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Jigsaw

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Fase evaluación: Estructuración

Tipo evaluación: Específica:

Evaluación participativa: Sí

Grado complejidad: Medio

Otros Nombres:

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Descripción 

Es un puzle donde cada participante cuenta con una pieza, cada pieza es una parte de estudio y que depende del resto. Así pues cuando se completa el puzle, los participantes entienden y comprenden el proceso. Fomenta la responsabilidad y aportación por parte de los participantes. También anima y fomenta la escucha activa, el compromiso y la empatía al mismo tiempo que ofrecen a los miembros del equipo un rol esencial en el proceso de conseguir sus objetivos y competencias del aprendizaje. Esta cooperación facilita la interacción entre los agentes implicados, y les ayuda a valorar la contribución de cada miembro del grupo en la resolución de una tarea común.

Pasos a seguir

1. Se divide al grupo de participantes en pequeños grupos de 5-6 participantes.

2. Un voluntario o participante asignado por el facilitador debe asumir la coordinación del equipo.

3. El contenido se divide en 5-6 partes, uno por cada miembro. A cada participante se le asigna una de las partes que hay que estudiar. Cada persona solo tendrá acceso a su parte.

4. Dejar tiempo para leer cada uno su parte. No es necesario memorizar el contenido.

5. Se crean grupos temporales de expertos formados por un alumno de cada grupo de jigsaw que tengan asignado la misma parte. En estos grupos de expertos, los participantes tendrán tiempo para discutir sobre los principales aspectos de su parte y practican la presentación que harán una vez vuelvan a su grupo jigsaw.

6. Cada miembro presenta su parte en el grupo de jigsaw. Se fomenta la participación del resto de miembros del equipo; preguntas, nuevas ideas, sugerencias, …

7. El facilitador se mueve entre los diferentes grupos con el objetivo de observar el proceso, e interviene si cualquier equipo tiene algún problema, por ejemplo, si hay algún miembro del equipo que quiere imponerse sobre el resto de compañeros o representa un elemento perturbador del equipo. El coordinador o líder del equipo tendrá que asumir su papel.

Nota: El facilitador puede ayudar al coordinador, dándole claves para llevar a cabo su labor de forma efectiva.

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Metaplan

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Fase evaluación: Estructuración

Tipo evaluación: Global/ Específica

Evaluación participativa: Sí

Grado complejidad: Medio

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Descripción

Para estructurar las discusiones de grupo, agrupar información basada en múltiples puntos de vista y la toma de decisiones colectiva.

Numerosas variantes basadas en los mismos principios:

  1. Recoger las opiniones de los participantes en una reunión,
  2. Estructurar y sintetizar esta información recogida y
  3. Agruparla de forma que se alcance el consenso entre los participantes (producir una síntesis aceptable por la mayoría).
  4. Más para discusión que para la toma de decisiones.
  5. Para reuniones preparatorias antes de comenzar la evaluación.

Fomenta la  participación equitativa, sin que influyan las opiniones individuales. También ayuda a almacenar ideas, la información siempre se mantiene accesible. Posibilita el desarrollo de un escenario que promueva una co-construcción necesaria para detectar componentes y posibles soluciones ante problemas probables que este plantee.

Pasos a seguir

  1. Preparar tres preguntas que guiarán la sesión: pregunta de introducción para presentar el tema; pregunta de tarjetas que profundiza en la primera; pregunta de ponderación para elegir entre las respuestas dadas y establecer prioridades de acción. Se dan respuestas en post-its a la primera pregunta que se agrupan en la pizarra por bloques a los que se ponen títulos. En la segunda pregunta se valora la importancia de cada bloque poniendo pegatinas en los bloques que proveen la mejor respuesta. La tercera pregunta se usa para seleccionar elementos de respuesta que parecen ser prioritarios. Si las respuestas tienen factores negativos y positivos se pueden entregar tarjetas de dos colores para diferenciar los factores.
  2. Se recogen las cartulinas y se colocan de forma aleatoria. Se irán agrupando por similitud. Se irán formando grupos que se establecerán bajo un nombre genérico.
  3. Se creará un mapa de familias constituidas por ideas individuales y agrupadas por consenso mutuo.
  4. Cada familia será correlacionada por categorías de primer, segundo y tercer orden según su importancia.

