CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 2

Comencemos...

El director de El Defensor fue el primero en dar la voz de alarma, el primero en llamar la atención enérgicamente a la Prensa de Madrid, el primero en abrir una suscripción, el primero en repartir alimentos y ropas a los desgraciados y recorrer la mayor parte de los pueblos arruinados, y hoy es el primero en subastar cien casetas para albergar a los habitantes de Arenas del Rey.” Periódico La Publicidad, de Barcelona (enero, 1885).

Hemos recibido dos ejemplares de las cuentas de recaudación e inversión que ha hecho de los donativos el director de El Defensor de Granada. El acierto, la equidad, la justicia y la inteligencia con que ha procedido D. Luis Seco superan a todo encomio y a toda ponderación. (…) Reciba nuestra más entusiasta y calurosa felicitación, pues la Historia, al relatar los tristes sucesos de la noche del 25 de diciembre de 1884, recordará también al héroe de la caridad que, bendecido y aclamado, servirá de ejemplo para combatir las grandes catástrofes de la humanidad desvalida.” Periódico La Unión Mercantil, de Málaga.

Así alababan los periódicos de la época a Don Luis Seco de Lucena Escalada y su acción de socorro a los pueblos afectados por el terremoto. ¿Tenéis curiosidad por conocer su hazaña? Sigamos leyendo…

Fue un hombre ilustrado, historiador y periodista, y doctor en Filosofía y Letras. Hijo de militar, nació en Tarifa en 1857, y por traslados laborales de su padre, vivió en varias ciudades de Cádiz y Sevilla, hasta que, tras la muerte de éste, llegó a Granada en 1877. En el año del terremoto, D. Luis Seco de Lucena contaba 27 años y era el director del periódico El Defensor de Granada, que llegó a ser el más importante de la ciudad. Dejó escritas sus memorias sobre aquel episodio en un libro titulado “Mis memorias de Granada” – Capítulo: “Los terremotos de 1884 en esta provincia”. De este libro y de las crónicas del periódico hemos extraído una información valiosísima, que describe, con todo detalle, cómo era la vida de la época y la situación tras el evento. En este capítulo del blog vamos a intentar reproducir lo más destacable.

PRIMERAS HORAS Y PRIMEROS AUXILIOS

En el momento del sismo, la noche del 25 de diciembre de 1884, él se encontraba con su equipo en la redacción del periódico en Granada, y llegaron a sentirlo, pero sin sufrir daños. Las primeras noticias de los pueblos afectados le llegaron al día siguiente, y el 27 de diciembre recibió información sobre Arenas del Rey. Ese mismo día, se reunió la Diputación Provincial que envió una comisión informativa y de socorro a Arenas, con 2500 pts. del fondo de calamidades públicas, formada por D. Francisco Campos Cervetto y D. José Gómez Tortosa.

El 28 de diciembre, abrió una suscripción en su periódico para recaudar fondos con los que brindar ayuda a los damnificados. Lo hizo animado por personas que él describe como “muy cualificadas”, entre las que se encontraba su amigo y Senador del Reino D. Juan Ramón Lachica y Saeta, que le remitió las primeras 1.000 pts. D. Luis considera ésta como la primera donación, de cuyo valor nos podemos hacer una idea si pensamos que una casa de las que se reconstruyeron costaba aproximadamente ese dinero (1.400 pts.). Pocos días después, el 3 de enero, D. Luis inició la primera de las expediciones que realizó a los distintos pueblos afectados para repartir las ayudas. Todas las cuentas se llevaron de manera escrupulosa y se publicaron, para garantizar la transparencia, en un artículo del periódico que ocupó 16 páginas a finales de 1885 (la extensión habitual de este diario era de 2-4 páginas y se vendía a 10 céntimos de peseta). Hablaremos más sobre este tema en el capítulo 4.

