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Estándares de evaluación

ESTANDAS

Un proyecto pionero para el desarrollo de estándares profesionales para la evaluación de programas fue iniciado en Estados Unidos en 1975. Su objetivo era el de mejorar la evaluación de la educación y programas de formación. Se estableció un comité compuesto por 16 asociaciones profesionales de la educación, la Sociedad Americana de Evaluación (American Evaluation Association o AEA) y la Asociación Americana de Psicología. El resultado fue un conjunto de 30 criterios, el Programme Evaluation Standards (PES) organizados en torno a cuatro principios principales: utilidad, viabilidad, propiedad y precisión. Se describen a continuación estos principios que actualmente sirven de guía para asegurar la calidad de las actividades de evaluación.

 

Utilidad (Utilitity)

Como punto de partida es preciso destacar la utilidad de la evaluación, en la que ha de buscarse un uso concreto para agentes concretos. El resultado de una evaluación no puede considerarse satisfactorio si se limita únicamente a la exposición de los resultados alcanzados sin contribuir a que dicha exposición redunde en una mejora del desempeño general de las funciones propias de los actores involucrados en el objeto a evaluar. Por ello la metodología a emplear procurará hacer un uso adecuado del proceso de evaluación, así como de los resultados de evaluación (Patton, 1998; 2008). El objetivo es que la evaluación ayude a las personas o grupos interesados a: (1) tener acceso a las informaciones que necesitan para el desempeño de su actividad, (2) identificar los defectos y virtudes de lo evaluado y, (3) proponer soluciones a fin de mejorar el objeto que se evalúa. Este aspecto de utilidad comprende identificar las personas afectadas por la evaluación para poder dar respuesta a sus necesidades; dar credibilidad a los resultados para que tengan una máxima aceptación; seleccionar la información que permita responder a cuestiones pertinentes; describir cuidadosamente los enfoques, procedimientos y fundamentos utilizados para interpretar los resultados de modo que queden claras las bases de los juicios de valor; proporcionar información esencial y que se entienda fácilmente; y divulgar los resultados significativos y los informes de evaluación de manera que puedan utilizarse en el momento oportuno.

Unidos a este principio principal están otros principios como la credibilidad, claridad, puntualidad, diseminación de resultados, y la identificación de necesidades y valores.

 

Viabilidad (Feasibility)

Los procedimientos para llevar a cabo la evaluación no deben ser excesivamente complicados y sí eficientes. Han de garantizar que la evaluación se lleve a cabo de un modo realista, prudente y diplomático, que se hayan ponderado todos los puntos y tenido en cuenta los costes. Este aspecto de viabilidad comprende diseñar procedimientos prácticos de evaluación que permitan reducir al mínimo las interrupciones y molestias mientras que se obtiene la información necesaria; anticiparse a las diferentes posiciones de los diversos grupos de interés, de manera que pueda lograrse su cooperación y puedan evitarse o contrarrestarse los posibles intentos de cualquiera de estos grupos para limitar las actividades de evaluación o para sesgar o usar indebidamente los resultados; y producir informaciones con el suficiente valor, de modo que puedan justificarse los recursos empleados. Este principio comprende así fundamentalmente la viabilidad en términos políticos, prácticos y de coste-eficacia.

 

 

Propiedad (Propriety)

La evaluación debe estar basada en compromisos explícitos que aseguren la necesaria cooperación, la protección de los derechos de las partes implicadas y la honradez de los resultados, además debe proporcionar un informe equilibrado que ponga de manifiesto tanto aciertos como errores del objeto que se evalúa. Este aspecto de propiedad comprende diseñar la evaluación para ayudar a las organizaciones a atender y responder con eficacia a las necesidades de toda la variedad de participantes destinatarios; acordar las obligaciones de las partes formales de una evaluación (qué debe hacerse, cómo, por parte de quién, cuándo); diseñar la evaluación respetando y protegiendo los derechos y el bienestar de las personas; realizar una evaluación completa y justa; asegurar que los resultados de la evaluación resulten accesibles a personas afectadas por la evaluación; y llevar a cabo el gasto de recursos mediante procedimientos de rendición de cuentas acertadas y de un modo éticamente responsable. Bajo este principio por tanto, la evaluación ha de conducirse legalmente, éticamente y bajo la consideración de aquellas personas involucradas en la evaluación así como los afectados por sus resultados.

 

Precisión (Accuracy)

El objeto, su evolución y su contexto deben estar claramente descritos. Han de garantizar que la evaluación presente y transmita las informaciones técnicas adecuadas referentes al programa objeto de evaluación, resaltando tanto los aspectos positivos como negativos. Este aspecto de precisión comprende describir y documentar con claridad y precisión el programa evaluado y su contexto, así como los propósitos y procedimientos de la evaluación; describir las fuentes de información utilizadas en la evaluación de un programa, de modo que pueda valorarse la adecuación de la información; elegir e implementar procedimientos de recogida de información válidos y fiables; procesar y revisar sistemáticamente la información recogida; analizar de modo apropiado y sistemático tanto la información cuantitativa como cualitativa, de modo que se responda eficazmente a las preguntas de evaluación; justificar las conclusiones a las que se llegue de modo que los interesados puedan valorarlas; y elaborar informes imparciales.

Unidos a este principio están otros como la adecuación técnica, el análisis del contexto, el uso de fuentes de información defendibles e información válida y confiable, llegar a conclusiones justifidas y la imparcialidad.

 

Un principio extra: la flexibilidad

En muchas ocasiones el objeto a evaluar se encuentra indisolublemente unido a la acción de las personas y evolución en el tiempo. Esto implica un grado de incertidumbre a la hora de acometer la evaluación, en función del comportamiento de los individuos, grupos, y el conjunto de las instituciones y organizaciones en respuesta a cada nuevo paso que se da. Por consiguiente uno de los requisitos que se deben tener en cuenta es el grado de flexibilidad para adaptar la evaluación a la receptividad de los actores y a sus dinámicas internas. En el caso de los proyectos de desarrollo el camino elegido para la ejecución de una intervención es un elemento determinante de su calidad, puesto que es el propio proceso de desarrollo apoyado o impulsado el objetivo principal de la intervención. Esta visión, que pone el énfasis en la calidad del proceso de desarrollo como base para su sostenibilidad, más que en los resultados directos y a corto plazo, exige poner la atención de la evaluación en los procesos que se ponen en marcha a través de cada proyecto y los aprendizajes que genera.

 

Referencias citadas:

Patton, M. Q. (1998). Discovering process use. Evaluation, 4(2), 225-233.

Patton, M. Q. (2008). Utilization-Focused Evaluation (4ª Ed.). Thousand Oaks: Sage Publications.