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El colapso de las ciudades. La descentralización y dispersión de la población

Jorge Jiménez Berazaluce

jorge.jimenez.berazaluce@gmail.com

El urbanismo siempre ha sido la herramienta fundamental para confeccionar las ciudades. Una buena planificación inicial es el inicio del éxito de una ciudad en el futuro, pero una mala planificación puede acabar siendo devastadora.

En las últimas décadas el proceso de urbanización se ha incrementado considerablemente. En el año 1980 la población urbana era del 40%; en el 2007, la población urbana consiguió igualar a la población rural; y la tendencia es que para 2050 dos tercios de la población mundial sea urbana, pero ¿a qué se debe este gran aumento?

Las causas principales de la urbanización son: búsqueda de empleo o un empleo mejor remunerado, construir, comprar o alquilar una vivienda, mejor calidad de servicios sanitarios y educativos, acceso a educación superior, ausencia de gobierno en áreas rurales, acceso al agua potable y al saneamiento, acceso a mercados más grandes con mayor oferta de productos, mayor seguridad y más presencia policial que en áreas rurales, y acceso a internet y a electricidad.

Las ciudades se proyectan para un determinado número de personas. Si se supera ese número no hay ningún problema porque siempre se pueden ampliar las ciudades proyectando nuevos barrios a las afueras o construyendo edificios más altos en las propias ciudades. Esta ha sido la evolución de todas las ciudades a lo largo de los años. El problema surge cuando hay un aumento masivo e incontrolado de la densidad de población. Las infraestructuras, como las carreteras, siguen siendo las mismas, con el mismo número de carriles y no pueden hacer frente a este aumento de población. Algunas de las consecuencias son: mayor contaminación provocada por el tráfico, mayor congestión de vehículos y recolección deficiente de residuos, lo que provoca un impacto negativo en el medio ambiente y en la calidad de la vida. Las preguntas que hay que hacerse son: ¿Cuándo una ciudad empieza a perder calidad de vida?, ¿cuál es la capacidad real de una ciudad?, ¿qué se puede hacer desde las instituciones para minimizar estos problemas?

Figura 1: Congestión del tráfico en la India

Desde el punto de vista del urbanismo, en las grandes ciudades europeas, la repuesta al incremento masivo de la densidad de población ha sido la creación de una “zona central” libre de vehículos contaminantes y la construcción de barrios de urbanizaciones muy amplios a las afueras con extensas zonas verdes que sirvan para descongestionar el centro de las ciudades y contrarrestar la contaminación ambiental. Pero, ¿qué se puede hacer desde el punto de vista de la organización territorial?

Los organismos públicos competentes en el ámbito territorial deben fomentar, incentivar e, incluso, subvencionar medidas que logren que el mundo rural sea un espacio competitivo frente al mundo urbano y consigan una dispersión adecuada de la población. Como se ha comentado, la tendencia de los últimos años está siendo la concentración de la población por medio de la urbanización. El objetivo ya no solo es reducir su crecimiento, sino revertir la situación.

Para contrarrestar las causas de la urbanización previamente mencionadas, es necesaria la regulación del suelo, en el caso de España, por medio de las Normas Urbanísticas Territoriales (NUTs). Estas normas tienen por objeto establecer las determinaciones de planeamiento urbanístico, tanto de ordenación general como de ordenación detallada que sean necesarias, en los municipios sin planeamiento general propio. La importancia de las NUTs radica en que regulan los usos de una gran parte del suelo, que resulta esencial para articular todas las fortalezas y oportunidades de futuro de los municipios deshabitados y en proceso de deshabitación.

Habría que realizar un análisis exhaustivo de cada municipio (o mínima unidad territorial con gestión pública propia en el resto de países) individualmente, pero unas medidas globales que aprovechen las fortalezas y oportunidades de estos municipios pueden ser:

  • Mejora de carreteras comarcales: invertir en mantenimiento y conservación de las carreteras, ampliar los arcenes, mejorar los sistemas de drenaje y renovar el pavimento.
  • Modificación de las líneas de transporte público interurbano: incrementar el número de paradas de las líneas de transporte público interurbano, pudiendo alcanzar zonas con potencial residencial o turístico.
  • Creación de una marca propia: fomentar el emprendimiento como base de desarrollo económico y social que potencie el producto de la zona.
  • Realización de cursos formativos para emprendedores y población activa: formar a individuos y empresas para lograr calidad y conocimiento en sus respectivos sectores económicos y potenciar las actividades económicas y sociales de la región.
  • Creación de una asociación de municipios: facilitar la operatividad y el consenso entre las diferentes actuaciones municipales para lograr objetivos comunes.
  • Desarrollo en energías renovables: proporcionar una calidad de vida que esté en consonancia con la naturaleza y sea medioambientalmente viable.
  • Plan de natalidad: ayudar a las familias económicamente para que tengan hijos, especialmente a las jóvenes, desarrollar zonas urbanas residenciales y equipar al suelo urbano de parques.

Para conseguir todas estas propuestas es necesaria la financiación de la Administración por medio de subvenciones.

Todas las medidas sirven para que las zonas rurales puedan llegar a ser competitivas frente a las zonas urbanas. Con ellas, se puede lograr retener a las personas nacidas en el mundo rural, atraer personas que viven en zonas urbanas y quieran un cambio en sus vidas y que esta alternativa siga siendo sea de calidad y atraer turismo y dar a conocer el mundo rural.

Figura 2: Pueblo en la montaña con potencial turístico y residencial

De alguna manera, con estas medidas, algunas zonas rurales pueden acabar convirtiéndose en zonas urbanas en un futuro, pero esto no es un inconveniente. Se habrá logrado retener a la población rural y se habrá conseguido una dispersión de la población suficiente. Que una localidad crezca también repercute positivamente de manera indirecta en zonas rurales cercanas, siempre y cuando estas sean capaces de retener su población y sus actividades económicas, porque estarán más próximas a zonas urbanas de lo que lo están en la actualidad, con sus consecuentes beneficios, y acabarán desarrollando de una manera más sencilla su potencial.

En conclusión, las políticas territoriales tienen que ir en la dirección de impulsar y fomentar la actividad de los pequeños municipios para mejorar la calidad de vida, no solo de las zonas rurales, sino también de las zonas urbanas.

Fuentes consultadas:

https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/2007/09/pdf/bloom.pdf
https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/2007/09/pdf/ravalli.pdf

FEMP – Federación Española de Municipios y Provincias (cartalocal.es)

https://www.pexels.com/es-es/

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