En el siguiente vídeo os mostramos la cronología de las expediciones de D. Luis Seco a los pueblos afectados; entre ellos, Arenas del Rey. Veréis que fueron muchos viajes, realizados en condiciones muy duras; pero nada los detuvo en su empeño de ayudar a los damnificados.

detalles de las expediciones

Como se puede ver en el vídeo, el primer municipio que atendió Seco de Lucena fue el de Santa Cruz, que no había recibido aún ninguna ayuda. Un mes después, el 28 de febrero de 1885, el cabildo de la ciudad, por unanimidad, decidió nombrarlo Hijo Adoptivo de Santa Cruz, y dio su nombre a un barrio. 

En cada municipio que repartía ayudas y socorros, D. Luis y sus acompañantes levantaban un acta que publicaban en su periódico. En ella se detallaban los nombres y apellidos de todas las personas que habían recibido alguna ayuda y la naturaleza de ésta. Gracias a la publicación de estos documentos hemos podido dar respuesta a muchas preguntas que seguramente todos nos hacemos sobre esta acción de socorro:

¿Quiénes eran los encargados de repartir las ayudas? D. Luis Seco de Lucena repartió las ayudas en primera persona, acompañado de sus amigos, el médico militar D. Francisco Triviño Valdivia, que llevó material quirúrgico y sanitario; y el corresponsal de El Defensor en Huétor Tájar, que conocía muy bien la zona afectada.

¿En qué estado encontraban a los damnificados? Los supervivientes llevaban días sin comer y estaban viviendo a la intemperie en las chozas de las eras o bajo los escombros de las pocas casas que habían quedado en pie en algunos municipios. En el ambiente se percibía un fuerte olor por la descomposición de los cadáveres. Sufrían de frío por la nevada que sobrevino al terremoto, que cubrió los suelos por más de una semana. Se pasaban el día y la noche rezando, por las vidas de sus muertos y por las suyas propias, que esperaban perder con cada réplica que sentían: “Aquellos infelices, con el espíritu aplanado por la pesadumbre del desastre que los abrumaba, ponían en Dios todas sus esperanzas temerosos de su ira, pidiendo contritos misericordia y gimiendo y rezando; y así pasaban los días y las noches, olvidados del Mundo, puestos los ojos en la Eternidad, cuyas puertas esperaban que se abriesen de un momento a otro para los que vivían” (extraído del libro de Memorias de Seco de Lucena). Una carta enviada a El Defensor desde Jayena nos permite hacernos una idea del estado de turbación mental en que se encontraban los afectados. En la carta, se cuenta que los vecinos habían salido a las calles portando la imagen de un Santo Cristo y clamando a voces que el Cristo estaba “derramando abundantes lágrimas acompañadas de un copioso sudor”…

Los alimentos que repartían, ¿cuántos días les duraban, si eran perecederos? No repartían alimentos directamente, sino que daban vales para comprar aceite, harina, arroz y bacalao en diversos comercios y fábricas de la zona. Los vales garantizaban raciones por unos 20-30 días.

¿Además de alimentos y mantas, qué otros bienes proporcionaban? Telas para confeccionar ropa y abrigos, como bayeta y sarga; y medicinas, como pomadas mercurial y de belladona, junto con vendas y compresas para hacer las curas. También, al párroco y a la esposa del alcalde y/o del secretario del Ayuntamiento, daban monedas para que las repartieran en limosnas que no excedieran de 1 peseta (las de él) o 50 céntimos (las de ellas). Asimismo, repartían ayudas económicas directas a enfermos e impedidos, y a las personas que habían realizado una buena acción, como adoptar a los hijos de sus vecinos que habían quedado huérfanos. 

¿Cómo se repartían las ayudas para que fueran justas? Se reunía al alcalde (los alcaldes habían sido autorizados mediante alocución del gobernador civil de Granada, D. José Mª Jáudenes, a recibir los fondos y ropas para los desvalidos desde el 30 de diciembre de 1884), al cura, al juez municipal y a todos los vecinos en una era, para repartir las ayudas de manera pública y transparente, y lo más justa posible. Para ello, los propios vecinos informaban de quiénes eran los más necesitados, lo que hacían de manera consensuada y unánime.

