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Marco lógico

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Fase evaluación: Estructuración

Tipo evaluación: Específica:

Evaluación participativa: Sí

Grado complejidad: Medio

Otros Nombres: Logical Framework

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Descripción

Sirve para estructurar la lógica de una intervención a través de relaciones de causalidad (graduación de objetivos, condiciones y riesgos para el éxito, recursos, productos-resultados-impactos y objetivos…). Se basa en una presentación matriz de la intervención.

Con su lógica vertical (3 niveles internos y un cuarto (aim) que lo liga a un programa o política más amplio fuera de la esfera de gestión): recursos (inputs) – productos (outputs) – objetivos o impactos específicos (goals) – objetivos o impactos globales (aim); y con su lógica horizontal que identifica y describe lo que se produce a cada nivel: indicadores de éxito verificables y fuentes de verificación.

Se emplea a menudo en desarrollo. Se adapta mal a la evaluación de programas complejos por su excesiva simplificación. Es muy útil para la evaluación ex-ante de intervenciones sencillas o como complemento a otras herramientas en otro tipo de evaluaciones. Permite:  Clarificar el propósito y la justificación de un proyecto; Identificar las necesidades de información; Definir claramente los elementos clave de un proyecto; Analizar el entorno del proyecto desde el inicio;Facilitar la comunicación entre las partes implicadas;Identificar cómo habría que medir el éxito o el fracaso del proyecto.

La técnica debe ser usada con la participación de la gente implicada en la intervención (fases intermedias de reflexión colectiva).

Pasos a seguir

1.Análisis del contexto (los problemas a resolver)

El punto de partida de la determinación de objetivos es la identificación y priorización de problemas.

2.Análisis de objetivos

Un proyecto se define en función de un fin u objetivo superior, el cual se puede lograr mediante la combinación de propósitos u objetivos específicos.

Determinación del objetivo superior. Lógicamente, es la respuesta a lo que se identificó como problema central.

Determinación de los objetivos específicos. Pueden ser una respuesta a las causas principales de nuestro problema central

3.Análisis de la lógica de intervención

Cada objetivo específico se cumple a través de una serie de productos o resultados. Para lograr cada resultado, necesitamos cumplir ciertas acciones y/o obtener ciertos insumos.

  • Determinación de los resultados. Estos son a su turno, los logros necesarios y suficientes para asegurar que se cumpla cada uno de los objetivos específicos (ver ilustración).
  • Determinación de las actividades e insumos. Aquí debemos listar, todo lo que el proyecto deberá hacer para asegurar los resultados (ver ilustración).

La base del marco lógico es la coherencia: es fundamental, asegurarse que no hay ningún fallo lógico, en el sentido de que la realización de lo que pusimos a cada nivel asegura el logro del nivel superior.

La matriz de marco lógico normalmente incluye los indicadores verificables y los medios para verificarlos y los supuestos: son los elementos fuera del control del proyecto, que son necesarios para lograr los objetivos. Si existen supuestos imposibles de lograr, toda la lógica debe ser revisada.

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Limitaciones de modelos de evaluación inspirados en el EML y el ACB

COSTE BENEFICIOAntes de comenzar con las limitaciones de ambos enfoques es bueno reconocer la enorme aportación histórica del EML y el ACB, como herramientas de planificación han contribuido a articular muchos esfuerzos dispersos de cooperación para el desarrollo. No obstante, su traslado y aplicación en el campo de la evaluación, a pesar de que cuenta con la defensa de numerosos profesionales, ofrece unos resultados mucho más pobres que en el campo de la planificación. Tanto el EML como el ACB, poseen importantes limitaciones, que merece la pena repasar:

