La definición más sencilla de paisaje, la más instintiva es la que lo describe como “la percepción visual del entorno”. Profundizando más en el concepto se comprueba que la explicación se queda corta, pues el paisaje no solo engloba al sentido de la vista, sino que abarca varias dimensiones, entre las que se encuentra la ambiental (la más extendida en los últimos años), la social, la cultural, la histórica, la estética o la territorial.
En el Convenio Europeo del Paisaje, que tuvo lugar en Florencia en el año 2000 se creó el primer marco de referencia a nivel europeo sobre el paisaje, algo pionero a escala mundial. En él, no sólo se plantean los objetivos de promover la gestión, protección y ordenación de los paisajes europeos, sino que por primera vez se aúna dentro de este concepto el Patrimonio Cultural, el Medio Ambiente y la Ordenación del Territorio, en una visión integral de paisaje, con una importante conciencia del paisaje rural.
En este escrito se va a focalizar la atención en la reivindicación de la importancia del paisaje urbano, y concretamente se va a ejemplificar con una mala práctica en este ámbito dentro del paisaje rural urbano del norte de España.
Dado que más de la mitad de la población mundial vive en un entorno urbano, éstos cada vez son más importantes desde el ámbito social y económico fundamentalmente. Como consecuencia de ello, es posible que tengan o estén creando un cierto bagaje histórico y cultural, donde en cualquiera de los dos casos se requiere de la conservación de las peculiaridades originadas con el paso del tiempo y la interacción de los factores intervinientes, con el fin de fomentar un mejor desarrollo económico y social presente y futuro, además de conservar el patrimonio inmaterial compuesto por la huella dejada por las distintas sociedades que han habitado dicho núcleo urbano.
Las distintas sociedades, en el último siglo han dejado clara la importancia de la conservación de estos paisajes, pero la clave es, ¿cómo se considera si un paisaje es digno o no de conservación? ¿Cómo se cuantifica la valía de un paisaje? La respuesta a estos interrogantes es compleja y difícilmente cuantificable desde una perspectiva objetiva, además de la larga y complicada lista de elementos que intervienen, así como la interrelación entre ellos. Lo que queda claro es que la percepción no es la misma en función del espectador.
Respecto al desarrollo de los pequeños municipios o pedanías de la zona norte de España, éste ha sido muy hermético hasta los últimos años, creando una singularidad en el paisaje de éstos. El paisaje de esta región presenta una arquitectura muy marcada y característica; la cual consiste fundamentalmente en viviendas unifamiliares con fachadas en tonalidades ocres y marrones, compuestas de piedra (muchas veces de río), también de adobe, construidas con materiales tradicionales, ya que en su mayoría fueron erigidas por los propios habitantes de la edificación o sus antepasados. El tejado se encuentra cubierto por las denominadas tejas árabes (con forma troncocónica fabricadas con arcilla).
Figura I: ejemplo de la tipología arquitectónica citada.
Puede relatarse que el valor de este paisaje reside en varias particularidades bastante objetivas. La primera de ella es su singularidad en la actual, donde es difícil contemplar este tipo de construcciones agrupadas y en uso. Por otro lado, la historia de finales del siglo XIX, principios del siglo XX se encuentra latente en estas construcciones, así como la cultura de esas generaciones. También describe el desarrollo económico y social de la población, evidentemente lento o inexistente para estas zonas a causa de la homogeneidad y antigüedad de estos edificios.
El ejemplo concreto que se va a tratar es el del municipio de Cuadros del Bernesga, localizado en la provincia de León, una ayuntamiento que comprende 8 núcleos urbanos y engloba a 2000 habitantes. En la localidad se puede apreciar la marcada arquitectura anteriormente citada. Por otro lado, en otras zonas ubicadas a las afueras del municipio, queda patente la expansión reciente del núcleo urbano, a causa de la construcción de nuevas viviendas, creando un paisaje compatible con el núcleo rural, y creando a su vez un nuevo paisaje que relata la historia actual del municipio, reflejando la situación económica, social, cultural, y en un futuro, histórica de la población Cuadros, pues ante todo hay que entender el paisaje como un medio dinámico.
El conflicto que existe en el paisaje de este municipio se encuentra en la reciente construcción de una vivienda de arquitectura modernista, con líneas angulosas, con fachada en tonos blanco y negro y amplios ventanales en pleno centro de la localidad. Esta acción ha supuesto un impacto negativo sobre el paisaje que ha sido pasada por alto en la fase de proyección y que su efecto es notable en la actualidad.
Como conclusión, se pretende hacer una reflexión acerca de cómo actuar ante este tipo de situaciones. Como se comentó en la introducción del texto, existe un marco a nivel europeo que engloba el paisaje en todos sus ámbitos. Está en manos del ayuntamiento o Administración competente el crear una serie de políticas referentes a la Ordenación del Territorio que sean coherentes con el paisaje, y que permitan un desarrollo social, económico, ecológico o estético que atienda a los aspectos paisajísticos del medio. Es muy importante la implantación de estas medidas, pues éste no es ni el único ni el peor caso de este tipo de impacto, es necesaria la sensibilización de la sociedad ante estas situaciones para que no vuelvan a suceder.
AURORA GARCÍA GONZÁLEZ.
BIBLIOGRAFÍA:
http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=48857&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html