Loa a la tierra: un viaje al jardín. Byung-Chul Han
Barcelona : Herder, 2019
Ilustradora: Isabella Gresser
Traductor: Alberto Ciria
Titulo original: Lob der Erde (2017)
Las reflexiones que van brotando entre las páginas de Loa a la tierra son una flor más del jardín en el que Byung-Chul Han ha trabajado durante tres años. Un día el autor de En el enjambre sintió la llamada del contacto con la tierra. En un mundo cada vez más digitalizado mancharse las manos de tierra, ayudarla a ser lo que puede ser, convertirse un poco en cómplice del milagro de las flores es una necesidad, una obligación. La tierra, nos dice, “es un ser vivo, un organismo viviente. Incluso la piedra está viva”. Y por lo tanto es frágil y la estamos destruyendo. “Hay que tratar cuidadosamente lo bello“.
Respetar exige alabar. Las líneas que siguen son himnos, cánticos de alabanza a la tierra. Esta loa a la tierra debe sonar como una hermosa Canción de la tierra.
Las líneas que siguen son el día a día del autor, que observa, medita, entra en contacto material y sensible con su jardín. En un Berlín helador, anhela flores en invierno, vela por el despertar de la vida.
El jardín invernal es un lugar romántico. Todo indicio de vida floreciente en pleno invierno tiene algo misterioso, mágico, fabuloso. El florido jardín invernal conserva la apariencia romántica de lo infinito.
Nos dice que prefiere la flor azul, que es “el color de la seducción, del anhelo y de la añoranza”. Aunque la flor amarilla le da más luz al jardín de invierno. Además de margaritas silvestres (Bellis perennis, la bella perenne) en su jardín abundan jarzmines de invierno, acónitos de invierno, galantos o campanillas de las nieves, brezos de invierno, hamamelis o avellana de bruja, azafranes.
Y, cómo no, se detiene en el nombre de las flores, tan bellos o más que las propias flores. Cada nombre su misterio.
Los nombres de las flores son palabras de amor.
Byung-Chul Han transmite, en este viaje al jardín, la dicha de trabajar en contacto con la tierra, ese contacto físico, real, inmediato tan cargado de anhelos, de flores y vida por venir.
En el jardín descanso de las fatigas de la vida.
Byung-Chul Han en la Biblioteca UPM
Berlín puede ser helador, pero no hay que olvidar que su urbanismo es amplio y aireado. Además está asentado sobre suelos sedimentarios regados por abundantes lluvias y lo recorren potentes cursos de agua. No es extraño que esté rodeado por frondosos bosques de árboles robustos. Desde luego para mí es ciudad evocadora de Naturaleza y por tanto comprendo los afanes y querencias del filósofo. Unter den Linden 😉