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Lógica de intervención: articulando control, seguimiento y evaluación

La siguiente figura visualiza cómo se puede plantear la articulación entre el control, seguimiento y la evaluación: el control se queda en los medios, el seguimiento alcanza las realizaciones materiales y parte de los resultados, mientras que la evaluación profundiza hasta los impactos a largo plazo.

Articulación entre el control, seguimiento y evaluación en términos de resultados e impactos

Articulación entre el control, seguimiento y evaluación en términos de resultados e impactos.

 

En términos de contenido de la evaluación, ésta deberá articularse de forma coherente a la estructura de los programas, haciendo corresponder a cada ámbito del programa (necesidades, objetivos, medios, realizaciones, resultados e impactos) unos criterios de evaluación específicos. La siguiente figura esquematiza las relaciones que se pueden establecer para juzgar el valor de un programa, lo que se ha venido llamando lógica de intervención o modelo lógico.

Intervención lógica de un programa

Intervención lógica de un programa.

 

Esta lógica de la programación tiene una gran incidencia en el seguimiento y la evaluación. La propia programación de las intervenciones se realiza a partir de un cierto número de hipótesis que permiten esperar que las acciones planificadas vayan a producir determinados resultados y generar determinado tipo de impactos. Así, las intervenciones se programan:

 

  • En un contexto determinado y atendiendo a unos objetivos globales (marcan los impactos a largo plazo esperados) que ofrece la perspectiva básica desde la que deberán implementarse las intervenciones.
  • Estos objetivos globales suponen la consecución de una serie de objetivos específicos (marcan los resultados esperados) que permiten precisar la naturaleza y características de las intervenciones a realizar.
  • La ejecución de estas intervenciones implica la realización concreta de un cierto número de acciones que, a su vez, van a producir una serie de realizaciones que deben permitir alcanzar los objetivos operativos programados.

 

El objetivo básico que se asigna al sistema de seguimiento de los programas consiste en verificar con regularidad su realización progresiva y efectiva, tanto física como financiera, así como las realizaciones y parte de los resultados respecto a los objetivos prefijados. Como refuerzo al sistema de seguimiento las evaluaciones deben aportar un juicio crítico sobre los impactos obtenidos y contribuir, con regularidad, a una gestión eficaz. De esta forma, el seguimiento del programa sigue la lógica esquematizada:

 

  • Las acciones realizadas, consumidoras de una cantidad determinada de recursos (medios), dan lugar a unas realizaciones que han de juzgarse en base a los objetivos operativos.
  • Las realizaciones dan lugar a unos resultados que deben contrastarse con los objetivos específicos prefijados.
  • Estos resultados dan lugar a la generación de un impacto global que es el que debe compararse con los objetivos globales con ayuda de la evaluación.

 

A la hora de evaluar los impactos generados por el programa conviene tener presente que éstos no son ni mecánicos ni automáticos y pueden haberse visto afectados por factores de incidencia externos al propio programa. En este sentido, se apunta el interés de comprobar con el sistema de seguimiento las relaciones de causalidad (indicadores) entre las acciones y los resultados, así como entre los resultados y los impactos.

 

De esta forma, en sentido descendente, los objetivos específicos de un nivel deben servir como marco de referencia global para la intervención en el nivel inferior y constituyen su objetivo básico, mientras que los resultados esperados de un determinado nivel constituyen los objetivos específicos que han de alcanzarse con la intervención en el nivel inferior.

 

A la inversa, en sentido ascendente, los objetivos específicos de un nivel constituyen los resultados que se espera conseguir en el nivel superior y, del mismo modo, el objetivo global de un nivel es contribuir a la consecución del objetivo específico del nivel superior.

 

La aplicación de la lógica de intervención no es sencilla y debe realizarse caso a caso, teniendo en cuenta los recursos movilizados y la propia complejidad de las intervenciones.

 

Además de articular el seguimiento y la evaluación ayudándose de la lógica de intervención, es importante articular los distintos ejercicios de evaluación de un programa: las evaluaciones previa, intermedia y final. A las evaluaciones intermedias, debido al momento de su realización, se les asigna una influencia directa en la configuración de los programas para lo cual deben ayudar a la identificación de sus deficiencias y presentar recomendaciones que favorezcan su mejora y/o modificación.

 

Las evaluaciones intermedias quedan así estrechamente relacionadas, por un lado, con las evaluaciones previas (con el objeto de determinar si los objetivos fijados en la fase de planificación se están alcanzando) y, por otro lado, con las evaluaciones finales/posteriores (con el objeto de incluir las disposiciones necesarias para la medición resultado final). Cuando estas relaciones son débiles, bien por la falta de un nivel de precisión adecuado en la definición y cuantificación de los objetivos en las evaluaciones previas, bien por deficiencias en el propio sistema de seguimiento, tanto las evaluaciones intermedias como las finales/posteriores se resienten y no llegan a cumplir plenamente su función.

 

Integración entre los programas y sus evaluaciones en las diferentes fases de aplicación

Integración entre los programas y sus evaluaciones en las diferentes fases de aplicación.

 

En la figura se refleja la interacción entre un programa y su evaluación en las diferentes fases de aplicación. Las flechas de línea discontinua indican que en la evaluación se obtiene y procesa información sobre los resultados y el impacto del programa aplicado. Las flechas de línea continua indican el momento de la evaluación y como las conclusiones y recomendaciones de esa evaluación deben incidir en el programa y en su aplicación o en las medidas que den continuidad al mismo. El esquema indica también que la evaluación debe aprovechar los resultados de evaluaciones anteriores (flechas superiores), es decir, que la evaluación intermedia debe tener presentes los resultados de la previa, y la evaluación final las conclusiones de la evaluación intermedia.