¿Con qué medios contaban? Se desplazaban en carretas y también a caballo. Se alojaban en las chozas construidas por los vecinos, participando de sus limitados medios de subsistencia, compartiendo su sufrimiento, oyendo sus historias y dándoles consuelo.

¿No os resulta admirable esta acción humanitaria? Concebida con humildad y por iniciativa propia, buscando en todo momento la honradez y la justicia en sus actos, y llevada a cabo a pesar de las muchas dificultades que encontraron. Es un gran ejemplo que nunca deberíamos olvidar.

¿Sabías que…

…tardaron 7 horas en ir desde Granada a Jayena en carruaje? ¿Y otras 7 horas en ir desde Jayena a Ventas de Zafarraya, a caballo? Hoy en día, recorremos esas distancias ¡en algo más de media hora! Pero en aquellos tiempos, las carreteras y caminos solían estar en mal estado. Además, se desplazaban en horas de la madrugada para poder llegar a las ciudades por la mañana, y la oscuridad les complicaba los viajes, junto con del mal tiempo de aquel invierno.

MOTIVANDO OTRAS ACCIONES DE AYUDA

Los primeros días tras el terremoto, se iban recibiendo noticias en El Defensor de la situación en la que se encontraban los pueblos afectados. El día 29 de diciembre, D. Luis pudo escribir un artículo describiendo la catástrofe con más detalle. Decía que ya se iba comprendiendo la inmensidad de la desgracia: “con sinceridad lo decimos: en los primeros momentos no llegamos a concebir que el desastre fuese tan espantoso; hoy que la verdad nos es conocida, (…) confesamos que no hay colores con que pintar toda la negrura de la situación en que se hallan algunos pueblos. (…) Al ver la parsimonia con que las autoridades han procedido en el asunto, ha seguido una espontánea y unánime convicción de que es preciso acudir más activamente y con mayores medios al socorro de nuestros hermanos”. De acuerdo con este pensamiento, escribió también unas líneas dirigidas al gobierno pidiendo el sobrante de los 20.000 duros (1 duro equivalía a 5 pts.) que la provincia de Granada donó para ayudar a Murcia tras las riadas de 1879 y que no llegaron a aplicarse. Esta solicitud fue secundada por el diputado a cortes, D. Eduardo Rodríguez Bolívar, que escribió a Cánovas del Castillo, presidente del consejo de ministros en aquél entonces, una carta formal el 30 de diciembre solicitando la devolución del dinero. Asimismo, el gobernador civil de Granada, Sr. Jáudenes, escribió varios telegramas al gobierno con el mismo propósito. Pocos días después, finalmente, se aprobó el reembolso de los fondos.

Decía también que la cantidad de 10.000 pts. que el gobierno había concedido del fondo de calamidades públicas para ayudar a los pueblos damnificados era, a todas luces, insignificante, y una muestra de que desconocían por completo lo que allí había ocurrido. Más adelante se amplió a 25.000 pts., pero seguía resultando escasa.

En ese mismo número del periódico escribió una nota de auxilio a la Prensa Nacional implorando la caridad de la patria, ya que los esfuerzos a nivel provincial se preveían insuficientes. Y el día anterior había escrito una carta personal a los directores de los diarios de más circulación de Madrid, que decía: “Querido compañero: Sin exageraciones ni engaños, que en ninguna ocasión ni por noble que sea el propósito tienen disculpa, hoy, después de conocido lo que ha pasado en los pueblos de esta provincia, puedo asegurar a V. que la catástrofe ha sido inmensa y supera en mucho a las de Murcia y Casamicciola. Usted tiene medios para mover la opinión en un sentido de caridad hacia Granada, y cumplirá un sagrado deber de humanidad haciéndolo así. Yo cumplo el mío, al escribirle hoy. Suyo afectísimo compañero, q.b.s.m., Luis Seco de Lucena.” 