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Diseño de evaluaciones: Herramientas Participativas

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Las metodologías participativas están en pleno crecimiento y cada día aparece más información, es por eso que se ha hecho un esfuerzo por  recopilar el mayor número de herramientas posibles. Además,este inventario cuenta con un número aceptable de metodologías participativas que podrían usarse en cualquier momento de una evaluación. Para su clasificación, se estudiaron diferentes métodos y tras varias comparativas se decidió seguir la metodología de evaluación de Scriven que reúne las características de la mejor manera posible.

Los Icebreakers y las Herramientas Transversales no siguen la metodología de Scriven pero son una parte esencial en los métodos participativos.

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Aprender a trabajar en diferentes contextos culturales

A causa de la globalización los evaluadores trabajan cada vez con más frecuencia con múltiples grupos étnicos con culturas muy diferentes. Gente de diferentes culturas pueden mostrar su diferencia de modos muy diversos: diferentes formas de ver las cosas; diferentes creencias, valores, normas, costumbres, comportamientos, conocimientos, lenguajes; o diferentes modos de expresar la personalidad o la bondad. Estas diferencias pueden causar dificultades en el trabajo de evaluación y en la interpretación de los datos recogidos a través de las técnicas participativas. Poner atención en estas diferencias culturales puede dar a un evaluador extranjero una mejor oportunidad de ser aceptado y poder hacer bien su trabajo.

Los evaluadores son tentados muchas veces por dejarse llevar por generalizaciones que llevan a recomendaciones que no siempre son apropiadas. Reconociendo la necesidad humana por crear categorías, se ha de afirmar que estos estereotipos pueden tener efectos negativos en el trabajo de evaluación, pues las generalizaciones son siempre peligrosas.

Es necesario reflexionar sobre las diferencias culturales y discutir sobre ellas, pero no hay nada mejor que la buena observación, el saber escuchar y el sentido común para saber manejarlas. Las diferencias entre culturas y razas son reales y constituyen una fuente de riqueza. Pero al mismo tiempo hay entre ellas mucho en común, cuando lo más superficial es traspasado se ve que en el fondo hay bastante en común. Algunos aspectos relacionados con la personalidad, el deseo de hacer mejor las cosas, la necesidad de participar y contribuir, son comunes a una gran cantidad de culturas. El problema es que los evaluadores han de afrontar muchas veces el aspecto más superficial y puede no haber tiempo de ahondar en estos aspectos más comunes, lo que hace de las diferencias culturales un aspecto muy importante de su trabajo de evaluación.

El papel del evaluador en la evaluación participativa

A lo largo del proceso de evaluación participativa se crean vínculos, una relación estrecha, entre el evaluador y los implicados en el programa objeto de la evaluación. A través de estos vínculos, la experiencia del evaluador puede enriquecer el proceso si se utiliza de forma adecuada. No se trata de imponer esa experiencia sino de compartirla, analizar muy bien cuál debe ser su papel, y entender que la toma de decisiones en los trabajos de evaluación puede variar a lo largo del proceso.

El papel del evaluador ha sido descrito como: facilitador, educador, consultor, consejero (Morabito, 2002); colaborador (Patton, 1997); amigo crítico (Rallis and Rossman, 2000); intérprete y mediador. Cada uno de estos términos añade algo a la implicación del evaluador en el proceso de evaluación. La cuestión es entonces averiguar cuáles son los papeles que el evaluador puede tomar en la evaluación participativa. Éstos pueden resumirse en dos:

  • Evaluador, que hace referencia a su profesionalidad y provee a su trabajo de la credibilidad necesaria. Se trata de un papel en el que lo importante es cumplir los requisitos del que encarga la evaluación y llegar a producir resultados creíbles de evaluación.
  • Facilitador, que hace referencia a la construcción de capacidades (especialmente capacidades de evaluación interna) entre los participantes en la evaluación. Se incluye aquí el papel de educadores, colaboradores, amigos críticos o consejeros a través, principalemente, del proceso de evaluación.
el papel del evaluadorEl papel del evaluador en los diferentes enfoques participativos de evaluación.

En el gráfico podemos ver cómo el papel del evaluador puede ir de ser el director absoluto de la evaluación, a ser un simple facilitador en una evaluación dirigida por los participantes. En el eje de ordenadas vertical está representado en nivel de implicación en la toma de decisiones tanto del evaluador como de los participantes (líneas inclinadas que se cruzan a la mitad); en el eje de abcisas horizontal están representados los diferentes enfoques de evaluación participativa.

