Marina Calvo Zarco
Históricamente ha recibido muchos otros nombres, pero todos asociamos el término de “La Gran Vía” con la calle más conocida de la capital, aquella que conecta el centro de Madrid (Calle Alcalá) con el noroeste de la ciudad (Plaza de España), aquella donde se concentra la atractiva dualidad entre orden y caos, modernidad y tradición, que caracteriza a esta gran ciudad. El proyecto de esta centenaria vía supuso el comienzo de la modernización de Madrid, con la construcción de los primeros rascacielos del país y la introducción de las corrientes arquitectónicas del momento procedentes de Estados Unidos.
Hace algo más de un año, el Gobierno de Ahora Madrid planteó un proyecto de remodelación de esta gran arteria, una de sus mayores transformaciones hasta la fecha que cambiaría la forma de entenderla: desde una calle de paso a un lugar de paseo y estancia. El pasado 9 de marzo se dio comienzo a las obras, con las que de nuevo Madrid se modernizará sumándose a una corriente que están tomando grandes ciudades como Londres con Oxford Street o Nueva York con la calle Broadway.
Este proyecto de remodelación aumentará el espacio peatonal de esta vía frente al espacio del vehículo privado, reduciendo el número de carriles para tráfico rodado a cuatro, de los cuales, los de ambos extremos estarán destinados a transporte público y taxis, introduciendo en ellos la movilidad ciclista para agilizar transportes más sostenibles. Este aumento de espacio peatonal vendrá acompañado de otras mejoras tales como aumentar el número de pasos de peatones, introducir más árboles y zonas ajardinadas, más paradas de autobuses, fuentes para el uso de todos, supresión de barreras arquitectónicas, reordenación del mobiliario urbano, semáforos para personas con diversidad funcional, alumbrado con mayor eficiencia energética, etc. Todo ello permitirá mejorar la accesibilidad universal, dar respuesta a las labores de carga y descarga, asegurar el servicio a los hoteles, priorizar e impulsar el transporte público y mejorar la calidad ambiental y paisajística en este eje comercial, turístico y de ocio del centro de Madrid.
A estas alturas del post, entendemos que se trata de un proyecto de remodelación que materializa un nuevo modelo de movilidad en Madrid, que nos dirige hacia una ciudad más sostenible; de hecho, forma parte del Plan A de Calidad del Aire y Cambio Climático que tiene el Ayuntamiento de Madrid para transformar el centro de la ciudad, que incluye las medidas necesarias para conseguir una ciudad sostenible que garantice la salud de los madrileños frente al reto de la contaminación y fortalezca la ciudad frente a los impactos del cambio climático.
Este proyecto al que nos referimos, se encuadra en varias iniciativas para la transformación del viario urbano de Madrid, tales como el ensanche de aceras en Malasaña y La Latina. Con todas ellas se pretende llevar a cabo una de las medidas del Plan A, el Área Central Cero Emisiones, que impide circular a los no residentes por toda la zona, incluida la Gran Vía, eliminando el tráfico de paso en el distrito de Centro para crear un entorno más agradable, reduciendo ruidos y contaminación. El peatón, el ciclista y el transporte público tendrán más espacio.
Por otra parte, han surgido importantes corrientes de seguidores, pero también de detractores, gente con diversidad de opiniones incluso en los gremios afectados. La comunidad de empresarios madrileños está a favor de la peatonalización permanente de la Gran Vía apoyándose en ejemplos como el de la peatonalización de la calle Preciados y su impacto positivo en la economía. En cambio, la Asociación de Comerciantes de Gran Vía considera que la restricción al tráfico perjudica al comercio del distrito centro desplazando la demanda hacia las grandes superficies de las afueras a las que se puede llegar con el coche.
A este respecto, opino que la peatonalización implica un efecto positivo en el comercio, pues da más cabida a transeúntes y por tanto facilita el consumo, y en este caso, aunque no se trate de una peatonalización en sí, ya que seguirá habiendo espacio destinado al tráfico rodado, sino de una ampliación de aceras, el efecto será igualmente positivo, como ha sucedido sin ir más lejos en la calle Serrano al mejorar sus aceras. Ahora bien, no solo se trata de aumentar el espacio para los peatones, sino de que estos tengan un fácil acceso a la zona en cuestión. Por este motivo, entre otros, también creo que es una idea brillante apostar por el transporte público y reforzarlo, reduciendo tráfico y emisiones.
En definitiva, considero que se trata de un proyecto sostenible que incorporará mejoras económicas, sociales y ambientales, desarrollado en beneficio de una mayoría, tanto en movilidad, ya que excepto el vehículo privado el resto de medios de transporte se ven favorecidos, como en calidad ambiental, tarea especialmente importante en Madrid.
“Foto1. La Gran Vía a la altura de Plaza de Callao, tal y como la hemos conocido hasta el día de hoy. Imagen obtenida del portal web flickr.”
“Foto 2. Recreación del mismo tramo tras la obras. Imagen obtenida del portal web eldiario”