Francesc Catalá-Roca
Obras maestras
Círculo de Bellas Artes
Madrid
Hasta el 12 de enero de 2014
En los últimos meses han desfilado por las salas de exposiciones de Madrid grandes fotógrafos españoles del siglo XX. Un conjuro contra estos tiempos ácidos y heladores. Y una suerte poderlos ver así, seguidos, sin que nos hayamos enfriado del uno cuando nos llega el siguiente, y se suman completándose tres universos llenos de emoción, extraordinarios, tres obras que son monumentos fundamentales y trascendentes de nuestra memoria.
Virxilio Vieitez y sus desconcertantes retratos, Rafael Sanz Lobato y sus graves fiestas populares, aquellos caballeros de Atienza, y ahora nos visita ni más ni menos que Francesc Català-Roca (Valls, Tarragona 1922 – Barcelona 1998).
A la primera foto te das cuenta de que ha visto cine, ha viajado y conoce la obra de sus colegas franceses, se reconoce un cierto perfume francés. Viajó mucho con su máquina por dentro, qué suerte, y por fuera de España, pero a donde nos lleva es a paisajes urbanos reconocibles como la Puerta del Sol y la Gran Vía, a los perfiles de edificios que forman parte de nuestra vida, a personas que nos interesan por formar parte de un conjunto, de una escena sin importar muchas veces la expresión que tengan.
Fue el primer fotógrafo que recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas (1983) y un maestro indiscutible hasta hoy para sus colegas. A nosotros, los que hemos venido detrás, nos ha dejado una imagen muy elegante de nosotros mismos, alegre casi todas las veces, cosa rara, y sin contenido político alguno, que se agradece. Muchas chicas de arriba para abajo, paseando con amigas, saliendo del metro…
Un fotógrafo jamás puede dudar en el momento del disparo.
Los encuadres perfectos, la precisión con la que las figuras ocupan suavemente su lugar, los juegos de luz, -le gusta que se reconozca donde está capturada la imagen- hacen difícil creer que el proceso de hacer la foto fuera rápido, que encontrara esas imágenes en un golpe de suerte. Pero…… ahí están y son extraordinarias.
No he tenido problemas con la gente que fotografiaba, he tenido la intuición, sabía cuándo pedirlo y cuándo no.
La fotografía tiene mucho de magia y de modo inconsciente intento, con cada artista, descubrir dónde está el truco. Pero mejor no hacerse preguntas, da lo mismo cuales fueron los procesos previos a estas preciosas imágenes. Mejor dejarse invadir, degustar sin preguntas este plato fuerte, y a la vez exquisito, de la fotografia española pleno de vitalidad y de elegancia.
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