En los enfoques participativos en el extremo izquierdo de la gráfica (implicación del evaluador mayor que la de los participantes en la toma de decisiones) las evaluaciones son dirigidas por los evaluadores que solo usan de la participación para extraer información que resulte útil y práctica para la toma de decisiones. En los enfoques participativos en el extremo derecho de la gráfica el punto de vista es más transformador y se tiende a que sean los participantes los que toman las decisiones en las actividades de evaluación, relegando al evaluador a un papel de facilitador del proceso. Muchos evaluadores piensan que nunca debería pasarse de la mitad de la gráfica para la derecha, pues se piensa que los evaluadores han de dirigir siempre la evaluación.

 

Origen y principios de la evaluación participativa

Pueden distinguirse dos desarrollos distintos de la evaluación participativa: la evaluación participativa práctica (practical participatory evaluation) y la evaluación participativa transformadora (trasnformative participatory evaluation) (Cousins & Whitmore, 1998). Ambos enfoques comparten algunas características como es el fomento de la participación en la evaluación y el desarrollo de destrezas a través de la investigación. Al mismo tiempo, las dos tradiciones se han desarrollado en regiones muy distintas y presentan grandes diferencias, un ejemplo de cómo la cultura influencia el desarrollo y práctica de la evaluación. Siguiendo el análisis hecho por Cousins y Whitmore tenemos que:

  • La evaluación participativa práctica surgió en los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Noruega y Suecia, reflejando la importancia de la investigación en ciencias sociales de estos países. Una evaluación participativa que busca la implicación de las personas que tienen intereses creados en los resultados de evaluación, patrocinadores, gestores y todos los que están implicados en la toma de decisiones.
  • La evaluación participativa transformadora surge en Latinoamérica, India y África reflejando la cultura y las condiciones sociales de estos países. Un enfoque que busca la implicación de todos los afectados, incluyendo a los que menos poder tienen, su fortalecimiento y adquisición de capacidades a través del proceso de evaluación.

Esto no quiere decir que podamos simplificar el mundo de la participación en la evaluación en dos corrientes homogéneas, pues algo que caracteriza a este mundo es que se ha ido enriqueciendo enormemente y actualmente abarca un amplio abanico de metodologías. Se habla de evaluación participativa, colaborativa y empoderadora, términos en ocasiones sujetos a diversas interpretaciones, que varían en función de quién utilice el término y del tipo de participación que se persiga, que puede ir desde una participación meramente de escaparate hasta una participación con peso que transforme las relaciones de poder existentes. En cualquier caso estamos hablando de metologías que involucran en las actividades de evaluación al personal del programa y a los grupos de interés afectados por él.

En un esfuerzo por describir un conjunto de principios integradores de este tipo de enfoques, una especie de filosofía subyacente que constituya su esencia, podemos señalar al menos los siguientes:

  • Principio de participación: Este principio constituye el pilar esencial y se traduce en la participación de los implicados en alguna o en todas las fases del proceso de evaluación. En particular, se suele poner énfasis en la inclusión de los destinatarios últimos de una intervención, tradicionalmente marginados en la evaluación o, en el mejor de los casos, utilizados como meros proveedores de información. Dentro de este principio, conviene señalar los enfoques que defienden que la población y beneficiarios pueden hacer más que proporcionar información. Ellos también pueden decidir, analizar los hallazgos y en general participar en otras fases de la evaluación. En este tipo de enfoques el evaluador se convierte más bien en un facilitador que anima talleres de trabajo, guia el proceso en las coyunturas críticas y consolida el informe final, si es necesario, basado en los hallazgos de la población.
  • Principio de aprendizaje: La participación en la evaluación constituye un proceso de aprendizaje entre todos los participantes, que se traduce en la construcción de capacidades locales (principalmente de evaluación) y el fortalecimiento institucional. Los conocimientos y los recursos locales ya existentes son la base de la que parte este proceso, que crea las condiciones necesarias en los participantes para la transformación de la realidad y la consecución de un desarrollo más participativo.
  • Principio de negociación: La participación en la evaluación pone en marcha un proceso social y político de negociación entre los participantes. Social, puesto que articula la diversidad de percepciones, necesidades y demandas, desarrollando empatía entre los grupos. Político, por el trasfondo de transformación de las relaciones de poder que subyace en el proceso, hacia la búsqueda de un mayor equilibrio en este ámbito.
  • Principio de flexibilidad: En ocasiones se dice que existen tantos modelos participativos como contextos donde se aplican dando lugar a una especificidad en función del contexto donde se desarrolle. No existe una receta metodológica o de procedimiento que pueda ser aplicada con éxito en cualquier circunstancia. Este aspecto resalta la importancia de la selección de métodos culturalmente adaptados a sus contextos locales de aplicación. En definitiva la participación supone un proceso dinámico y flexible, en continua adaptación a las necesidades y circunstancias locales, lo que pone de manifiesto su carácter empírico y eminentemente práctico.

