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EL PROBLEMA DE LA ARENA

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Para entender la magnitud del problema que supone la escasez de arena tenemos que recurrir a las cifras. Este preciado recurso es el segundo no renovable más consumido en el mundo, por detrás del agua. Comparando las toneladas usadas de arena con las de petróleo nos podemos hacer una idea del orden de magnitud, la relación es de cinco a uno. Se utiliza en numerosos campos que nos afectan directamente en nuestra vida cotidiana, desde como árido en la construcción, en la fabricación de vidrio, detergentes, papel, alimentos deshidratados, cosméticos, dentífrico… Por lo que es evidente que resulta ser un recurso indispensable en nuestras vidas.

Desde el punto de vista medioambiental, la arena es una pieza clave en los procesos litorales. El conjunto de granos de arena que conforman las playas cumplen tres funciones principalmente: una función de defensa, ya que actúan como una barrera entre el mar y  tierra firme. También conforman un hábitat de fauna y flora, ya que albergan una gran cantidad de vida animal y vegetal. Y una tercera función recreativa, como lugar de ocio y disfrute humano. De estas tres funciones, dos de ellas las podemos clasificar como inherentes al planeta, es decir, la presencia o ausencia de la especie humana no alteraría estas funciones. Sin embargo, la tercera es propia del ser humano y muy reciente en el tiempo, lleva menos de un siglo siendo así.

Es en este tercer uso de las playas donde surge una problemática que, sin lugar a dudas, tenemos que abordar, ya que actualmente se prima más la potenciación de las costas como motor turístico que el simple respeto a la naturaleza de estos lugares. Es más necesario el relleno de playas sumidero, en las cuales la arena allí descargada apenas durará un lustro que la preservación de lugares de gran valor ecológico y ambiental. Dentro de este amplio campo de actuación de los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, podemos encontrar numerosos ejemplos de buenas prácticas y actuaciones en las cuales se consiguen playas equilibradas. Y también numerosos ejemplos de malas prácticas, como son el uso de la arena de las dunas de las playas para rellenarlas, o simplemente para ampliar el ancho de las mismas.

Un mal uso de este recurso limitado era la playa de Fuentebravía, playa perteneciente al Puerto de Santa María (Cádiz) que se encuentra al lado de la Base Naval de Rota. Durante muchos años se recurrió a costosos traslados de arena que sustituían la pérdida arena que se llevaba el mar. Lo cual no solucionaba el problema, sino que únicamente lo retrasaba en el tiempo. Este desajuste de sedimentos fue causado por la construcción del puerto de Rota, así como de su base naval, de los espigones de la Costilla y de las construcciones bajo el acantilado. Se cuantificó una pérdida de sedimentos anual de 65000m3/año, provocado por el fuerte oleaje Atlántico, se podía apreciar tanto por una pérdida de altura en perfil (de hasta 4 metros) como por un retroceso de la línea de costa. También la Universidad de Cantabria certificó otras causas como son la presión urbanística tras la playa, que impiden la formación de sistemas dunares que deberían proteger la playa.

Debido a la ineficiencia de las medidas repetidamente adoptadas se optó por una solución alternativa. De las cuatro opciones planteadas por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino (MMARM) se eligió la de construir un espigón de 255 metros de longitud en Punta Bermeja. Este espigón sería parcialmente sumergido y con cota de coronación variable, siendo también necesaria la aportación de 106000 m3 de arena después de la construcción de la citada Obra Marítima, esta aportación sería única y no debería repetirse más en el tiempo. Desde grupos como Ecologistas en Acción también se propuso la actuación sobre aquellos elementos que había causado dicho problema ambiental. Es decir, una modificación del espigón de la base Naval de Rota (muy difícil) así como de la demolición parcial o total las construcciones existentes en la playa, es decir, edificios, canalizaciones, paseos, aparcamientos… Esta última actuación no está contemplada en el estudio realizado por el MMARM, sin embargo está demostrado que ayudaría a frenar la erosión de esta playa.

José Manuel Cano López

Universidad Politécnica de Madrid

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