, ¿para qué?, al tiempo que la armonía del lenguaje te seduce, las palabras que han sido urdidas para no dejarte huir: un barco cabotea cerca, hace ondear las velas, las grímpolas, las flámulas…, y reflejadas en el mar las nubes absortas en sus vidas cotidianas. Y pulsas una vez más, con frenesí, otra, y te sumas a las filas de los Guardianes del Trueno, ¡a las armas, a las armas!, y pulsas, pulsas, pulsas para ascender junto a Hui Ji por tres veces la cordillera de Mei y, cruzarte, notando apenas su aroma a miel, con una mujer transparente, ¡abre los ojos! Y así cuarenta y tres viajes alrededor del mundo, cuarenta y tres paradas en el tiempo, cuarenta y tres diamantes colgados en lo más alto de la órbita celeste, al alcance de tus manos.

Cuarenta y tres cuentos de una belleza fulminante componen este libro del granadino Ángel Olgoso. Cuentos escritos con mimo, depurados con dedicación de miniaturista, tejidos con las delicadas fibras de la prosa poética. Piezas de carácter más o menos narrativo, de final abierto o cerrado, oníricas, cómicas, aterradoras, reflexivas, maravillosas. Todo ello guiñándole un ojo a la mejor tradición fantástica: Poe, Machen, Bierce, Schwob, Kafka, Borges, Buzzati, Cortázar, Arreola, Denevi. En palabras de su autor:

Una mirada hecha de inocencia y extrañeza.

 

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