¿Sabías que…

…la Prensa Madrileña creyó que la descripción de la catástrofe que hizo D. Luis Seco de Lucena era un “fake”? Pensaban que era una exageración, hasta el punto de que un escritor eminente llegó a decir en un artículo, en tono jocoso, que ya se notaba que eran andaluces…

Sin embargo, esto no hay que juzgarlo con los ojos del presente, sino con los del pasado. Esta catástrofe sísmica no tenía precedentes, era realmente difícil de creer, y, además, las noticias no volaban por redes sociales como hoy en forma de vídeos y fotos, sino que había que ir a confirmarlas in-situ. Todo iba mucho más despacio….

Ante la incredulidad de la prensa, D. Luis respondió diciendo que, dado que los periódicos madrileños tienen tanto presupuesto, bien podrían enviar a la zona corresponsales para que comprobaran con sus propios ojos los hechos. D. Manuel Mª de Santa Ana, director del periódico La Correspondencia de España, le escribió conmovido dándole la razón y reconociendo el abandono en que el país tenía a los habitantes de la zona afectada. Se propuso solucionar esto, en primera persona, y convocó en la redacción de su periódico a los propietarios, directores y redactores de todos los diarios de Madrid para acordar medidas de ayuda y asistencia. Estas se llevaron a cabo inmediatamente, entre los días 8 y 11 de enero. Contaron con el apoyo de las empresas de ferrocarriles de España, que transportaron los bienes desde Madrid a Granada y Málaga, sin coste alguno. Participaron personalidades vinculadas a periódicos como El Imparcial, El Liberal y La Correspondencia de España, con suscripciones que abrieron en sus propios diarios. Se unieron a la causa otras personalidades influyentes relacionadas con el comercio, la industria y la política. Y por supuesto, se puso en marcha la acción del gobierno central, en coordinación con las diputaciones de Granada y Málaga, encabezada por el mismísimo Rey de España, S.M. Don Alfonso XII. Enviaron efectivos del ejército y se movilizó la Guardia Civil. El 31 de diciembre llegó a Arenas el célebre médico D. Valentín Barrecheguren y Santaló, del desaparecido hospital San Lázaro, junto con 40 soldados, un maestro albañil y recursos en metálico para dar socorro a las víctimas. 

En este documento hemos reproducido la correspondencia entre los periodistas, para que podáis ver en qué términos se escribían y cómo D. Luis describió la tragedia de manera tan intensa y realista que hizo reaccionar a sus colegas. Asimismo, comprobaréis la rapidez y eficacia con la que el Sr. Santa Ana diseñó el mecanismo de ayuda desde Madrid y lo puso en marcha. 

Sabiendo que actualmente la gestión de la emergencia sigue un protocolo previamente establecido, nos resulta llamativo conocer que, en aquella época, aún no había un protocolo estándar de emergencias. La acción de ayuda y socorro se inició de manera espontánea y por iniciativa privada, promovida entre amigos y colegas, donde el gremio periodístico tuvo un papel predominante. Pero a pesar de su aparente falta de organización, hay que decir que se desató una ola de solidaridad cuyo resultado fue todo un éxito, tanto en eficacia como en transparencia. Hablaremos más sobre esto en los siguientes capítulos. 

Y os preguntaréis cómo lo haríamos hoy, ¿verdad? Pues hoy en día, la gestión de la emergencia está totalmente organizada. Se realiza por parte del Sistema Nacional de Protección Civil, que es un ente público, dependiente del Ministerio del Interior. Tiene una estructura diseñada en varios niveles coordinados entre sí (local, regional y estatal), así como unos protocolos de actuación definidos en los planes de emergencia ante el riesgo sísmico. Estos planes deben ser elaborados por más de 700 municipios en España, que según la Directriz Básica de Protección Civil, son los que están expuestos a mayor peligrosidad sísmica; pero lo cierto es que muy pocos han desarrollado aún su estudio a nivel local. En Arenas sí contamos con el Plan de Emergencia Municipal. Y en el grupo TERRA, de la Universidad Politécnica de Madrid, hemos comenzado un estudio del riesgo sísmico específico para Arenas del Rey. 