  • El EML adolece de rigidez para inspirar modelos de evaluación, ya que depende de indicadores predeterminados. Lo que da lugar a un modelo poco preparado para el gran grado de incertidumbre que se suele encontrar en el dinámico contexto de las evaluaciones. Supone también un enfoque negativo al estar centrado en el análisis de problemas coartando el posible desarrollo de las capacidades. Además, se trata de una metodología cuyos propios fundamentos y presupuestos impiden y restringen la participación local en las evaluaciones.
  • Por su lado, el ACB se muestra en gran medida incapaz de evaluar intervenciones de desarrollo social en los que predominan los beneficios intangibles (educación, integración y fortalecimiento institucional, entre otros). Requiere además de elevados conocimientos financieros y económicos, lo que deja en manos de los consultores economistas externos a la comunidad que se pretende desarrollar los secretos para su aplicación, no contribuyendo al aprendizaje local.
  • La imposición de procedimientos complejos de evaluación puede conducir a la desaparición de las organizaciones pequeñas y a la pérdida de su identidad asociativa, en favor de organizaciones grandes o transnacionales.
  • Ambas metodologías poseen un sesgo hacia los resultados, en detrimento de una reflexión cualitativa sobre los procesos. Algunos evaluadores experimentados han cuestionado ese vínculo automático que se suele hacer entre evaluación e impacto, aduciendo que existen criterios alternativos a la hora de evaluar un programa, como es su potencial de replicación, su capacidad innovadora, el nivel de participación local o su contribución al fortalecimiento de la sociedad civil. Algunos de los principales argumentos aducidos para criticar estos enfoques son:
  • Las enormes dificultades para aislar los resultados directos de los programas y para ligar los insumos con los outputs motivan que un número considerable de evaluaciones de impacto carezca de valor. En la práctica es más fácil identificar los factores externos que influyen de forma adversa en las intervenciones que precisar todas las conexiones causales.
  • La utilización de las evaluaciones de impacto para distribuir los fondos de desarrollo desencadena el abandono de muchas líneas de trabajo como las actividades orientadas a los sectores más pobres, debido al aumento de los costes y las pobres perspectivas de alcanzar sostenibilidad financiera, o las actividades innovadoras, debido a la incertidumbre de sus resultados. También sufren bajo esta visión los proyectos que buscan resultados intangibles.

Esto no implica la descalificación automática del EML o de los procedimientos clásicos de evaluación (ACB, ACE), sino la necesidad de utilizar estos modelos con precaución y con espíritu abierto para facilitar la percepción de los potenciales aspectos cualitativos —muchas veces no esperados— de los programas.

El Enfoque del Marco Lógico

El Enfoque del Marco Lógico (EML) es una herramienta de planificación que fue formalmente adoptada por primera vez por Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) para la cooperación al desarrollo a comienzos de los 70. Sus orígenes se pueden situar en las teorías de gestión del sector privado dentro del enfoque de la gestión por objetivos que tuvo gran popularidad en los años 60.

El Enfoque del Marco Lógico (EML) (NORAD, 1993) fue diseñado como técnica para identificar y analizar una situación dada, y definir objetivos y acciones que serán llevadas a cabo para mejorar esa situación. Después de la preparación de un programa o proyecto, el EML vino a constituir en muchas ocasiones una herramienta clave de gestión, seguimiento y evaluación, proporcionando la base para la programación de las actividades y para el desarrollo del sistema de seguimiento y un marco para la evaluación.

Como resultado de la colaboración entre la Unidad de Evaluación del Ministerio Noruego de Asuntos Exteriores y Knut Samset de Scanteam International A.S. salió publicado en 1997 un manual de evaluación basado en el EML (NORAD-UD, 1997), que en aquellos momentos era sin duda el manual más utilizado para el diseño de proyectos de cooperación al desarrollo.

En los últimos años, el enfoque de Marco Lógico (EML) se ha consolidado, no sólo como metodología de planificación y formulación de programas, sino que también inspira los esfuerzos de evaluación de estos programas. Es generalmente adaptado mediante la utilización de matrices de planificación para la evaluación de programas considerándose que éstas aportan rigor a la planificación y a la evaluación.

Desde la perspectiva del EML, los programas de desarrollo se articulan en función de una jerarquía de objetivos, de acuerdo a una cadena causa-efecto de cuatro niveles: insumos, resultados, objetivos específicos y objetivo general. La función de la evaluación lógica consiste, por tanto, en un proceso orientado a contrastar resultados con objetivos, lo esperado con lo real.

la matriz del diseñoEl principal instrumento de evaluación es la propia matriz de planificación, que traduce los objetivos y resultados esperados en indicadores cuantitativos. El objetivo central del EML es asegurar la gestión eficaz del programa, mediante la revisión periódica del grado de cumplimiento de los indicadores, la revisión del presupuesto, así como la identificación y análisis de problemas como fuente de aprendizaje institucional. El resultado final del proceso continuo de evaluación es una colección de informes de seguimiento, normalizados, homogéneos, tal y como exigen los organismos financiadores. En este sentido, el EML, más que una metodología de evaluación, constituye, en el fondo, un proceso de normalización de los procedimientos de gestión de los programas.