 

Referencias citadas:

Cousins, J. B., & Whitmore, E. (1998). Framing participatory evaluation. En E. Whitmore (Ed.), Understanding and practicing participating evaluation (pp. 5–23). New Directions for Evaluation, No. 80. San Francisco: Jossey-Bass.

La evaluación: origen y desarrollo de un nuevo campo profesional

 

Estudiar el comienzo de la evaluación es importante para comprender sus pilares fundamentales. Éstos tienden a perderse en el diseño de una evaluación concreta, en un momento determinado y con una serie de recursos.

La evaluación tiene su origen en la misma forma de ser del hombre, se asienta en la curiosidad humana y el deseo de hacer mejor las cosas. La evaluación nació cuando alguien preguntó: ¿cómo sabemos qué es bueno?, ¿cómo sabemos que lo que hemos hecho está bien y bajo qué criterios? Siempre hemos mirado el mundo con espíritu crítico y lo importante es hacer un uso constructivo de ese espíritu para mejorar el mundo en que vivimos.

evaluation

Los comienzos de la evaluación y la pérdida del planteamiento inicial

Al estudiar el origen y evolución de la evaluación se pone de manifiesto que tratamos con una disciplina de muy reciente creación en la que todavía queda mucho por hacer. Aunque los seres humanos han tratado de resolver los problemas sociales usando razonamientos y pruebas desde hace siglos, la evaluación como medio de mejorar y asistir la calidad de los programas nació en la segunda mitad de la década de los 60.

Una lección aprendida de las importantes inversiones realizadas durante las décadas de los 60 y 70 es la imposibilidad de tener recursos para resolver todos los problemas y aprovechar todas las oportunidades. Es necesario priorizar las inversiones y para hacerlo eficazmente hace falta una base para decidir dónde y cómo invertir. Como no todo puede ser hecho, debe haber una base para decidir qué cosas merece la pena hacer.

En el caso de los Estados Unidos —que puede considerarse como el país con una tradición más rica y una institucionalización más temprana de las prácticas de evaluación en el seno de las administraciones públicas— la evaluación comenzó con los ambiciosos programas sociales financiados federalmente de la iniciativa Great Society en la segunda mitad de los años 60. Se hicieron grandes inversiones en estos programas pero los complejos problemas que se intentaban resolver con ellos no desaparecieron. Comenzaron los recelos y comenzó una creciente presión para que se demostrase la eficacia de las distintas intervenciones para proceder después al reparto de los limitados recursos.

Esta presión se ha extendido a todos los países donde se ha ido adoptando la evaluación, primeramente Canadá y norte de Europa y actualmente la influencia de esta presión se extiende globalmente como vía de asegurar la eficacia de las inversiones por parte de gobiernos y organismos financiadores.

De esta forma el objetivo inicial de la evaluación de mejorar los programas se ha ido transformando en demostrar que éstos funcionan, con el empobrecimiento que ello supone. A esta situación ha contribuido decisivamente, además de la presión mencionada, la influencia del método científico en la realización de la mayor parte de las evaluaciones. Este método se basa en una metodología hipotético-deductiva para la medición del impacto usando técnicas rigurosas de análisis estadístico. Quizá es adecuado para el análisis de la eficacia pero es muy limitado para ayudar a comprender el complejo mundo que vivimos actualmente.

Como resultado de ambos factores —el histórico crecimiento de la presión por demostrar la eficacia y el dominio de un modelo basado en la medición del cambio— muchas evaluaciones no han tratado temas tan importantes como el proceso, la implementación o mejora de los programas, y se han centrado en el impacto y la medición del cambio. Se apartan así otras cuestiones igual de importantes y se ponen en peligro enriquecedoras iniciativas participativas por no poder ser evaluadas dentro de este esquema.

En la actualidad, se está haciendo hincapié en la importancia de los procesos de evaluación (no solo los resultados), las metodologías participativas y contenidos de evaluación más allá del impacto. Sin embargo, es importante conocer la evolución de este campo profesional para conocer los peligros y presiones que influyen en ella y que siempre tienden a volver, y dar paso a sus inmensas posibilidades para mejorar la vida en nuestras sociedades.

