Tras la inauguración el pasado mes de octubre del puente de Hong Kong – Zhuhai – Macao, este se convirtió en el mayor puente sobre el agua del mundo. Con una longitud de unos 55 kilómetros une las tres ciudades que componen su nombre, unas de las mas importantes ciudades de la región administrativa especial de China situadas en el delta del rio de las Perlas ubicado en el sureste del país asiático.
Imagen aérea de la ubicación del puente
El puente comenzó su construcción en 2009, ha llevado 9 años finalizarlo y ha contado con cerca de 14.000 trabajadores y 300 barcos durante su edificación. Todo este trabajo ha sido posible por el gran auge de la ingeniería China que en los últimos años se sitúa a la vanguardia de la construcción a gran escala. Prueba de ello es que actualmente en el territorio asiático se encuentran siete de los diez puentes más grandes del mundo.
Lo más característico de esta obra ha sido como una vez más la ingeniería ha sido capaz de sortear todos los obstáculos existentes y sobreponerse a las dificultades geográficas y climatológicas que genera la naturaleza, sin dejar de lado la funcionalidad y la preservación de la fauna y el territorio existente.
La primera dificultad que se tuvo que sortear fue la climatológica, ya que en la zona del sureste asiático son frecuentes los tifones y seísmos, por ello, los ingenieros diseñaron el puente capaz de soportar tifones de categoría 16 y terremotos de magnitud 8 en la escala de Ritcher, realizando un puente extremadamente ligero y con una longitud entre apoyos lo más amplia posible para así aumentar su peso.
La segunda de las grandes dificultades que se encontraron fue la geográfica, ocasionada por las condiciones topográficas del terreno y la cercanía al aeropuerto internacional de Hong Kong. Para solventar estas adversidades los ingenieros del proyecto diseñaron una infraestructura única en el mundo, la cual cuenta con cuatro islas artificiales, 48 kilómetros de viaducto y casi 7 kilómetros de túneles. Para la creación de las islas se empleó una medida totalmente innovadora y vanguardista, que consistió en insertar sobre el lecho marino una serie de tubos de acero sobre los que se construyeron posteriormente las islas. En cuanto al túnel, su punto mas profundo se encuentra a 40 metros bajo tierra, esta diseñado para resistir temperaturas de más de 1000˚C y capaz de evacuar su interior en apenas media hora.
Imagen esquemática del proyecto
En cuanto al puente es un modelo perfecto de construcción sostenible, ya que su área de edificación se encuentra en una reserva natural del delfín rosado, una de las especies mas protegidas de la zona, por lo que su planificación tuvo en gran consideración el punto de vista medioambiental para preservar al máximo posible esta reserva natural. Para ello durante su proyección se colaboro con el departamento de protección ecológica el cual dio una serie de pautas muy rigurosas a seguir durante la construcción del puente para rebajar al mínimo posible el impacto de la obra sobre la reserva natural. Estas restricciones complicaron enormemente esta fase de construcción ya que se prohibió el uso de maquinaria diésel o la perforación directa en el terreno.
De esta forma, vemos como la realización de este puente no solo ha sido una obra extremadamente funcional y eficaz, capaz de reducir el tiempo de viaje de tres horas a una hora entre tres grandes poblaciones que cuentan con más de 10 millones de habitantes y de dotar de una mejor comunicación y accesibilidad al resto de poblaciones de la región, sino que representa también la perfecta fusión entre la vanguardia tecnológica y la construcción sostenible, adaptando su forma curvada a las corrientes marítimas creando una armonía perfecta entre el puente y el paisaje observándolo desde la costa. Cabe destacar que además de su innovador diseño, su gran adaptación al entorno y su preservación del medio marino y paisajístico, se ha dotado al puente de una vida útil de 120 años.
Íñigo Rodríguez Carracedo