Los episodios nacionales. Benito Pérez Galdós.
Los episodios nacionales
Benito Pérez Galdós
No es mi intención con esta humilde reseña, profundizar en el extraordinario documento histórico y costumbrista que constituye esta obra y que tan ampliamente ha sido estudiado, sino compartir con vosotros mi experiencia con estas novelas con las que he pasado tan buenos ratos.
Como ya sabéis, a lo largo de sus páginas se van sucediendo los acontecimientos históricos que trascurren, aproximadamente, entre 1805 y 1880, y en este marco van apareciendo todo tipo de personajes, desde los que jugaron un papel fundamental en la historia española, a los que nunca aparecieron ni aparecerán en los libros con sus nombres propios. Y a todos les une lo mismo: son producto de su época, sí, pero a la vez fruto de la naturaleza humana que se va adaptando a los tiempos que le toca vivir y que es la misma hasta nuestros días; por ello esos personajes nos resultan tan familiares, porque con distintos matices, en el fondo, son los mismos que ahora: ambiciosos, arribistas, trepas, corruptos, cotillas, intelectuales de muy diverso pelaje, mediocres con y sin ínfulas, diletantes, idealistas, fanáticos, hedonistas, vanidosos, masoquistas y sádicos, carismáticos, pragmáticos, románticos, insatisfechos, amargados, mezquinos, modernos (de la época), iluminados… héroes y villanos, a veces descritos con una especie de maniqueísmo infantil que produce ternura; y a veces dándose ambas facetas en la misma persona e incluso al mismo tiempo, lo que produce cierta inquietud (qué miedo da a veces el ser humano).
Y esas pasiones tan desatadas: la envidia, la ambición, la avaricia, el resentimiento, el amor, los celos, el odio, el desprecio, la lujuria, el orgullo, el resentimiento…y esa tendencia tan española (¿sólo española?) a la lucha fratricida, a la polarización, a las dos Españas que parece que nos empeñamos en recuperar una y otra vez. Y esa facilidad para elevar a los altares a alguien para luego bajarlo a los infiernos. Y para cambiar de opinión en función de las circunstancias cambiando de principios como de chaqueta en función del sol que más calienta y a veces, estrictamente por pura supervivencia (social o incluso física). Y la estupidez, siempre la estupidez, que se manifiesta de tantos modos pero que al fin y al cabo, en esencia, siempre es la misma, y que puede llegar a ser tan peligrosa (repito: qué miedo da a veces el ser humano).
Todavía me pregunto cómo llegó a conocer Galdós tan bien tantas y diferentes pasiones humanas, y la vida cotidiana en ambientes tan distintos como la corte y los palacios, el campo y la ciudad, los barrios más elegantes y los más populares incluyendo los bajos fondos, los ambientes de vida licenciosa, los prostíbulos, los conventos, las sociedades secretas, el ejército y la guerrilla, las Cortes (cuando funcionaban), las terribles batallas y las peleas de barrio.
Cuánto material tendría hoy Galdós para reanudar sus inconclusos Episodios Nacionales, casi seguro que con personajes similares. En vano he intentado encontrar otro autor que me recuerde a él, pero he de reconocer que hasta ahora no lo he conseguido. Seguiré intentándolo. Y si no, de vez en cuando, siempre podré releer sus obras.
Benito Pérez Galdós en la Biblioteca UPM
Galdós es un escritor extraordinario que sin embargo ha pasado mucho de moda. Desde el lado estético pareció ramplón a los vanguardistas, y desde la perspectiva social parecía faltarle la radicalidad de los naturalistas. Pero en concreto los Episodios Nacionales son una fuente fundamental para la Historia social del XIX español. Y a pesar de lo desolador del panorama que describen, transpiran también un optimismo que le viene al autor de su humanismo liberal, así como una intención de pedagogía popular. Obra a recuperar, absolutamente. Y que ha influenciado más de lo que parece a muchos autores posteriores, pienso en Aub o en Chacel sin ir más lejos. Muchas gracias por traerlo a NST.