Si un evaluador con las competencias necesarias sirve para dar mayor credibilidad al proceso de evaluación es importante determinar la forma de adquirir dichas competencias.
Como con cualquier habilidad o destreza humana, una competencia de evaluación se puede tener de manera innata o no. Las personas con habilidades innatas solo cuentan con cierta ventaja inicial frente a las personas que no las tienen de forma natural. Al mismo tiempo siempre habrá que trabajar para desarrollarlas al máximo, refinarlas y conocer la mejor manera de llevarlas a la práctica.
Si no se poseen las competencias necesarias, estas se pueden adquirir mediante trabajo y esfuerzo. Según Stevanh, King, Ghere y Minnema (2005) hay cuatro formas de adquisición de las competencias: mejora de la formación, aumento de la práctica reflexiva, avance en la investigación de la evaluación y profesionalización del campo.
1º. La mejora de la formación pasa por el establecimiento de asignaturas y materias a nivel educativo, ya sea universitario o no. Esto se ha de realizar para que los futuros evaluadores ya tengan de base ciertas competencias básicas técnicas como herramientas de observación o de análisis. Pero no solo se puede enseñar las herramientas técnicas, materia habitual en los ámbitos educativo, también se pueden enseñar algunas competencias interpersonales y personales como saber realizar correctamente una entrevista o aprender de los éxitos y fracasos propios.
2º. El aumento de la práctica reflexiva consiste en la continua puesta en marcha de las habilidades de evaluación. Además, en esta puesta en práctica de las competencias el evaluador ha de saber automonitorizarse e ir viendo en todo momento sus propias fortalezas y debilidades. Este mecanismo sirve para ir evolucionando entre los distintos tipos de evaluadores que se puede encontrar en la realidad: accidentales, nuevos evaluadores, en transición y experimentados. Cuanto mayor sea la puesta en funcionamiento de las competencias el evaluador irá creciendo hasta convertirse en un evaluador experimentado.
3º. En el avance de la investigación sobre evaluación se ha de focalizar los recursos en desarrollar nuevas teorías, mejorar en la concepción de las preguntas adecuadas y optimizar al máximo la práctica reflexiva. Investigar y evaluar son dos conceptos parecidos y complementarios. Investigar la evaluación contribuye de la manera ya vista y evaluar la investigación puede ayudar a corregir los fallos y optimizar los aciertos.
4º. La última manera de adquirir las competencias es la profesionalización del campo ya que de esta manera se establecerían criterios, acreditaciones o licencias que de una manera formal distinguirían al evaluador profesional del accidental. Sería más sencillo y simple distinguir al charlatán del verdadero evaluador.
Así que, como se puede observar, hay varios caminos para adquirir y mejorar las competencias. Las dos últimas formas de avanzar en este ámbito se refieren al desarrollo del propio campo en sí, con el impulso en la investigación y en la profesionalización de la evaluación. En cambio, las dos primeras tienen más que ver con aspectos más personales y propios del evaluador, aunque hay que señalar que se trata desde distintas perspectivas. La primera de las maneras de mejorar las competencias presenta un enfoque de aprendizaje externo al evaluador, una institución o entidad ha de establecer mejor su programa o metodología para que se adquieran de una forma más eficaz las competencias necesarias. En cambio, el aumento de la práctica reflexiva refleja la necesidad del propio aprendizaje interno y personal del evaluador para conocer cómo se pueden poner en práctica los conocimientos teóricos aprendidos. Además con dicha reflexión se puede entrar en un análisis personal para descubrir como potenciar sus fortalezas y disminuir sus debilidades.
Finalmente solo queda subrayar que todas estas maneras de progresar en el campo de las competencias de los evaluadores no son opuestas unas de otras, sino complementarias. Sería un error pensar que el campo debe centrarse en uno u otro aspecto olvidando los otros tres. Ha de haber una serie de sinergias entre todos los caminos de progreso para que se avance tanto en el campo de la definición de las competencias como en el campo de la puesta en prácticas de las mismas.
Autores: @adrian_gse y @emmanueldejesus
Referencias citadas:
Kirkhart, K. (1981). Defining evaluator competencies: New light on an old issue. American Journal of Evaluation, 2, 188-192.
Moreno, T. (2015). Las competencias del evaluador educativo. Revista de la Educación Superior, 44 (174), 101-126.
Stevahn, L., King, J. A., Ghere, G., & Minnema, J. (2005). Establishing essential competencies for program evaluators. American Journal of Evaluation, 26 (1), 43-59.
Scriven, M. (1980). The Logic of Evaluation. Inverness CA: Edgepress.