El jilguero de Donna Tartt

650_H422439.jpgDonna Tartt, El jilguero. Ed. Lumen, 2014

“Me encontraba aún en Amsterdam cuando soñé con mi madre por primera vez en mucho tiempo. Llevaba más de una semana encerrado en el hotel, temeroso de telefonear a alguien o de salir de la habitación, y el corazón se me desbocaba al oír hasta el ruido más inocente…”

Así comienza “El jilguero” de Donna Tartt. El que nos lo cuenta es Theo Decker, un hombre joven pero con una larga historia. En la cuarta página ya se explica al lector el acontecimiento que marcó su vida: siendo un adolescente de 13 años sufrió, junto con su madre, un atentado terrorista con bomba en el Museo Metropolitan de Nueva York. Su madre murió y él salió ileso, horrorizado y con un cuadro, El jilguero, una tabla holandesa del siglo XVII en sus manos.  A partir de ese momento su vida estará ligada a ese cuadro de forma obsesiva.

Este cuadro será su talismán y su agarradero en el largo y tortuoso recorrido de su vida. Sin saber qué hacer con él, sabiendo que hace mal guardándolo pero sin ser capaz de desprenderse de él.  El cuadro es un vínculo con su madre a la vez que un horrible recuerdo del atentado que marcó su vida.

Para los curiosos decir que el  cuadro de la novela existe realmente. Fue pintado en 1654 por el artista holandés Carel Fabritius, discípulo de Rembrandt y maestro de Vermeer. Un óleo sobre tabla de pequeño formato ( 33 x 22 cm) que actualmente se conserva en la Galería Mauritshuis de La Haya. También es interesante saber que el artista murió a los 32 años en el estallido del almacén de pólvora que casi destruyó la ciudad de Delf.

No es una novela ligera, ni por su extensión (unas 1.100 páginas) ni por su contenido pero su lectura te engancha desde la primera página siguiendo la peripecia vital de su protagonista, el  joven Theo, primero en Nueva York, luego en Las Vegas , vuelta a Nueva York y finalmente en Amsterdam. Una adolescencia dura, errante, con las drogas y el alcohol muy presentes como vía de escape de una realidad poco atrayente. Es una historia en la que la culpa está muy presente. En algunos momentos Theo Decker  recuerda a otro “famoso” adolescente, Holden Caulfield, el protagonista de “El guardián entre el centeno” de Salinger.

Una de las cosas que más me ha gustado de la novela es la relación que Theo mantiene con su madre, los recuerdos vividos con ella hasta su muerte y su presencia/ausencia a lo largo de toda  su vida:

“Su muerte marcó la línea divisoria. El antes y el después. Y si bien es triste admitirlo al cabo de tantos años aún no he conocido a nadie que haga que me sienta tan querido como lo hizo ella”.

Hay otros personajes que también marcarán la vida del protagonista. Sin duda Hobie, un restaurador de muebles que devuelve cierta estabilidad a la vida del chico; Andy, el amigo de la infancia; Boris, el otro amigo, fiel y complicado; Pippa, su amor platónico…

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Donna Tartt nació en 1963 en Greenwood, Misisipí, y se crió rodeada de libros. Irrumpió en el mundo literario hace 20 años con la novela El secreto, publicada en 1992, una obra que atrapó la atención de público y crítica. Tras 11 años de silencio publica en 2003 Un juego de niños. En 2014,  al cabo de otros once años, aparece El jilguero, con el que Donna Tartt ha ganado el premio Pulitzer de novela de ficción y se ha colocado en la cima de la lista de libros más vendidos.

“Escribo como un miniaturista que pintara un mural con un pincel del tamaño de una pestaña; haciendo un trabajo muy detallado, pero sobre un gran espacio y durante un largo periodo. Por eso tardo tanto”.

Tartt asegura que nunca lee las críticas y que se siente muy influida por Dickens, Virginia Woolf, Dostoievski o Stevenson.

Los estudios Warner Bros. han adquirido los derechos para llevar al cine la novela aunque todavía se desconoce la fecha de estreno. Habrá que estar atentos.

Donna Tartt en las bibliotecas UPM

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