 

La matriz del diseño del EML describe la jerarquía de objetivos y los principales supuestos.
Fuente: Elaboración propia a partir de NORAD, 1993

Como componentes generales de la evaluación se consideran la eficiencia, eficacia, impacto, pertinencia y viabilidad. En conjunto, el modelo pretende proporcionar un marco común tanto para la evaluación, como para el establecimiento de sistemas de información. Se establece según un esquema tridimensional, en el nivel inferior organiza la información sobre el programa en cuestión, tal y como está definida en la jerarquía de objetivos, describe los elementos principales del programa y qué se espera lograr en el corto y largo plazo. Esto es también conocido como el “formato EML”, en el que la jerarquía de objetivos es considerada particularmente importante para la planificación y gestión del programa.

Al ser el propósito de las evaluaciones realizar análisis a un nivel agregado, se concentran sobre unos pocos criterios centrales denominados componentes de la evaluación, que es la segunda dimensión. Se construye directamente sobre los elementos de la jerarquía de objetivos y proporciona conocimiento agregado a un nivel superior, útil para la toma de decisiones.

La tercera dimensión viene definida al existir la necesidad de analizar los factores de desarrollo que afectan a la viabilidad del programa. Objeto de atención por ser considerados como problemáticos o sensibles para el éxito de la intervención. En la figura siguiente queda esquemáticamente desarrollado este proceso:

modelo de evaluaciónModelo de evaluación del EML estructurado en las tres dimensiones: la jerarquía de objetivos, el conjunto de componentes de la evaluación y los factores de desarrollo
Fuente: Elaboración propia a partir de NORAD, 1993

Las ventajas que permite este modelo de evaluación son:

  • Una utilización sistemática del conocimiento sobre el programa en cuestión.
  • La agregación de conocimiento, de forma que aquellos que toman las decisiones pueden evitar una información excesivamente detallada.
  • Un énfasis sobre seguimiento profesional, de especial importancia para lograr un desarrollo sostenible.
  • La utilización de otros enfoques además de la evaluación de objetivos, como la evaluación de procesos.

 

Referencias citadas:

NORAD (1993). El enfoque del marco lógico (EML). Manual para la planificación de proyectos orientada mediante objetivos. Agencia Noruega de Desarrollo; Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación (IUDC). Universidad Complutense de Madrid-Fundación Centro Español de Estudios de América Latina (CEDEAL). Madrid.

NORAD-UD (1997). Evaluación de proyectos de ayuda al desarrollo. Manual para evaluadores y gestores. Agencia Noruega de Desarrollo-Unidad de Evaluación del Ministerio Noruego de Asuntos Exteriores. Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación (IUDC) – Universidad Complutense de Madrid – Fundación Centro Español de Estudios de América Latina (CEDEAL). Madrid.

 

Enfoques y Modelos Metodológicos

Uno de los aspectos más importantes al emprender una actividad de evaluación es la de definir un modelo metodológico adecuado. En el ámbito de las evaluaciones de programas de desarrollo han dominado los enfoques metodológicos inspirados en el Enfoque de Marco Lógico (EML) y el Análisis Coste Beneficio (ACB), orientados a los resultados y a la rendición de cuentas. Este predominio parece estar relacionado con la satisfacción de los intereses de las instituciones financiadoras y el reparto de roles establecidos entre los diferentes actores. Son los organismos de control los que han venido exigiendo la utilización del EML en los procesos de solicitud de subvenciones públicas, a través de formularios cada vez más estandarizados. El EML, en tanto que proceso normalizado de gestión, encaja muy bien con los propios intereses del cuerpo funcionarial de los organismos financiadores, preocupado por el control de los fondos públicos. Por otro lado, estos organismos han ido reiterando las exigencias de realizar Análisis Coste Beneficio (ACB) de las intervenciones, lo que también tiene que ver con sus intereses: comparar los resultados de diferentes intervenciones y asesorar la toma futura de decisiones de financiación.

Ante las limitaciones de estos enfoques surgieron en los años 90 con fuerza, desde diferentes organizaciones y grupos de trabajo, numerosas propuestas metodológicas de evaluación participativa, que parten de la necesidad de superar las relaciones verticales de la cadena y construir visiones compartidas. La dificultad estriba muchas veces en la identificación de herramientas que permitan una buena participación entre el equipo de expertos y los beneficiarios del desarrollo.

La mayor y mejor participación de las partes involucradas es uno de los mayores avances en los procesos de evaluación, y ha dado lugar enfoques de evaluación donde cobra importancia el aprendizaje y capacitación de todos los participantes. En otros tiempos, la evaluación era el trabajo de un grupo de especialistas. Un trabajo sin mayor interacción —o con muchas dificultades de aceptación— por su entorno institucional, político o social. En la actualidad, las evaluaciones tienden a constituirse como actividades integradas al trabajo cotidiano de los gestores y agentes de campo.