Ernest Dowson, Diario de un hombre de éxito.
Diario de un hombre de éxito. Periférica, 2012.
Un hombre regresa a Brujas, donde compartió el amor por una mujer con su mejor amigo, Lorimer. Allí se siente joven de nuevo, aunque ya es viudo y ha rebasado la cincuentena. Recorre los lugares que otro tiempo fueron tan importantes en su vida, anota con pesadumbre sus impresiones y visitas en un diario (“es un error llevar un diario”, escribe). Está de paso, pues su destino es Bruselas, y no consigue marcharse. Le tortura ignorar lo que les ocurrió a Lorimer y a Delphine. Pero saberlo no aliviará la carga del pasado.
El libro se lee rápidamente, apenas veinticinco páginas con anotaciones correspondientes a doce días. Corto pero intenso.
Al leerlo me recordó a la vez “El último encuentro” de Sandor Márai (la amistad entre dos hombres, su distanciamiento por una mujer y la forma en que se desvela lo ocurrido) y al romanticismo de las leyendas de Bécquer. Extraña mezcla. El título es claramente irónico, porque encierra una historia llena de nostalgia y amargura.
A mis años debemos mantenernos alejados de las catedrales: son lugares con bóvedas plagadas de reumatismo –en el mejor de los casos se encuentran plagadas de fantasmas.
Ernest Christopher Dowson nació en Londres en 1867 y murió en la misma ciudad en 1900. Figura mítica de la literatura británica, dandy, amigo de Oscar Wilde, poeta y autor de relatos y poemas tan singulares como hermosos, abandonó sus estudios en la Universidad de Oxford para trabajar en la empresa de su padre.
Arquetipo de poeta decadente y temperamental, en los últimos años de su vida, atravesado por el dolor «de las ausencias que han producido la muerte y la vida», como escribiera él mismo, encontró alojamiento barato en las casas de algunas prostitutas. Quizá por ello, su nombre apareció en numerosas ocasiones en la lista de sospechosos de Scotland Yard. ¿Fue Dowson en realidad Jack el Destripador? Todo un personaje.
Admirado por nombres como T. S. Eliot, quien lo consideraba el poeta más dotado de su época, murió con poco más de treinta años. Unos dicen que víctima de su alcoholismo, otros que debido a la tuberculosis.
La edición que nos ofrece Periférica incluye el poema más famoso de Dowson, de largo título en latín: “Non sum qualis eram bonae sub regno Cynarae” ( procedente de una oda de Horacio: “Ya no soy el que era cuando gobernaba la hermosa Cynara”). También en él se evoca la ausencia, la de la amada Cynera, a la que declara haber sido fiel, “a mi manera”. Y ahí brilla el verso “I have forgot much, Cynara! gone with the wind”, que según decía Margaret Mitchell, fue el “lejano y débilmente triste sonido que quería” de la primera línea de la tercera estrofa lo que le inspiró a llamar a su única novela “Gone with the wind”.
Aunque no esté incluido en el libro me gustaría añadir como colofón otro bonito poema de Dowson titulado ”Vitae summa brevis spem nos vetat incohare longam” (“La breve duración de la vida nos prohíbe albergar una esperanza larga”. Horacio):
No duran mucho tiempo, los llantos y las risas,
el amor y el deseo y el odio:
creo que no forman parte de nosotros tras
que atravesemos la puerta.
No duran mucho tiempo, los días de vino y rosas:
como desde un vago sueño
el camino surge un instante, luego se pierde
en el interior de un sueño.
Aquí también aparece un bonito verso que inspiraría otro título de película: “Días de vino y rosas” (“Days of wine and roses”) de Blake Edwards.
Está bien lo de las “bóvedas plagadas de reumatismo”
Pues sí. A pesar de que era una persona bastante triste y melancólica tenía un gran sentido del humor.
Saludos.
Gracias.
Hermoso poema