D. LUIS SECO DE LUCENA Y ARENAS DEL REY

La construcción de casetas provisionales

Como hemos visto en el vídeo, D. Luis llegó a Arenas del Rey el día 8 de enero, donde ya estaban actuando las fuerzas del Ejército y la Diputación Provincial, repartiendo víveres y retirando escombros para rescatar los cadáveres. Describe que la escena allí era de espanto, al no haber quedado una casa en pie. A pesar de que ya se habían entregado alimentos y mantas, se quedó muy preocupado por la falta de cobijo a la que estaban sometidos sus habitantes.

En cuanto llegó de vuelta a Granada, fue directo a la Diputación para exponerles el caso. Su afán era salvar la vida a los que sobrevivieron a la catástrofe, ya que, debido al frío, al hambre y a la falta de cobijo, en Arenas unas 3 personas morían cada día durante las primeras semanas tras el terremoto. Su petición fue atendida inmediatamente y el 18 de enero se subastaron públicamente cien casetas de madera de 5×5 m, y otras dos mayores para iglesia y hospital, que se construirían, principalmente, con los fondos de la suscripción de El Defensor, a los que sumaron 4.000 pts. de El Liberal. 

Ocurrió un incidente con el transporte de los materiales para la construcción de las casetas en Arenas del Rey, y es que, debido a los temporales de lluvia, viento y nieve, el transportista cayó al río Cacín, que había crecido, y fue arrastrado por la corriente. Fue el día 4 de febrero de 1885. Pensemos que el Embalse de los Bermejales no estaba construido, y en el lugar que hoy ocupa, discurría el río Cacín en aquél entonces. Fue un episodio tristísimo que se conoció en las oficinas de El Defensor al día siguiente. D. Luis determinó justamente que se pagara a su viuda una pensión de 30 pts. mensuales durante 15 meses del fondo de la suscripción.

El desaliento y la desesperación cundió entre los trabajadores y los vecinos de Arenas. Para que no incurriesen en indisciplina y para vigorizar con el ejemplo, D. Luis en persona se presentó en el pueblo el día 6, lo que desató una reacción de ánimo tal en los vecinos, que se dispusieron a ir a recoger las maderas al día siguiente a pie y a caballo. Éstas se encontraban en la zona de la Venta del Velao, a 12 km, y para vadear el río crecido, construyeron puentes y pasaron los tablones a cuestas. Esa misma madrugada, a la luz de las hogueras y a pesar de la lluvia, reanudaron las obras de construcción de las casetas, que quedaron terminadas el 23 de febrero. La obra costó un total de 16.050 pts.

Una desgracia más: el incendio en el poblado

Los vecinos de Arenas vivieron en su nuevo poblado durante siete meses, que llegó a estar formado por 300 casetas y algunas decenas de chozas. Pero, el 18 de septiembre, la desgracia apareció de nuevo en forma de poderoso incendio que arrasó con todo en poco más de una hora. No se podía añadir más sufrimiento a aquellas desventuradas personas, que, en tan poco tiempo, se habían enfrentado a las consecuencias del gran Terremoto y al cólera que azotó a España aquel verano. Y ahora, que la vida en el pueblo volvía a fluir, vieron desaparecer de nuevo sus casas, sus acopios y sus pertenencias. Según se cuenta en El Defensor del 20 de septiembre, se dieron varias circunstancias que favorecieron la voracidad de las llamas: el poblado estaba en un paraje elevado, donde corría una brisa cálida ese día, que avivó el fuego; la madera de las casetas y las ramas secas de las chozas, impregnadas como estaban en alquitrán, fueron un combustible perfecto; y además, las casetas estaban conectadas entre sí por medio de sombrajos que habían construido con retamas para protegerse del calor durante el verano, lo que facilitó la propagación de las llamas de una caseta a otra a toda velocidad. La única buena noticia es que no hubo que lamentar ninguna víctima, porque el incendio se desató a medio día y la mayoría de los vecinos estaban trabajando o vagando por aquellos parajes. De los que quedaban en el pueblo, el párroco, Francisco Luis Megía, y el vecino Frasquito Pérez, que ya habían sido considerados héroes en episodios anteriores, así como el joven alcalde, D. Pedro Moreno, destacaron por sus intentos de detener el fuego y de salvar algunos enseres

