Mendel el de los libros. Stefan Zweig
Mendel el de los libros
Stefan Zweig
Barcelona: Acantilado, 2009
Trad.: Berta Vias Mahou
Buchmendel (1929)
Esta es la trágica historia de Jakob Mendel, Mendel el de los libros, un librero de viejo, extraño y genial, que se sentó en el café Gluck durante treinta años y asombró con sus habilidades a cuantos estudiosos requirieron sus servicios.
La historia está contada en retrospectiva, surge de la memoria de un narrador que lo conoció años antes, al entrar a un café vienés un día de lluvia. Allí, inspirado por el mobiliario del local, desgrana los recuerdos que se habían escondido en algún rincón remoto de su memoria. Mendel el de los libros, aquel portento conocido por todos:
Él lo sabe todo y lo consigue todo. Él te trae el libro más singular del más olvidado de los anticuarios alemanes. Es el hombre más capaz en toda Viena y además auténtico, un ejemplar de una raza en extinción, un saurio antediluviano de los libros.
En su memoria estaban todos los libros, sus títulos, su precio, dónde conseguirlos. Podía enlazar un tema con otro y con otro y rastrear mentalmente su ubicación. El secreto, tal vez, era la fuerza de su concentración:
Aquella memoria sólo había podido ejercitarse y formarse de aquella manera diabólicamente infalible por medio del eterno secreto de cualquier perfección: la concentración.
Habría sido de provecho para las ciencias, una adquisición sin igual para esas cámaras del tesoro público que llamamos bibliotecas.
Se le tenía en gran consideración, no le interesaba el dinero, gozaba de modestos privilegios en el café, sus habilidades eran requeridas por miembros eminentes de la cultura. Pero la guerra lo estropea todo. La estupidez, el miedo, la irracionalidad de los hombres en guerra acaban por arruinar tan bella criatura. Los acontecimientos ocurren durante la Primera Guerra Mundial y Jakob (que no lee los periódicos, no sabe que su país está en guerra pues su mundo es el de los libros, el único en que pude confiar) comete el error de escribir una postal reclamando unos títulos a un anticuario de un país enemigo. A partir de ahí el desastre.
Bellísimo retrato de un personaje delicioso, no importa si real o ficticio, que Stefan Zweig hace inolvidable usando como es habitual en él sólo unas pocas páginas.
Yo, en cambio, me había olvidado de Mendel el de los libros durante años. Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
Stefan Zweig en la Biblioteca UPM
Stefan Zweig en NST: Carta de una desconocida y Novela de ajedrez
Una historia para bibliomaníacos como el que suscribe. El episodio de la postal me ha recordado a La broma, de Milan Kundera, una novela que me encanta. Ignoro si habrá algún nexo evidente entre ambos libros. Gracias y saludos.
Gracias, Alejandro, me apunto el de Kundera.