Veinte años de un hijo (60 años después). Ángela Figuera, María Bengoa
La poeta Ángela Figuera (1902-1984)
María Bengoa
Ángela, cuya imagen se disipa entre los vapores de nuestra memoria colectiva, fue una poetisa que “Tocó la Tierra”. Represaliada de la Guerra Civil: perdió la plaza de docente, y le fue retirado el título universitario; de su desgarro nacen muchos de sus poemas. Tenemos que agradecer a la obra social de una caja de ahorros (BBK) su biografía, que figura en la colección temás vizcaínos (Ángela nació en Bilbao) aunque probablemente es tan vizcaína como la tortilla de patatas (que es de todos), como así lo atestigua su periplo vital.
Ángela fue especialmente reconocida por León Felipe (que prologó “Belleza Cruel”, disculpándose por la crudeza del trato que habían dispensado los poetas exiliados a los poetas del exilio interior), y por Pablo Neruda que dedicó un sentido homenaje a los poetas de su generación: “hemos sido separados por errores propios y ajenos, por profundos dolores, por un silencio imposible…” (texto cuyo facsímil figura como anejo en la Antología Total de Ángela).
Con motivo del 20º cumpleaños de su hijo (catedrático emérito de esta Universidad) escribió este poema del que ahora se cumplen 60 años (este año Juán Ramón cumpliría 80 años); incluimos algunas estrofas:
Veinte años de un hijo
Ángela Figuera Aymerich (1902-1984)
Muchachos, torres, álamos rectamente creciendo,
cuajando reciamente, modelándose firmes;
rompiendo las cortezas, desclavando ventanas.
Muchachos, hijos míos, a vuestros veinte años,
yo vieja, yo cansada, yo madre, me dirijo.
Al fin, tengo que hablaros, muchachos, hijos todos
nacidos de mi entraña,
nacidos en el fuego y en la sangre y la pólvora
una noche sin sueño cuando mi hijo nacía.
Nacía con vosotros,
lloraba con vosotros un profético llanto
sobre una tierra triste ya cebada de lágrimas;
caía con vosotros en medio de la herida
de España, en los escombros de sus bellas ciudades,
para dormir un sueño de metralla sin pájaros
en una frágil cuna que cercaban las hienas.
…
Dejadlo todo atrás. Para nosotros
quedó la infamia, el látigo, el grillete.
Nosotros ya secamos nuestras venas,
quemamos nuestros pies y nuestras manos
y hay demasiada hiel en nuestras bocas.
Vosotros, no. Vosotros, adelante.
Tenéis la mano a punto y la esperanza.
…
muchachos, hijos míos, ya tan hombres,
los que cumplís veinte años este día.
Esta semana hemos despedido con cariño a su hijo Juan Ramón, fallecido recientemente. Valga esta circunstancia para rescatar la obra de Ángela Figuera Aymerich de un olvido injusto.
Pilar, gracias por esta entrada. Angela odiaba que la llamaran poetisa, por eso titulé el libro la poeta Angela Figuera. Me lo contó su hijo Juan Ramón en una de mis entrevistas telefónicas. Sentí mucho su muerte. María Bengoa Lapatza-Gortázar
Gracias María,
Tuve la inmensa suerte de conocer personalmente a Ángela Figuera, una persona excepcional. Yo recupero el término poetisa en memoria de Safo y quizás en esta época ella tampoco hubiera denostado la denominación
En todo caso lo más importante es reivindicar su poesía que es intensa, intemporal, a veces brutal y siempre profundamente humana
https://www.youtube.com/watch?v=-agsK3iwS8w
Pilar
Claro, tienes mucha razón