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Origen y principios de la evaluación participativa

Pueden distinguirse dos desarrollos distintos de la evaluación participativa: la evaluación participativa práctica (practical participatory evaluation) y la evaluación participativa transformadora (trasnformative participatory evaluation) (Cousins & Whitmore, 1998). Ambos enfoques comparten algunas características como es el fomento de la participación en la evaluación y el desarrollo de destrezas a través de la investigación. Al mismo tiempo, las dos tradiciones se han desarrollado en regiones muy distintas y presentan grandes diferencias, un ejemplo de cómo la cultura influencia el desarrollo y práctica de la evaluación. Siguiendo el análisis hecho por Cousins y Whitmore tenemos que:

  • La evaluación participativa práctica surgió en los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Noruega y Suecia, reflejando la importancia de la investigación en ciencias sociales de estos países. Una evaluación participativa que busca la implicación de las personas que tienen intereses creados en los resultados de evaluación, patrocinadores, gestores y todos los que están implicados en la toma de decisiones.
  • La evaluación participativa transformadora surge en Latinoamérica, India y África reflejando la cultura y las condiciones sociales de estos países. Un enfoque que busca la implicación de todos los afectados, incluyendo a los que menos poder tienen, su fortalecimiento y adquisición de capacidades a través del proceso de evaluación.

Esto no quiere decir que podamos simplificar el mundo de la participación en la evaluación en dos corrientes homogéneas, pues algo que caracteriza a este mundo es que se ha ido enriqueciendo enormemente y actualmente abarca un amplio abanico de metodologías. Se habla de evaluación participativa, colaborativa y empoderadora, términos en ocasiones sujetos a diversas interpretaciones, que varían en función de quién utilice el término y del tipo de participación que se persiga, que puede ir desde una participación meramente de escaparate hasta una participación con peso que transforme las relaciones de poder existentes. En cualquier caso estamos hablando de metologías que involucran en las actividades de evaluación al personal del programa y a los grupos de interés afectados por él.

En un esfuerzo por describir un conjunto de principios integradores de este tipo de enfoques, una especie de filosofía subyacente que constituya su esencia, podemos señalar al menos los siguientes:

  • Principio de participación: Este principio constituye el pilar esencial y se traduce en la participación de los implicados en alguna o en todas las fases del proceso de evaluación. En particular, se suele poner énfasis en la inclusión de los destinatarios últimos de una intervención, tradicionalmente marginados en la evaluación o, en el mejor de los casos, utilizados como meros proveedores de información. Dentro de este principio, conviene señalar los enfoques que defienden que la población y beneficiarios pueden hacer más que proporcionar información. Ellos también pueden decidir, analizar los hallazgos y en general participar en otras fases de la evaluación. En este tipo de enfoques el evaluador se convierte más bien en un facilitador que anima talleres de trabajo, guia el proceso en las coyunturas críticas y consolida el informe final, si es necesario, basado en los hallazgos de la población.
  • Principio de aprendizaje: La participación en la evaluación constituye un proceso de aprendizaje entre todos los participantes, que se traduce en la construcción de capacidades locales (principalmente de evaluación) y el fortalecimiento institucional. Los conocimientos y los recursos locales ya existentes son la base de la que parte este proceso, que crea las condiciones necesarias en los participantes para la transformación de la realidad y la consecución de un desarrollo más participativo.
  • Principio de negociación: La participación en la evaluación pone en marcha un proceso social y político de negociación entre los participantes. Social, puesto que articula la diversidad de percepciones, necesidades y demandas, desarrollando empatía entre los grupos. Político, por el trasfondo de transformación de las relaciones de poder que subyace en el proceso, hacia la búsqueda de un mayor equilibrio en este ámbito.
  • Principio de flexibilidad: En ocasiones se dice que existen tantos modelos participativos como contextos donde se aplican dando lugar a una especificidad en función del contexto donde se desarrolle. No existe una receta metodológica o de procedimiento que pueda ser aplicada con éxito en cualquier circunstancia. Este aspecto resalta la importancia de la selección de métodos culturalmente adaptados a sus contextos locales de aplicación. En definitiva la participación supone un proceso dinámico y flexible, en continua adaptación a las necesidades y circunstancias locales, lo que pone de manifiesto su carácter empírico y eminentemente práctico.

 

Referencias citadas:

Cousins, J. B., & Whitmore, E. (1998). Framing participatory evaluation. En E. Whitmore (Ed.), Understanding and practicing participating evaluation (pp. 5–23). New Directions for Evaluation, No. 80. San Francisco: Jossey-Bass.