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10. La sensibilidad social

La sensibilidad es la facultad de sentir, propia de los seres humanos, entendemos que se trata de la propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura; así reza el Diccionario de la Real Academia.

Esta definición aplicada o relacionada con Proyectos de Desarrollo Rural, por sus especiales connotaciones sociales, constituye un elemento aparentemente impalpable y sin embargo de extraordinario valor y digno no sólo de tener en cuenta sino de ser potenciado. Esta sensibilidad social permitirá que las nuevas generaciones, los nuevos profesionales, desarrollen un especial interés por el conocimiento histórico, social y cultural del entorno en el que van a desarrollar sus proyectos, como elemento fundamental para asegurar el bienestar de los ciudadanos y el éxito de la iniciativa que en cada momento decidan acometer (Cazorla, 2000).

Los nuevos profesionales de las diferentes áreas de actividad de las ingenierías, especialmente los del campo de los proyectos de desarrollo rural, deben evolucionar de manera paralela a las necesidades de la sociedad, implicándose en nuevas transformaciones para encontrar a su profesión una razón de ser que les permita unir su futuro al de los demás grupos sociales.

De ellos se espera que su actividad se convierta en una profesión de síntesis, situada entre la producción, la gestión de los recursos que ofrece la naturaleza y la ordenación

del territorio, fomentando el diálogo que permita conocer las necesidades reales demandadas por la población.

Es necesario que los ingenieros responsables de los Proyectos de Desarrollo Rural conozcan, respeten e incorporen estas necesidades a la hora de diseñar todos y cada uno de los proyectos que puedan ser puestos en marcha, e incorporen el saber hacer tradicional, con esa visión nueva del contexto ante nuevos requerimientos.

Visión integrada, cuidado y respeto son elementos necesarios en la formulación de los Proyectos de Desarrollo Rural, actuando así no nos quedaremos solo en la finalidad corta del hacer técnicamente bien, sino del obrar conforme a nuestra naturaleza.

Para alcanzar estos objetivos es necesario el desarrollo de procesos en los que las acciones estén basadas en un Aprendizaje Social en el que se proceda con cautela, aprendiendo de los errores para permitir que nueva información guíe el curso de la acción y para aplicar tales correcciones en los nuevos proyectos que se vayan necesitando (Cazorla & De los Ríos, 2001).