En este desgraciado episodio, de nuevo D. Luis se puso manos a la obra para comunicar la noticia y pedir que se volviera a ayudar a Arenas del Rey, a pesar de que esos días estuvo quebrantada su salud. Por un lado, organizó un transporte exprés de alimentos (harina, arroz, bacalao…) para aliviar el hambre de los primeros días. En paralelo, habló con el Arzobispo de Granada, el Gobernador Civil y el Presidente de la Diputación, que activaron una cadena de acciones para llevar a Arenas tiendas de campaña, mantas y víveres, como primera acción de gestión de la emergencia. Telegrafió al Ministro de Gobernación, a sus colegas de la prensa de Madrid y a otras entidades que estaban comenzando con la reconstrucción de Arenas, para implorar su caridad una vez más. 

Se nombró una comisión en Granada que vino a Arenas a investigar las causas del siniestro y a evaluar la dimensión de la ayuda que se necesitaba. El ejemplar de El Defensor de 22 de septiembre cuenta los detalles; y el del 6 de octubre, resume el desenlace. Se concluyó que el incendio fue accidental (por lo visto, se había cundido la voz de que había sido intencionado, cosa que quedó desmentida). Y la Comisaría Regia, nombrada por el Rey para la reconstrucción de Arenas, además de enviar víveres, se encargó de construir albergues provisionales de mampostería hasta que estuvieron listas las viviendas definitivas en el actual emplazamiento (dos años después). En el capítulo 4 volveremos a este punto. 

Por tanto, si hacemos cuentas, se podría decir que Arenas del Rey llegó a reconstruirse hasta tres veces…No me digáis que no es una historia sin parangón…

¿Sabías que…

…además de promover la construcción de casetas provisionales en Arenas del Rey, D. Luis Seco de Lucena realizó actos de caridad personales en nuestro pueblo? Apadrinó a  una niña y compró el ajuar a una pareja de jóvenes que se iban a casar y lo habían perdido todo en el Terremoto. Sigue leyendo, que te contamos los detalles…

Actos de caridad personales

Esto ocurrió en su primera visita a Arenas del Rey tras el terremoto, el día 8 de enero. Como los afectados ya estaban siendo atendidos por efectivos enviados por la Diputación Provincial, D. Luis se limitó a repartir ayudas en metálico a los vecinos que habían realizado alguna acción heroica, como hacerse cargo de los huérfanos de sus parientes o vecinos, o a aquellas personas que estaban en una situación de verdadera necesidad (heridos, viudas…). Apadrinó a una niña que había quedado huérfana y había perdido a todos sus parientes, quedando sola vagando entre las ruinas. Se la llevó con él a Granada y encargó a su madre que la criara y la educara. Años más tarde, Brígida Almenara, que así se llamaba la niña, se había convertido en una señorita ilustrada que se casó con el catedrático y director del Instituto de Segunda Enseñanza, D. Pedro Arosamena. También dotó el matrimonio de unos novios que habían perdido todo por el terremoto y que, después de casarse, formaron una de las familias más felices y honradas del nuevo pueblo. Se llamaban María Ramos González y Miguel Martín Navas. ¿Conocéis a sus descendientes? ¿Podríamos averiguar si siguen viviendo en Arenas? Sería emocionante poder poner cara a estas historias…Si alguien tiene alguna pista, ¡que deje un comentario abajo, al final de la página!

Hemos transcrito el acta que se levantó en Arenas tras el reparto de ayudas de D. Luis y podréis conocer todos los detalles. Merece la pena leerla, es como una cápsula del tiempo. Aparecen los nombres y apellidos de las personas que recibieron ayuda en metálico; quizá alguien pueda reconocer a sus abuelos o bisabuelos. También se listan todos y cada uno de los objetos que componían el ajuar de María y Miguel (un colchón, una cafetera de hoja de lata, dos tenedores, cuatro camisas de mujer, un corte de pantalón…). Conocerlo es una auténtica prueba del estilo y el nivel de vida de la época en nuestro pueblo y, seguramente, en muchas zonas rurales de España. Aquí tenéis el acta completa. 

