CAMPUS SUR LEE: Memorias del subsuelo. Fiodor M. Dostoievski

Fiodor M. Dostoievski en la Biblioteca UPM

Memorias del subsuelo en la Biblioteca UPM

… Mirad: la razón, caballeros, es una buena cosa, eso es indiscutible; pero la razón no es más que la razón, y sólo satisface a la capacidad humana de raciocinar, en tanto que el deseo es la manifestación de la vida toda; es decir, de toda la humana, incluso la razón y todas las comezones posibles.  Y si nuestra vida no se revela a veces mucho en esta manifestación, es, pese a todo, la vida, y no únicamente la extracción de la raíz cuadrada. Porque yo, por ejemplo, quiero vivir de un modo completamente natural para satisfacer mi capacidad de vivir y no mi facultad de raciocinio, la cual representa próximamente la vigésima parte de mi capacidad de vivir. ¿Qué sabe de eso la razón? La razón solo sabe lo que ha tenido tiempo de saber (puede que haya algunas cosas que nunca sabrá, esto no es muy consolador que digamos, pero ¿por qué no reconocerlo?), en tanto que la Naturaleza humana actúa en masa con cuanto en ella se encierra, y se equivoque o acierte, vive.

Dostoievski, F. Memorias del subsuelo. Cátedra, 2006.

CAMPUS SUR LEE: La lengua de las mariposas. Manuel Rivas

La lengua de las mariposas en la  Biblioteca UPM

Manuel Rivas en la Biblioteca UPM

“¿Qué hay, Pardal? Espero que por fin este año podamos ver la lengua de las mariposas.”

El maestro aguardaba desde hacía tiempo que les enviasen un microscopio a los de la Instrucción Pública. Tanto nos hablaba de cómo se agrandaban las cosas menudas e invisibles por aquel aparato que los niños llegábamos a verlas de verdad, como si sus palabras entusiastas tuviesen el efecto de poderosas lentes.

“La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un muelle de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar. Cuando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar, ¿a que sentís ya el dulce en la boca como si la yema fuese la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa.”

Y entonces todos teníamos envidia de las mariposas. Qué maravilla. Ir por el mundo volando, con esos trajes de fiesta, y parar en flores como tabernas con barriles llenos de almíbar.

Yo quería much9o a aquel maestro. Al principio, mis padres no podían creerlo. Quiero decir que no podían entender cómo yo quería a mi maestro. Cuando era un pequeñajo, la escuela era una amenaza terrible. Una palabra que se blandía en el aire como una vara de mimbre.

“¡Ya verás cuando vayas a la escuela!”    

Dos de mis tíos, como muchos otros jóvenes, habían emigrado a América para no ir de quintos a la guerra de Marruecos. Pues bien, yo también soñaba con ir a América para no ir a la escuela…

Manuel Rivas: La lengua de las mariposas. Traducción de Dolores Vilavedra

CAMPUS SUR LEE: Valkiria. Game over de David Lozano

Rubén tiene que desaparecer. La residencia universitaria no le protegerá. No del peligro que le acecha.

               Se acabó el juego.

Rubén ignora la alarma intermitente, se esfuerza por fingir que no se ha activado y continúa con los preparativos de su equipaje. Lo mete todo en una mochila. Cada minuto cuenta. Ha preferido no encender ninguna luz y ahora se mueve en silencio, casi a tientas, aprovechando el resplandor nocturno procedente de la ventana.

               Pero el guiño luminoso del móvil, que no cesa, marca una cuenta atrás. Rubén alcanza la cama en dos zancadas y se inclina sobre su teléfono. La aplicación del juego permanece activa; su señal de geolocalización, que lleva cinco minutos incordiando, le advierte con su parpadeo rojo de que Jugador 3 ha entrado en su área de seguridad. Se mueve cerca, tal como confirma el mapa de Valkiria.

               Viene a por mí.

               Rubén presiente que, esta vez, su propia persona constituye el objetivo de la misión de ese adversario. Tiene que serlo. La geolocalización de Valkiria se acerca. Alguien que mantiene activa la aplicación del juego.

               Muy sospechoso.

               Rubén se aparta de la cama para otear el panorama, con discreción, a través de la ventana de su dormitorio. Desde ese punto queda a la vista buena parte del recinto universitario, apenas iluminado por farolas de luz blanquecina, que dan al conjunto un aspecto tétrico. Muy oportuno, piensa él. Una escenografía perfecta.

               Perfecta para una trampa.

Valkiria / David Lozano.  Madrid: Ediciones SM, 2016

CAMPUS SUR LEE: El niño, Fernando Aramburu

Fernando Aramburu en la  Biblioteca UPM

Pasados los años, compruebo que fui menos infeliz de lo que alguna vez llegué a pensar, a no ser que el tiempo y una desmemoria que se me haya colado a la chita callando en las neuronas me estén desordenando los hilos de la mente. Todo es posible. Mi proyecto de vida se rompió de la noche a la mañana por la razón que usted conoce y por otras razones que yo no sé si a usted le interesa conocer; pero yo no estoy rota, yo sigo respirando y disfrutando con salud y tranquilidad de mi retiro, y todo esto no lo declaro por hacerme la dura ni la valiente. Si en mis peores horas no sucumbí a un trastorno depresivo fue gracias al afecto que se esforzó en procurarme mi marido, tan torpe el pobre, en los asuntos sentimentales; a mi padre, por serlo y porque la necesidad que tenía de mí hizo que muchas veces me olvidase de mis penas o las postergara para otro momento y después para otro, y también, aunque ignoro hasta qué punto, al consuelo a rechas que durante una época me dio la religión.

El niño / Fernando Aramburu. Barcelona: Tusquets, 2024

CAMPUS SUR LEE: Alan Turing, Nieves Concostrina

Alan Turing en la  Biblioteca UPM

Nieves Concostrina en la Biblioteca UPM

En 2023 se cumplieron diez años desde que la reina de Inglaterra, esa mujer de estricta moral victoriana que yace en su tumba con sombrerito y bolso a juego, indultara, perdonara a Alan Turing, aquel hombre de cerebro prodigioso, padre de la informática, precursor de la inteligencia artificial, el que rompió los códigos nazis, el que descifró las máquinas que utilizaban los alemanes para enviar órdenes codificadas a sus submarinos que operaban en el Atlántico·· ·Y a este hombre tan genial, que recibió la Orden del Imperio Británico en 1945 tras finalizar la Segunda Guerra Mundial … ¿por qué tuvo que perdonarle una señora que no alcanzaría ni en diez vidas que viviera la mitad de dignidad y sabiduría que atesoró Turing?.

Porque fue homosexual.

Por ser gay fue juzgado, condenado, encarcelado, castrado químicamente y tratado con hormonas para «curarle» la homosexualidad; le jodieron la salud, quedó impotente, cayó en depresión, Y un día de 1954 mordió una manzana con cianuro y se largó.

Acontece que no es poco. Nieves Concostrina.

1 2 3 4