El primer requisito de las actividades de evaluación es el de producir evaluaciones que sean útiles (Patton, 2008). Sin embargo, la utilidad de las evaluaciones es un aspecto que ha quedado relegado en muchos ejercicios de evaluación a favor del rigor metodológico, sofisticados análisis estadísticos, o dimensiones como la validez o la credibilidad que no resuelven el problema de que las evaluaciones no se usen. La actividad profesional se enfrenta así a un doble reto: fomentar usos apropiados de las evaluaciones y trabajar por eliminar usos inapropiados.
Las evaluaciones deben juzgase por su utilidad, y se usarán siempre que el fundamento para su uso sea cuidado apropiadamente. Para ello es necesario identificar los grupos afectados por la evaluación, sus necesidades y valores; realizar diseños de evaluación adecuados; así como cuidar la oportunidad del momento en que se realiza la evaluación y la diseminación de sus resultados.
Los evaluadores deben diseñar sus evaluaciones con atenta consideración a cómo todo lo que se hace, desde el comienzo hasta el final, afectará a la utilidad de la evaluación. Destacan aquí cinco factores a tener en cuenta (Patton, 2008).
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El factor personal
El tema de la utilidad y uso de las evaluaciones no es una abstracción, se trata de un uso intencionado y concreto llevado a cabo por personas concretas. Es fundamental localizar a estas personas, reales y específicas, e interaccionar adecuadamente con ellas para determinar el tipo de evaluación que necesitan (en cuanto contenidos, métodos y usos). Son estas personas las que tendrán la responsabilidad de aplicar los resultados de la evaluación y poner en marcha sus recomendaciones. Y lo harán con mayor probabilidad si sienten que la evaluación en suya y se han visto envueltos en las actividades de evaluación. Es por ello que el primer reto de un evaluador es generar compromiso con la evaluación y su uso, que se valoren las actividades de evaluación y se comparta la visión de lo que se va a realizar.
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Cultura de la organización
Todo lo dicho sobre el factor personal es aplicable a la organización en la que trabajan las personas implicadas en la evaluación. Las actividades de evaluación son parte de un proceso de aprendizaje más amplio que promueve la apropiación y establecimiento de procedimientos que permitan mejorar los programas y proyectos promovidos por la organización.
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Consideraciones políticas
Es importante dar la información más oportuna a la gente más apropiada para fomentar el uso de la evaluación. Para ello hay que establecer los vínculos de relaciones adecuados durante el proceso de evaluación, entender cómo piensa la clase política e identifcar venatas de oportunidad para los resultados de las actividades de evaluación.
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Evidencia
Proveer de buenas y creíbles evidencias es fundamental para el uso de los resultados de una evaluación. Estas evidencias contribuirán a reforzar creencias que ya existían o cambiar modos de pensar que contribuyan a la mejora continua.
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Estrategia de comunicación y difusión de resultados
Es importante contar con una estrategia de comunicación y difusión de resultados que sea eficaz. Para ello es necesario preguntarse quién es el público al que va dirigida, cuáles son los intereses de ese público (contenido a difundir), cuál el momento más oportuno para hacerles llegar la información, y cómo hacerlo. Este cómo, el formato de comunicación, puede hacerse de muchas formas y bajo diferentes enfoques y herramientas. Para ello hay que tener en cuenta los diferentes intereses de las diferentes audiencias para diseñar productos diferenciados en nuestra estrategia: informes, resúmenes, pdfs interactivos en la red, informes visuales hechos con diapositivas, folletos, boletines, presentaciones orales, discusiones, exposiciones de fotos y posters, artículos periodísticos, escenas teatralizadas…
Referencias citadas:
Patton, M. Q. (2008). Utilization-Focused Evaluation (4ª Ed.). Thousand Oaks: Sage Publications.