Donde cantan las ballenas. Sara Jaramillo Klinkert
Barcelona : Lumen, 2021
Llego al final de esta novela de la colombiana Sara Jaramillo Klinkert con los ojos empañados de árboles, de musgo, de jaleo de pájaros, de zumbido de abejas, de flores de coral, de piedras negras con ojos, de olor a mango en el salón, de ballenas surcando el jardín. De una selva que ha traspasado el umbral de una casa buena para esconderse, cerca de las montañas, a donde no llega más camino que el que los pasos se empeñan en abrirle a la espesura. La casa donde vive la niña Candelaria, con su madre y su hermano, sin el padre que los ha abandonado. Un hombre que ha dejado tras de sí, en la imaginación de su hija, todo un mundo de cuentos que sirven para oír la música de las cosas, para sobrevivir entre algodones, pero no sirve de nada para entender ni afrontar la realidad. La cruda y persistente realidad que Candelaria va a empezar a ver poco a poco, un velo cayendo detrás de otro, a la fuerza, después de haber sido expulsada del mundo mágico que el padre le tejió, gracias también a la llegada de nuevos huéspedes dueños de peculiaridades y rarezas que van a servirle a Candelaria de ventanas al mundo. Con ellos aprende a mirar, a ver. Comprende algunas verdades. Por ejemplo, que los adultos no tienen la manera correcta de hacer las cosas e improvisan en medio de incertidumbres. Que dentro de una familia hay violencia. Que toda decisión implica una renuncia. Que lo que cambia no son las cosas sino nuestra forma de mirarlas.
Donde cantan las ballenas describe el camino de aprendizaje de niña a mujer de Candelaria y nos muestra con qué zozobra salimos a percibir el mundo, cómo de importante es nuestra responsabilidad en ese proceso y qué cosas dejamos atrás. Una bella, frondosa e imaginativa novela de una autora que fue finalista del Premio Nacional de Novela de Colombia por su obra autobiográfica Cómo maté a mi padre y que es dueña de una tienda de especias (Ábrete Sésamo) en Medellín repleta, como estas páginas, de olores y colores y sabores y formas.
El vistoso collage que ilustra la cubierta de esta edicion de Lumen es obra del poeta visual Raúl Lázaro, un artista cuya obra vale la pena conocer.
Desde luego Colombia está que se sale, desde el punto de vista literario. Una recomendación seductora. En cuanto al universo gráfico de Raúl Lázaro, me ha recordado algo el trabajo de Zacron para la cubierta de Led Zeppelin III, aunque quizás este es más psicodélico: https://www.design-is-fine.org/post/73958622952/zacron-artwork-for-the-cover-of-led-zeppelin
Es cierto, Alejandro, hay autores/as jóvenes muy interesantes en Colombia ahora mismo. Seguiré explorando por ahí.