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Sistema Eco-Cycling, Tokio, innovación tecnológica al servicio del desarrollo urbano sostenible

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Se puede afirmar con rotundidad que  la ciudad actual es el resultado directo del sistema productivo que surge en la segunda revolución industrial del siglo XX, a partir de su segunda mitad.

En el contexto japonés, dicha revolución se produce en el período posterior a la ocupación americana tras la II Guerra Mundial, produciéndose la desmilitarización del estado y la reestructuración del tejido industrial japonés hacia los productos manufacturados y las nuevas tecnologías.

Tras la intervención de los Estados Unidos en el país y el cambio producido en sus políticas económicas, se reduce la dependencia en la  explotación agrícola y pesquera y, aunque esta última seguirá siendo una parte importante de la economía y cultura nipona, su importancia económica se reduce enormemente en favor del comercio exterior y la industria tecnológica durante el período conocido como el milagro japonés. Durante la década de 1960 y hasta 1990 el país sufre un crecimiento social, económico y demográfico sin precedentes en el mundo desarrollado, posicionándose como una de las economías más importantes a nivel mundial.

En dicho marco, su principal ciudad, Tokio,  se desarrolla siguiendo los pasos de sus homólogas europeas y americanas, diseñadas en ese momento para considerar el vehículo privado como el principal medio de transporte al servicio de la actividad económica. La elevadísima expansión demográfica y el crecimiento económico llenan la ciudad de vehículos y habitantes, produciéndose la congestión de la ciudad, aumentando alarmantemente los niveles de contaminación medioambiental y desembocando en la situación actual de saturación del espacio urbano.

 Actualmente, en su área metropolitana viven más de 37 millones de habitantes, lo que la convierte en la mayor aglomeración urbana del mundo con una densidad poblacional de más  de 15 habitantes por km², por lo que la ciudad de Tokio se encuentra inmersa en pleno proceso de reforma del sistema urbano, hacia un nuevo modelo en el que las actividades económicas se desarrollen alrededor de valores globales, centrándose en  la sostenibilidad y habitabilidad de la ciudad.

En este sentido la ciudad ofrece buenos ejemplos de soluciones a las distintas problemáticas existentes en la ciudad, que nacen del avanzado espíritu tecnológico e innovador en el que se posicionó el país tras la especialización de su industria. La innovación es un factor clave para la competitividad sostenible de una ciudad, resultado del conocimiento y de la creatividad, avanzando hacia ciudades más justas con el medioambiente y sus habitantes.

Como respuesta al elevado número de vehículos y ante los elevados niveles de contaminación ambiental se desarrollan, durante las dos últimas décadas, numerosas políticas en favor del transporte público, del transporte eléctrico (Tokio es conocida como “la Ciudad Eléctrica”) y del empleo de la bicicleta como medio de transporte principal en el entramado urbano de la ciudad.

Debido a la gran población, el uso de bicicletas también suponía un problema de cara a solucionar la ocupación de espacio urbano, ya que la carencia del mismo hacía imposible realizar párquines para ciclos en superficie, que congestionarían aún más el escaso espacio disponible. Surge entonces, en dicho contexto y con la intención de llevar a la práctica las políticas planteadas mediante la construcción de nuevas infraestructuras, el proyecto ECO-CYCLING desarrollado por la firma tecnológica y de ingeniería Giken y consistente en un conjunto de más de 50 almacenes subterráneos para bicicletas, localizados, inicialmente, en las zonas de especial interés, como intercambiadores modales, universidades o grandes estaciones.

 

FOTO 1: IMAGEN TÍPICA CABINA ECO-CYCLING

Las estaciones que acogen las diferentes bicicletas, están situadas en plena calle y tienen un aspecto similar al de un quiosco convencional. Pese a que parece un aparcamiento de tamaño reducido, bajo la estación se esconden más de  12 metros de profundidad en los que se pueden aparcar cientos de bicicletas. La capacidad de cada  parquin varía según la localización. Las más pequeñas, como la instalada en la Universidad de Kochi, tienen capacidad para 130 bicicletas aproximadamente, mientras que el aparcamiento en la parada de metro de Suzukake, tiene un total de 8 casetas con capacidad para más de 1.400 bicicletas.

Todas aquellas personas interesadas en conseguir una de estas plazas de aparcamiento deberán pagar un total de 22 euros al mes. Tras pagar esta tasa, el interesado recibirá un localizador, llamado “Tag IC”, que se adhiere a la parte delantera de la bicicleta. Al mismo tiempo, el usuario recibirá también una tarjeta mediante la que podrá recuperar su bicicleta después de depositarla en el parquin. Los ciclistas pueden recuperar su bicicleta en tan solo ocho segundos.

FOTO 2: PROCESO DE ALMACENAMIENTO DE LA BICICLETA

El funcionamiento del sistema es el siguiente, la máquina lee el Tag IC de la bicicleta y se abre una rendija donde se dispone la rueda delantera, se instala el vehículo y se presiona un botón, la puerta se abre de forma automática y la bici entra en el cubículo.

La puerta se cierra y el usuario se desentiende, pero la bici continúa su camino por el espacio subterráneo y se coloca automáticamente en una plaza vacía.

Para recoger la bicicleta, el usuario debe pasar la tarjeta por el lector instalado en la máquina, el sistema localiza la bicicleta y la eleva hacia la calle, donde la recoge su dueño.

Tras el éxito de los primeros párquines subterráneos, las empresas privadas comienzan a incorporarlos a sus instalaciones para fomentar la movilidad sostenible entre sus empleados conformando un ejemplo de cómo la sociedad japonesa, tanto los sectores públicos como privados, es consciente de los problemas a los que se enfrenta su capital y actúa en su conjunto para corregirlos.

Daniel Hoyos Fernández.

“La batalla de la sostenibilidad del planeta, se ganará o se perderá en las ciudades”. Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro, 1992.

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