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LA CIUDAD DE LA CULTURA, UN MONUMENTO VACÍO

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La Xunta de Galicia de Manuel Fraga, en un momento de auge económico predecesor de la crisis que vivimos años atrás, pretendió repetir el éxito de otros proyectos urbanístico-culturales que recientemente se habían llevado a cabo en otras ciudades de España, como es el caso de la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia o el Guggenheim en Bilbao.

De esta manera, en aras de complementar el foco cultural que supone el Camino de Santiago para Galicia y de aumentar el interés turístico de la Comunidad Autónoma, se quiso construir la Ciudad de la Cultura, que consistiría en un recinto arquitectónico compuesto de varios edificios y espacios destinados a ámbitos culturales y de entretenimiento.

Además, la Ciudad de la Cultura debía convertirse en un polo de atracción para el pueblo gallego, de manera que los ciudadanos de los diferentes puntos del territorio gallego se reuniesen ahí para presenciar una ópera de prestigio, una novedosa exposición artística o un concierto de música clásica al nivel del que se podría disfrutar en capitales europeas como Viena o Praga. En este aspecto, se buscaba una concepción de este recinto como un espacio con un importante factor de cohesión para el pueblo gallego.

Para repetir la fórmula del éxito de los proyectos de Calatrava en Valencia o Frank Gehry con el Guggenheim de Bilbao, se eligió a un arquitecto de reconocimiento mundial para diseñar el proyecto, Peter Eisenman. Del mismo modo, en cada decisión del proyecto no se escatimó lo más mínimo, y es que a la hora de diseñar cada edificio del recinto se tomaron decisiones que a posteriori han sido muy perjudiciales para las arcas gallegas.

En el 1999 se proyectó que la Ciudad de la Cultura estuviese formada por un conjunto de seis edificios con las siguientes denominaciones: Biblioteca, Hemeroteca, Teatro de la Música, Museo de la Historia de Galicia, edificio de Servicios Centrales y Edificio de las Nuevas Tecnologías. En el año 2001 comenzaron las obras del proyecto, presupuestadas inicialmente en 108 millones de euros.


Foto 1. Perspectiva desde la Catedral. 

Hoy en día, 17 años después, después de una grave crisis económica, tras múltiples cambios de gobierno, tras varias redefiniciones del proyecto inicial, ya son más de 400 millones los invertidos en la construcción de una obra inacabada, y es que dos de los seis edificios posteriormente tuvieron que ser eliminados del proyecto por falta de fondos (Teatro de la música y Edificio de las Nuevas Tecnologías).

El fracaso de la Ciudad de la Cultura es el fruto de la colisión del despilfarro económico con la crisis económica de 2008, y de una gran incoherencia en su diseño. Es difícil explicar al pueblo gallego cómo es que la Biblioteca que se construyó en principio solo para libros editados en Galicia o que trataran sobre Galicia, pudiese tener unas dimensiones mayores que la Biblioteca Nacional de Berlín, donde los alemanes no tuvieron la necesidad de hacerla más grande. Como también es complicado explicar la viabilidad del buque insignia del proyecto, un Palacio de la Ópera con tres ascensores en el escenario, con capacidad para montar tres óperas en un mismo día, como si fuera la Ópera Garnier, aunque a diferencia de los varios millones de habitantes que tiene París, Santiago de Compostela apenas tiene noventa mil.

Los resultados de este monumento a la incoherencia, es que no ha cumplido ninguno de sus objetivos iniciales, incluso existiendo edificios que finalmente han sido dedicados a unas funciones no previstas como es la gestión de las universidades gallegas o espacios reservados para los trabajos de empresas como es el caso de Indra. Se trata de un monumento vacío, únicamente una escultura a gran escala, pero con un coste imposible de justificar.

En estos momentos, noviembre de 2018, se está llevando a cabo en las instalaciones de la Ciudad de la Cultura uno de sus “mayores” hitos, albergar el mundial de ajedrez de categorías inferiores, una realidad muy diferente a las grandes piezas musicales o exposiciones artísticas de categoría mundial que se buscaban en este proyecto.

La cifra de visitantes a lo largo de su historia es demoledora, apenas ochenta mil personas, cuando inicialmente pretendía ser un reclamo para los trescientos mil peregrinos que llegan anualmente a la Catedral de Santiago de Compostela, así como un lugar de identificación para todos los gallegos, pero desafortunadamente, la Ciudad de la Cultura…y de los excesos, no ha conseguido dotar de contenido una obra supeditada a su forma.

 

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