Bichos, de Miguel Torga

"¿Había alguien en todo el pueblo que se pasease con tanta serenidad y convicción bajo el cielo salpicado de estrellas? ¿Había alguien que, a esas horas de la noche, fuese capaz de sentirse deslumbrado al mirar boquiabierto el polvo plateado del Camino de Santiago que cruzaba el cielo? Nadie, empezando por él. Sesenta años en este mundo, y más ciego que un topo." (pp. 70-71)

 

Miguel Torga: Bichos.

Coimbra : edición del autor, 1940-1995.

Madrid : Alfaguara, 1997.

 

NoSóloTécnica ya visitó en su momento el mundo mágico del noroeste peninsular de la mano de Wenceslao Fernández Flórez. Volvemos ahora de nuevo a la fraga -esta vez al otro lado de la raya- de la mano del mítico escritor trasmontano Miguel Torga. Con él nos sumergimos en un mundo rural tradicional ya prácticamente desaparecido a comienzos del siglo XXI, aunque no está de más recordar que en él se sitúan las raíces de nuestra cultura y los orígenes de nuestra existencia a la corta distancia de apenas unos decenios.

Adolfo Correia da Rocha nació efectivamente en una aldea de Trás-os-Montes pero se desempeñó como médico en Coimbra durante largos años en los que llevó una discreta vida provinciana hasta el fin de sus días. Es lugar común que debía haber haber recibido ya hacía mucho tiempo el primer Nobel de literatura en portugués que inexplicablemente tanto tardó en llegar.

Estos contos son lectura recomendada a estudiantes no lusófonos de filología portuguesa. Luego resulta que no son tan fáciles  de leer en original, pues están trufados de giros y de vocablos regionales. Contamos con la traducción castellana de Eloísa Álvarez, con amplia experiencia en las obras de Torga. Bichos recupera la tradición clásica de la fábula con su fondo de sabiduría ancestral y su sabor de historias contadas en noches sin luz eléctrica y al calor de la lumbre, aunque incorpora también algunas pinceladas sociales y un aroma de lirismo panteísta. Cada uno de los relatos gira en torno a la personalidad y avatares de un "bicho", que puede ser bien lo que entendemos vulgarmente por un animal o bien un humano. De hecho ambos aparecen en cierto sentido igualados pero por lo alto, dignificados e incluso me atrevería a decir que sacralizados. Esta perspectiva da doble juego. Por un lado presenta al bicho común como espejo del alma humana según el modelo de la fábula convencional. Por otro evidencia la actitud de los personajes humanos hacia los bichos y hacia la naturaleza en general mediante un enfoque empático que conecta con la temática actual de los derechos de los animales. En este sentido no pude evitar acordarme de Mosterín al término del cuento consagrado a Miura. Por añadidura  la influencia del agonismo unamuniano, bastante extendida entre intelectuales portugueses de su época, también es notoria en Torga. Eso sí: en Bichos la angustia queda suavizada porque partiendo de las emociones y los afectos del mundo tradicional se penetra el cosmos a lomos de un misticismo biológico. En cualquier caso se concluye contemplando al modesto doctor Rocha tal que un patriarca en la encrucijada de las letras y el pensamiento ibéricos de los últimos cien años.

Obra de Miguel Torga disponible en la Biblioteca de la UPM.

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