‘El bello verano’, por Cesare Pavese
Pavese escribió esta novela durante un mes de marzo. Por eso es buena idea leerla en invierno: así uno se inflige ese anhelo por el verano que desprenden sus páginas, el mismo que atenaza a Ginia con la llegada del otoño. Cafés, la voracidad de una amiga tres años mayor, la libertad oculta en un mísero estudio de pintor o unos ojos claros e hirientes. Sumergido en la confusión de las nuevas geografías existenciales, El bello verano explora ese momento de transición decisivo, ese gesto inadvertido que desecha, quizá definitivamente, la película que protege el mundo de la infancia.
Comentario realizado por: Laura Cano.

Una de las obras claves de la literatura de todos los tiempo. El portugués Pessoa nos ofrece un viaje repleto de tristeza, de pesadumbre, escrito bajo el nombre de Bernardo Soares. Si ya sabíamos de su amplitud vital a través de sus heterónimos (Caeiro, Campos, Reis), en este caso el que habla por medio de aforismos y textos breves es un auxiliar contable que analiza desde un pesimismo repleto de ansia para domesticar la realidad que se conjura para intentar analizar la vida, la muerte, el desencanto, la soledad. Quizás habré leído el libro más de 10 veces y siempre he encontrado sentencias de esas que las tengo profundamente grabadas. El libro está repleto de subrayados, como necesidad para no olvidar la profundidad que habita en unas páginas que sirven como terapia contra la futilidad de la vida. Libro del desasosiego es una obra necesaria plagada de lugares donde detenerse, un rincón donde mecer los pesares con la lírica de uno de los poetas más grandes de todos los tiempos. Lisboa aparece como lugar icónico donde transcurren los pensamientos del auxiliar que no deja de dar rienda a su necesidad de transcribir por medio de frases la importancia de la Nada en la existencia del ser humano. Eterno Pessoa, eternas sus palabras necesarias en estos tiempos tan oscuros.
