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Crisis Hídrica en Zonas Rurales: Los Pedroches y el Guadiato

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Autora: Celia Montesinos. Estudiante del MICCP. ETSIC. UPM.

¿Te imaginas en pleno 2024 no tener agua potable en casa? Esta situación se ha repetido en diversas ocasiones en los últimos años en zonas donde la planificación territorial ha sido subestimada. Como ingeniera de caminos, la falta de acceso a agua potable en pleno siglo XXI es un tema que ha despertado mi interés. Resulta sorprendente cómo, en función de la localización de la vivienda, puede variar la calidad de vida de los ciudadanos españoles. A pesar de ser un país desarrollado con infraestructuras hídricas para el suministro de agua limpia y segura, existen zonas que, debido a una combinación de factores, destacan por la falta de inversión, de mantenimiento o de planificación eficiente.

Al norte de la provincia de Córdoba, en plena Sierra Morena, se encuentra la Comarca de Los Pedroches y el Valle del Guadiato. La Comarca de Los Pedroches es conocida por su extensa dehesa, un paisaje de encinas y alcornoques. Por su parte, el Valle del Guadiato, cuyo nombre se debe al río que lo atraviesa, se caracteriza por sus colinas suaves y valles fluviales, así como por su historia minera. 

Ilustración 1 Localización la Comarca de Los Pedroches y el Valle del Guadiato [1]

La comarca de Los Pedroches tiene una población de aproximadamente 55000 habitantes [2], mientras que el Valle del Guadiato cuenta con cerca de 23000 personas. En conjunto, estas dos comarcas reúnen alrededor de 78000 habitantes. Esto representa aproximadamente el 9.7% de la población de la provincia de Córdoba, que cuenta con 805000 habitantes. A nivel de Andalucía, que tiene una población cercana a los 8.5 millones, las dos comarcas juntas aportan menos del 1% de la población total. En proporción al área que ocupan, se caracterizan por una densidad de población baja, que sigue disminuyendo con el tiempo debido a la emigración y el envejecimiento demográfico. Esta tendencia ha llevado a que estas zonas sean incluidas en planes de repoblación impulsados por la Junta de Andalucía [3].

Dicha despoblación progresiva se agrava por la limitada oferta de empleo, la precariedad en los servicios públicos y la dependencia del sector primario. Todo ello se suma a los problemas con los recursos hídricos debido a una combinación de factores climáticos, de gestión y de contaminación. La sequía extrema ha sido uno de los principales desencadenantes, como ocurre en el embalse de Sierra Boyera [4].

[4]

La gráfica muestra los niveles de agua del embalse de Sierra Boyera en los últimos años. En 2022, los niveles fueron extremadamente bajos, entre el 5-10% de su capacidad, debido a una grave sequía. En 2023 el problema se agrava, rondando el 0%. En 2024, hubo una mejora significativa tras la semana 12, alcanzando cerca del 75% de capacidad por lluvias intensas, por encima del promedio histórico, que oscila entre el 70-90%. 

Otro problema relevante es la contaminación del embalse de La Colada, cuya agua fue declarada no apta para el consumo debido a la presencia de carbono orgánico y otros contaminantes procedentes de las actividades ganaderas intensivas. La ganadería puede tener un gran impacto ambiental según el tipo de cría y la especie. Aunque el vacuno de carne y el cerdo ibérico suelen criarse en régimen de semi-libertad (menor concentración de animales por hectárea) y, por lo tanto, su impacto ambiental es más moderado, la ganadería intensiva (vacuno de leche, empresa COVAP) se desarrolla en espacios reducidos y genera una alta carga contaminante, debido a la acumulación de excrementos y la gestión deficiente de residuos [5]. 

Esta situación forzó a las autoridades a abastecer a la población con camiones cisterna durante casi más de un año, afectando a más de 80000 habitantes de ambas comarcas [6].

La mala gestión de los recursos hídricos ha alargado la crisis. Aunque se plantearon soluciones como la filtración mediante ósmosis y ultrafiltración, el problema de fondo (la falta de infraestructura adecuada), sigue a día de hoy sin resolverse [7]. Esta crisis hídrica ha afectado a los hogares y a las actividades fundamentales en la economía local, agricultura y ganadería. La reducción en la disponibilidad de agua ha encarecido el transporte de agua para explotaciones ganaderas y ha disminuido la productividad agrícola, lo que ha obligado a algunos ganaderos a sacrificar animales menos productivos para reducir costes.

En esta investigación he llegado a varias conclusiones. La planificación hídrica debe integrarse de manera coherente con la ordenación del territorio, especialmente en las zonas rurales, que presentan mayores vulnerabilidades demográficas. En este caso, el impacto ha sido mayor y más fácil de percibir debido a las condiciones climáticas extremas. La coordinación entre políticas de uso del suelo, desarrollo agrícola, protección ambiental y adaptación al cambio climático es imprescindible para lograr una sostenibilidad a largo plazo. Además, esta visión está alineada con los principios establecidos por la Directiva Marco del Agua, que fomenta tanto la preservación de los recursos como la participación activa de las comunidades locales.

Para evitar que esta crisis hídrica se repita, es fundamental una planificación hídrica alineada con la ordenación territorial. Esto implica la construcción de infraestructuras que respondan a las necesidades particulares de estas áreas. Otra medida indispensable es la restauración de los ecosistemas hídricos, como el caso del embalse contaminado de La Colada, controlando por ejemplo el manejo sostenible en la ganadería. La participación y la educación de la población local son esenciales para la sostenibilidad a largo plazo. La implicación de la comunidad en la toma de decisiones sobre la gestión del agua fomenta una mayor corresponsabilidad y conciencia en el uso del recurso. 

Con este ejemplo se muestra una vez más que la gestión hídrica en España está condicionada por la diversidad climática, pero sobre todo geográfica, generando diferencias territoriales significativas. Desde la perspectiva de la Carta Europea para la Gestión del Territorio, esta crisis vulnera principios básicos como la cohesión territorial o la prevención de riesgos. La desigualdad en el acceso al agua amplía las brechas socioeconómicas entre regiones, incrementando la actual injusticia territorial y evidenciando la necesidad de planes de desarrollo adaptados a la realidad de cada territorio.

Bibliografía

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