Su labor de documentación periodística 

Hay que destacar que, unida a la grandeza de su acción de ayuda, D. Luis Seco realizó una labor de documentación histórica valiosísima. Tanto su periódico como el libro de sus memorias son dos testigos que nos han traído hasta nuestros días un episodio de nuestra historia, quizá el más importante, narrado con todo lujo de detalles. Esta es otra cosa que debemos agradecerle. Y hacemos extensivo este agradecimiento a todos los reporteros, fotógrafos e ilustradores que visitaron la zona y se dedicaron, incansablemente, a describir con su pluma lo que veían y lo que contaba la gente; a inmortalizar fielmente los hechos mediante fotografías que tomaban con sus delicadas cámaras y pesados equipos auxiliares; y a dibujar con mano diestra las escenas que permanecían en sus retinas el tiempo suficiente como para poder ser trasladadas al papel. 

Como muestra de reconocimiento a esta labor periodística y de documentación tan valiosa, hemos preparado un vídeo a partir de un testimonio sobrecogedor que recogió D. Luis en Arenas. Se trata de un joven médico que pasaba la Pascua allí, cuando fue sorprendido por el seísmo. Tuvo que rescatar a su padre y hermana de los escombros con sus propias manos. En el vídeo, además de sus desconsoladas palabras, hemos incluido ilustraciones tomadas de varias revistas de la época, como La Ilustración Española y Americana (Madrid) y La Ilustración (Barcelona), firmadas por artistas de la talla de Juan Comba, Bernardo Rico, Eduardo Rosales, Medina o Rivas (dibujantes granadinos los dos últimos). Las ilustraciones, que muestran daños de varios municipios, no solo de Arenas, le dan al vídeo un cariz artístico; pero no dejan de mostrar la crudeza con que el terremoto azotó la región, destruyendo pueblos enteros y revolviendo las vidas de cientos de personas.

Grande por su humildad

Nos admira también de Luis Seco la humildad con que hace balance de su labor en el libro de sus memorias, que se publicó el año que falleció, en 1941; más de 60 años después del terremoto. Cuenta que, aún más reseñable que todo el reconocimiento que tuvo por sus acciones, que fue mucho y por mucho tiempo, y que le llegó hasta de los más altos estratos de la sociedad y del gobierno de la época, lo fue el sentimiento de ayudar al prójimo: “Recuerdo que en esta campaña de fatigas, penalidades, ayunos, alimentación deficiente y desordenada, insomnios, violentas emociones, mojaduras y fríos, nunca padecí debilidad ni cansancio, ni siquiera el más ligero constipado, y que entonces gusté la inefable delicia que produce consolar al prójimo y socorrerle en sus miserias (…) A pesar de la alta estimación en que tengo las honrosas distinciones que me otorgaron, (…) confieso que ninguna de estas mercedes (…) me supo tan dulce ni me llegó tan honda como el placer sentido al enjugar las lágrimas de gratitud con que los infelices supervivientes a la catástrofe premiaron mi esfuerzo y buena voluntad.”

Como podemos ver, D. Luis era un hombre extraordinario. En Arenas del Rey se construyó una plaza con su nombre, en la que se colocó un busto, para que no olvidemos lo que hizo por nosotros. 

Su casa pudo ser visitada hace unos años por Antonio Vico, un vecino de Arenas, y pudimos comprobar en las fotos que hizo, que D. Luis conservaba, enmarcados y colgados de las paredes, fragmentos de los periódicos de la época en los que se contaban episodios destacables de la historia de este terremoto. Nos imaginamos que debió marcar para siempre su vida.

Nosotros, 140 años después, lo seguimos recordando y admirando. Y así será por muchos años más. Sirva este capítulo como pequeño homenaje a este hombre excepcional, grande para nuestro pueblo y para la historia de nuestros antepasados.

En el próximo capítulo del blog …

…os hablaremos de la figura del Rey, S.M. Don Alfonso XII, que honró con su presencia a los habitantes de Arenas del Rey. Su humanidad nos ha sorprendido a todos. ¡No os lo perdáis!

