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3. La variable económica en el desarrollo

Es en la segunda mitad del siglo XX comenzó a emplearse habitualmente el concepto de desarrollo para designar a las actividades, planes, programas e iniciativas cuya finalidad es elevar el nivel de vida de las personas como colectividad.

Con arreglo a esta concepción clásica, el desarrollo se puede entender como un proceso de crecimiento económico continuado que asegura unos excedentes duraderos de toda clase de bienes, que son dedicados a cubrir las necesidades humanas y a potenciar un mayor nivel de bienestar para una población en aumento (D’Entremont, 2001).

Los modelos de desarrollo económico se caracterizan también por presentar un incremento armónico de la producción y de la población, y por la aparición de excedentes que pueden ser reinvertidos en el propio impulso económico de un país o de una región (Puyol et al., 1993).

Las necesidades humanas a cubrir, según esta concepción del desarrollo, serían principalmente económicas y materiales; y la forma de medir el nivel de bienestar se basaría en los llamados indicadores económicos: márgenes y la dinámica del crecimiento del PNB; las condiciones de la expansión de la riqueza en cuanto a la explotación y el aprovechamiento de recursos propios y ajenos; y a la acumulación de medios de producción y de infraestructuras (D’Entremont, 2001).

En los años 50-70 también se produce una enorme expansión de la planificación del desarrollo basado en la convicción de que el progreso sólo podría ser acelerado por la planificación (Waterston, 1969). En este contexto se definen los pilares, principios generales y etapas de la planificación del desarrollo.

Durante esta época resulta difícil desligar el concepto de planificación de todo contenido económico (Trueba, 2001). La planificación, como actividad encaminada a dar forma orgánica a un conjunto de actividades o de decisiones, integradas y compatibles entre sí (Martner, 1967), tiene su máxima expresión en el presupuesto. Éste se diseña desde la perspectiva de una planificación que ha de prever el comportamiento de una organización para hacer frente a las necesidades que han de presentarse en un periodo de tiempo futuro (Fayol, 1969).