 

Expansión de la cultura de la evaluación

Michael Quin Patton (1999) afirmó que la evaluación es una cultura. Entendiendo el término cultura como un sistema compartido de creencias, valores, normas, costumbres, comportamientos, conocimiento y lenguaje que los miembros de una sociedad usan para afrontar el mundo que les rodea y crear modos de pensar y comprenderse mutuamente. En este sentido, la evaluación es una cultura compartida por los evaluadores y todos aquellos que entran en contacto con su trabajo.

Esta cultura de la evaluación ha ido ganando un creciente reconocimiento (Díaz-Puente, Cazorla, and Dorrego, 2007) y una notable influencia a la hora de impulsar procesos de cambio (Kirkhart, 2000), promover nuevas capacidades y generar aprendizaje (Taut, 2007), así como mejorar la toma de decisión política.

Varios indicadores ilustran la progresiva adopción de la cultura evaluadora: el uso cada vez mayor de la evaluación para sustentar la toma de decisiones en políticas locales, nacionales o internacionales; el crecimiento exponencial de organizaciones profesionales de evaluación; y la creciente diversidad internacional de los asistentes a las conferencias que se organizan en todo el mundo sobre evaluación.

En relación al primer indicador es claro que en el campo de las políticas públicas la práctica de la evaluación se ha ido extendiendo enormemente y está ayudando a dar base científica a la toma de decisiones. Países pioneros en la adopción de esta cultura evaluadora fueron los países norteamericanos y del norte de Europa entre los años 60 y 70. De ahí se ha ido extendiendo enormemente al sur y centro de Europa y demás continentes: Australia, África, Asia y Latinoamérica. En esta expansión de la cultura de la evaluación han jugado un papel importante los principales organismos internacionales, especialmente en los países en vías de desarrollo. Organizaciones como el Banco Mundial o la OCDE han trabajado con numerosos gobiernos de estos países para lograr el reconocimiento y aplicación de la evaluación. En estas organizaciones los componentes de seguimiento y evaluación se han ido proporcionando desde que a mediados del decenio de 1970 se prestó atención especial al desarrollo rural y al alivio de la pobreza.

Otro indicador claro del crecimiento de la cultura de la evaluación es el crecimiento exponencial de las asociaciones y redes de evaluación en éstos últimos años. Comenzando su creación en Canadá (en 1981 se creó la Canadian Evaluation Society, CES) y los Estados Unidos (en 1986 se creó la American Evaluation Association, AEA), actualmente existen alrededor de unas 100 organizaciones nacionales y regionales de evaluación en todo el mundo. Muchas de ellas organizan conferencias y eventos que ayudan al intercambio de experiencias y a seguir extendiendo la cultura de la evaluación a nivel internacional.

Esta internacionalización ha sido acompañada de esfuerzos para construir una comunidad evaluadora a nivel global con el objetivo de compartir experiencias y ayudarse mutuamente. Un importante hito aquí fue el lanzamiento de la Asociación Internacional para la Evaluación del Desarrollo (International Development Evaluation Association, IDEAS) en el 2002 y la Organización Internacional para la Cooperación en Evaluación (International Organization for Cooperation in Evaluation, IOCE) in 2003. La asociación IDEAS proporciona cooperación profesional entre los evaluadores que trabajan en el campo del desarrollo y la organización IOCE proporciona cooperación entre las organizaciones de evaluación nacionales y regionales que existen en el mundo, además de fomentar la demanda de evaluación y apoyar la organización de las diferentes asociaciones que la componen.

 

Referencias citadas:

Díaz-Puente, J.M., A. Cazorla, A. Dorrego. (2007). Crossing National, Continental, and Linguistic Boundaries: Toward a Worldwide Evaluation Research Community in Journals of Evaluation. American Journal of Evaluation, 28 (4), 399-415.

Kirkhart, K. (2000). Reconceptualizing evaluation use: An integrated theory of influence. In The expanding scope of evaluation use, New Directions for Evaluation, Vol. 88, edited by V. Caracelli and H. Preskill, 5-24. San Francisco, CA: Jossey-Bass.

Patton, M. Q. (1999). Utilization- Focused Evaluation in Africa: Evaluation Training Lectures delivered to the Inaugural Conference of the African Evaluation Association. Ed. P.N. Chaiban and M. Patel.

Taut, S. (2007). Studying self-evaluation capacity building in a large international development organization. American Journal of Evaluation 28 (1): 45-59.