Fuentes:

  • Seco de Lucena Escalada, L. (1941). Mis memorias de Granada:(1857-1933). Imp. Luis F.-Píñar. Granada.
  • Orueta y Duarte, D. D. (1885). Informe sobre los terremotos ocurridos en el sud de España en Diciembre de 1884 y Enero de 1885.
  • García Maldonado, A. (2004). Los Terremotos de 1884, Arenas del Rey y Seco de Lucena. Ed. Fundación Caja Rural de Granada. Depósito Legal: MA-1.402/2004.

13 comentarios

Una persona maravillosa Luis Seco de Lucena, se merece que se le recuerde siempre. Los medios de comunicación en todas las catástrofes siempre hacen una labor muy importante, este capítulo es ejemplo de ello y es un detalle habérselo dedicado al director de Él Defensor. Felicidades de nuevo Yolanda.

Una persona maravillosa Luis Seco de Lucena, se merece que se le recuerde siempre. Los medios de comunicación en todas las catástrofes siempre hacen una labor muy importante, este capítulo es ejemplo de ello y es un detalle habérselo dedicado al director de Él Defensor. Felicidades de nuevo Yolanda.
Esperando ya para leer el tercer capítulo de este interesante blog

La verdad es k fue un hombre k se implicó mucho ayudando a la jente de arenas.
Es terrible lo k pasaron algunos y se hace duro escuchar el testimonio, hasta el próximo .

Gracias Doris. Ya veo que sigues en primera fila 🙂
Yo siempre había estudiado el terremoto desde el punto de vista científico, y todos los documentos que había leído tenían ese cariz. Hasta que leí las memorias de Luis Seco. Entonces fue cuando aterricé al plano personal y, la verdad, lo agradezco, porque ahora tengo una visión más completa.
El testimonio del médico me sigue sobrecogiendo; y eso que lo he leído y oído ya infinidad de veces…Describe perfectamente el terror que debieron pasar cientos de familias aquella noche.

Bien merecida tiene su plaza en arenas del rey D. Luis, q buen hombre asombroso todo lo q nos ayudó. Que conmovedor relato el del médico, q todavía estoy llorando, que angustias , miedo y pánico se vivió. Hoy tengo miedo a que se vuelva repetir. Esto me da a pensar que quizar tendríamos que hacer un plan de emergencia por si las moscas . Ahí te lo dejó Yolanda, y gracias buen capítulo👏

Estoy de acuerdo, Victoria, ese relato del médico es el espejo en el que nos deberíamos mirar. Ya estamos estudiando, en coordinación con el Ayuntamiento, cuáles serían los próximos pasos para continuar con el plan de reducir nuestra vulnerabilidad ante sismos!! Me alegra saber que es una demanda social; eso indica que estamos aumentando nuestro nivel de consciencia, que es el objetivo del blog. Un abrazo y gracias, de nuevo, por seguir leyendo y por compartir tu experiencia.

Delicioso y emotivo capítulo sobre el terremoto y la humanidad de Luis Seco de Lucena. Muchas gracias por la creación de este blog. A través de él estamos conociendo una parte relevante de nuestra historia. Enhorabuena. Deseando leer los siguientes capítulos.

Hay una escultura de Alfonso XII en el Balcón de Europa en Nerja. La placa dice que visitó Nerja el 20 de enero de 1885. ¿Iba camino de Arenas? Tal vez en el capítulo siguiente se hable de ello.

Muchas gracias, amigo, por compartir tu opinión y por tu comentario tan motivador!!
Me alegro de que preguntes sobre la visita del Rey a Nerja. En el capítulo 3, que se abrirá en unas pocas horas, hablamos de él y de su viaje. Respondiendo a tu pregunta: el Rey estuvo en Nerja unos días después de estar en Arenas, casi al final de su estancia por estas tierras.
Y por cierto, una de las historias que hay que desvelar en el capítulo 6 está relacionada, precisamente, con la visita del Rey al Balcón de Europa. Esperamos que os resulte interesante!!

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