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PETARE: CONSECUENCIA DE LA FALTA DE ORDENACIÓN

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Petare (Venezuela): Civilización y barbarie en 40 kilómetros cuadrados

Imaginemos que tomamos la ciudad de Valencia, con un estimado de 798.000 habitantes (en su extensión de 134 km2) y le redujéramos ese espacio a casi la mitad. En vez de tener una amplia y hermosa ciudad con altos y modernos edificios, los valencianos vivirían hacinados en 70km2 de hogares improvisados y construidos por ellos mismos que pasado el tiempo se fueron convirtiendo en la favela más grande de Latinoamérica. Así es Petare, una población venezolana que se ha ganado el penoso galardón del barrio más grande y peligroso de todo Sudamérica.

Lejos de ser aquel pequeño pueblo fundado en 1621 por los españoles conquistadores de la época, el barrio de Petare es un claro ejemplo de la falta de planificación, urbanismo y ordenación del territorio. Ubicado al norte del valle de Caracas, es una población que está enclavada dentro del área metropolitana de la capital venezolana y que en sus inicios fue un pueblo agrícola dedicado principalmente a la siembra de café, cacao y azúcar y que, por diversas razones de desinterés político, altos costes económicos y desinterés social, siempre se ha mantenido paralelo al poco y esporádico crecimiento organizado de la ciudad.

La falta de un desarrollo sostenible en donde se maneje en equilibrio las necesidades básicas ambientales y de organización controlada de esta población han hecho de Petare un caos total en donde reina sin piedad la anarquía, lo que trae tales niveles de consecuencia como llegar a encontrar zonas con densidades poblacionales por encima de los 1.000 habitantes por hectárea o que el 40% de los homicidios que se dan en la capital (según el Observatorio Venezolano de Violencia) son perpetrados en esta peligrosa barriada.

El crecimiento y asentamiento descontrolado de la población en Petare ha llegado a generar un declive importante de servicios básicos tanto en sí mismo como en comunidades aledañas, trayendo graves problemas de distribución de agua y electricidad, así como también servicios en recolección de basura y de aguas servidas. Es muy común al pasearse por las estrechas calles de este peligroso barrio ver basura tirada en las calles que no se ha recogido desde hace semanas y bocas de visita de aguas residuales desbordadas dañando las pocas capas asfálticas que aun algunas vías mantienen. Los entes encargados de proveer dichos servicios simplemente no se dan abasto, y carecen (al igual que esta zona) de una planificación de acción

Aunado a esto, muchos vecinos Petareños denuncian también pasar semanas sin abastecimiento continuo del vital líquido lo que los ha obligado en muchos casos a recoger la poca agua que escurre de los no tan caudalosos torrentes que se generan en sus montañas, remontándose a la sociedad de la que surgieron en el siglo XXVII.

Es interesante ver como el crecimiento del barrio de Petare ha sido tan disparejo cuando se compara al resto de la ciudad, sobre todo cuando se contrasta con el paisaje de la urbanización de La Urbina, su más vecina población. En Venezuela se suele usar la palabra “urbanización” para caracterizar a aquellas poblaciones con un claro crecimiento ordenado y planificado, que cuentan con servicios públicos básicos y funcionales. Por otro lado, a aquellos sectores donde el caso es totalmente el contrario, se les suele denominar “barrios”; lo que en España se conoce popularmente como “favelas”. Los barrios se caracterizan porque el tipo de viviendas que albergan son las chabolas, allí llamadas “ranchos”, que están hechas de ladrillos sin revocar, techos de chapa y a veces sin ventanas.

A estas dos zonas las divide mucho más que una de las principales arterias viales de Caracas. Son tan distintas y tan diferentes que cualquiera que las visita puede llegar a pensar que se encuentra en dos países totalmente distintos. En una se puede apreciar claramente el resultado de algún plan de ordenación territorial que la formó y ordenó mientras que en la otra se puede ver el resultado de la improvisación y de años de políticas excluyentes que la marginaron y la convirtieron hoy por hoy en lo que es.

Algunos escasos esfuerzos se han hecho desde los gobiernos centrales y municipales para dominar el descontrolado y anárquico crecimiento de Petare, pero la realidad es que este barrio está tan arraigado en su terreno que varios expertos venezolanos afirman que la “desranchificación” de Petare es algo prácticamente inconcebible sin importar la cantidad de recursos que se empleen. La realidad es que la gente que habita ahí lleva tanto tiempo viviendo en esas condiciones, a veces tan infra-humanas, que se han terminado acostumbrando a vivir así y lamentablemente no conocen algo distinto.

Por más sorprendente que parezca, cuando se llegue a pensar que la ordenación del territorio no es un factor primordial en el desarrollo de los pueblos, podemos ver el claro ejemplo de Petare y pensar nuevamente al ver las consecuencias que la falta de planificación ha traído a esta población.

Autora: DA Cacharrón

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